Auxilio, necesito un final
Hace bastante tiempo que Halle Berry no hace un producto decente. Ni siquiera aquellas obras, donde forma parte de un gran elenco, también estrenadas este año como Proyecto 43 o Cloud Atlas, el trabajo de la actriz de Pasajero 57 estuvo a la altura de las expectativas.
Mientras espera su ansioso regreso como mutante en el 2014, la actriz protagoniza este decepcionante thriller dirigido por Brad Anderson, realizador que tuvo algunas obras interesantes en su pasado y ahora ha perdido el rumbo de su carrera.
Parece que lo único que justifica el estreno del film en nuestro país es la visita que está haciendo Berry en el país, porque sino es completamente incomprensible que teniendo mejores propuestas, la distribuidora haya optado por este film menor, que debería haber ido directo a DVD/
Pero acá no estamos para juzgar el accionar de los distribuidores nacionales, sino el film en sí.
Jordan – Berry- es una operadora del 911 de Los Angeles. Todo el día se la pasa atendiendo pedidos de auxilio o llamadas de convictos que necesitan escuchar una voz atractiva. Una noche, escucha como una adolescente que llamó pidiendo ayuda es secuestrada por un hombre. Más tarde la joven es hallada asesinada. Jordan queda con el cargo de conciencia de no haber podido ayudarla y encima haberle dado una pista al asesino sobre el paradero de la joven. Varios meses más tarde, la situación vuelve a repetirse, pero esta vez, el secuestro sucede en un Shopping y la adolescente – Abigail “Little Mis Sunshine” Breslin – es llevada en el baúl de un coche al mismo tiempo que sigue hablando con Jordan por teléfono y esta intenta ayudarla, al tiempo que la policía sale a la persecución del captor.
Planteada como un thriller similar a Celular – básicamente el 70% sucede en el coche y la oficina del 911 – la nueva película del director de El Maquinista y Transsiberian, dos películas subestimadas injustamente que salieron directamente en DVD, se plantea como una obra de caza de gato y ratón clásica.
Lo mejor acaso, es la persecución en sí por la autopista, donde Berry se debe ingeniar como guiar al personaje secuestrado para liberarse o acaso darle pistas a la policía sobre su paradero. Hay bastante tensión y Anderson mete la cámara en cada recoveco que puede dentro del auto, intentando transmitir la sensación de claustrofobia del personaje atrapado.
Hasta ahí bien. Incluso la absurda subtrama romántica, los clisés, los estereotipos y lugares comunes de este tipo de films, eran perdonables frente a una persecución inteligente, bien lograda, pese a las mediocres actuaciones (excepto de Breslin).
El problema viene cuando Jordan sale de su oficina y se convierte en una especie de Clarice Starling que va detrás de Buffalo Bill en El Silencio de los Inocentes, y cuando el secuestrador pasa de ser un simple criminal a ser un trastornado secuestrador demasiado parecido al personaje de la película de Jonathan Demme o de Norman Bates. En la última media hora, el film se pone realmente ridículo – como sucedía en el último film de Anderson que lamentablemente sí se estrenó comercialmente, La Oscuridad – y no solamente toma decisiones patéticas a nivel estético (aunque hay una lograda escena de suspenso dentro de un placard, homenaje puro a Psicosis), sino incluso a un nivel moral irrisorio y que le termina dando un tono fascista incluso a toda la narración.
Una lástima, porque pasa de ser un thriller meramente entretenido a una farsa remanida.
Realmente no se sabe que les pasa por la cabeza a los guionistas estadounidenses que últimamente no pueden brindar un desenlace creativo y original a sus historias, y terminan cayendo en los peores lugares comunes. Quizás el 911, pueda brindarles un poco de ayuda.