Al final se fueron al carajo
El director Brad Anderson es responsable entre otras cosas de ese bodrio superlativo llamado "La Oscuridad" (Vanishing on the 7th street, 2010), posiblemente una de las porquerías mas notables que hayan visto en la historia del cine, ahora arremete con este thriller cuyo 60 por ciento está bien construido, ya que su primera parte es efectiva, de sostenido ritmo, concretamente la parte que el psicópata secuestrador se lleva adentro del baúl a la niña rubia, y cuando es desarrollada la primera comunicación entre la operadora del 911 llamada Jordan (Halle Berry afeada, quizás para dar en el "Psyche du rol"), y la joven Casey (Abigail Breslin, ya crecidita desde su consagración en "Pequeña Miss Sunshine").
En la trama argumental están los tópicos básicos del género: la chica operadora es buena gente, se preocupa por el prójimo, tiene un novio policía bonachón, y decididamente a la hora de jugársela a lo grande -e imposible- lo hará, la secuestrada es linda, angelical, bien yanqui, y el desquiciado es un desecho de muecas comunes y redundantes, muy dignas de la escuela de interpretación de Karina Jelinek.
Más allá de estas pequeñas consideraciones que nos darían un filme aceptable y entretenido -de hecho tiene bastante de ésto-, el director en vez de redondear la historia, le da un vuelco al final, el cual está colgado con alfileres, está (híper)traído de los pelos y es inaceptable, porque no es esperable del personaje de la bella Halle que al final se la haga desbarrancar de esa forma, lo cual parece dar lugar a la urgente necesidad de abrochar un cierre "Lynsa" a un pantalón...pegándolo con cinta de embalar, más o menos algo así, por decirlo de manera metafórica. En criollo: un final cagado que arruina al resto del metraje.