Elementos coquetea tanto con los lugares comunes de Pixar que desde su campaña de difusión parecía una secuela de Intensamente. No lo es ni tiene conexión alguna salvo la división de categorías de personajes, pero es casi la antítesis de aquella película. Mientras que aquella tenía muchas ideas de guión, esta tiene uno de los guiones más pobres y menos atractivos que haya creado el estudio. La pandemia y las dudas golpearon fuerte a Pixar. Sus últimos tres con historia original, Soul, Luca y Red se habían estrenado directamente en Disney +, sólo Lightyear, un spin off de Toy Story, había pasado por los cines. Las tres películas que fueron directo a streaming son mejores que Elementos, pero así lo ha querido la suerte.
La sofisticación visual de la película es enorme pero la historia no está a la altura. En la Ciudad Elemento conviven habitantes de fuego, agua, tierra y aire. Una familia de fuego que ha dejado atrás su lugar de origen, decide instalarse allí. Son una nada disimulada versión de inmigrantes orientales en modo metáfora. Estos fuegos terminan abriendo un negocio lejos del centro, en la zona más de los barrios más pobres, donde nace una niña llamada Ember. Eligen ese lugar porque en las partes más pobladas la discriminación elemental/racial les hace complicada la vida. El padre sueña con que Ember herede el negocio, pero la joven, inteligente, apasionada y con mal carácter, sueña con algo diferente para su vida. Cuando el azar quiere que llegue al lugar Wade, un sensible y amable joven de agua, la conexión entre ambos los hace cuestionarse acerca de lo que creen sobre sus vidas y los otros elementos.
Todo en la familia de Ember remite a una clásica familia oriental instalándose en Estados Unidos y los propios realizadores se refieren a la experiencia de una familia coreana como modelo a seguir para el guión. La familia de Wade, por su parte, es de clase alta y viven en un permanente estado de emoción, aunque nunca han pasado por las penurias del papá y la mamá de Ember. Se trata de una historia de amor entre diferentes elementos, diferentes razas y diferentes clases sociales. Todo, claro, con mucho humor y una animación de gran calidad. Un tenue Romeo y Julieta con una resistencia mínima por parte de la familia de Ember.
La belleza del fuego y el agua en la construcción de personajes es muy delicada y de una destacable complejidad. Hay muchas escenas que resultan innovadoras y marcan un avance constante en el desarrollo técnico de Pixar. Pero el agotamiento de las fórmulas se nota y no parece haber un horizonte luminoso hacia el futuro. De hecho la confirmación de una Toy Story 5 confirma que no saben para donde huir. Lo peor de Elementos es que para los adultos es un producto insulso y para los niños un entretenimiento pobre.