Una heroína del otro lado de la línea
Jordan (Halle Berry) es una más de las operadoras del servicio de emergencias 911. Como tal, debe atender decenas de llamadas de auxilio que van desde robos, pasando por gente que se comunica porque se siente sola, hasta la posibilidad de un asesinato en progreso. Un día comete un error y muere una niña, por lo que la protagonista se retira de la línea de fuego y se convierte en formadora de nuevos operadores.
Pero en una ronda con estudiantes, desplaza a una empleada novata y se hace cargo de la llamada de Casey (Abigail Breslin), una adolescente que fue secuestrada en un shopping y tiene en su poder un celular con la que se comunica con Jordan, que tratará de redimirse de su antiguo error y luchará para que la víctima logre salir con vida.
La primera parte de la película tiene una estructura similar a la de muchos films que recurren a los teléfonos para sostener la tensión del thriller –Celular, la llamada final, Enlace mortal–, y el director Brad Anderson, que ya demostró su oficio en films como Transsiberian o El maquinista y series tales como El imperio del contrabando y The Wire, logra sostener acertadamente el suspenso desde los ambientes asfixiantes y la comunicación como único nexo entre Casey que está encerrada en el baúl de un auto y Jordan, desde el centro de ayuda. La angustia y la desesperación se trasladan a la pantalla ante cada nuevo recurso que ambas encuentran para poder conseguir la ubicación del auto, con la impotencia de la operadora que es solo un vínculo para que la policía encuentre a la víctima y al secuestrador.
Pero como la protagonista arrastra su error original, el guión hace que súbitamente se convierta en investigadora, abandone su trabajo y personalmente vaya en busca de la chica, por lo que la película se convierte en otra cosa. Una búsqueda eficiente y rápida, que abunda en los lugares comunes, fuerza el verosímil y precipita un final convencional que desmerece el buen timing del resto del relato.