La evocación de la memoria se asocia, principalmente, al poder de las imágenes; a lo visto y reconstruido en infinidad de películas. Sin embargo, plantear esa búsqueda a través del uso del sonido puede ser tan o más eficaz cuando se trata de algo trascendental como es la memoria del mundo, la cual compartimos como sujetos históricos.
Aquel sonido inspirador que explora los recuerdos que nos habitan, dio lugar a la historia que ofrece Memoria, la nueva película del cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul ganador de la Palma de Oro en Cannes por El hombre que podía recordar sus vidas pasadas.
Todo comienza cuando Jessica (Tilda Swinton) una botánica inglesa despierta una noche en la oscuridad de su cuarto alterada por un sonido seco y penetrante. Frente a ese desconcierto, Jessica irá tras las causas y el significado de esa resonancia que la obsesiona y la trasciende, a través de un recorrido por diversos lugares de Colombia.
Durante esa búsqueda, que se acerca a una exploración subjetiva y territorial, las escenas comparten un carácter enigmático al tiempo que parecen piezas sueltas de un rompecabezas ascético y sofisticado; apreciación que se va diluyendo en el transcurrir del tiempo cuando los hechos se hilvanan de forma imperceptible. Así, presenciamos el despertar de las alarmas de los coches dentro de un estacionamiento; la paranoia de la protagonista al sentirse perseguida por un perro en las calles de Bogotá, luego de visitar a su hermana en el hospital; su encuentro con la antropóloga francesa (Jeanne Balibar) que le muestra una momia hallada en una cueva; su vínculo con el hombre misterioso (Elkin Días) que todo lo recuerda en medio de la selva colombiana; o el recurrir a un experto en sonido (Juan Pablo Urrego) para dilucidar la composición del sonido que la persigue y la aleja del sueño. La percepción de cada una de esas escenas genera un relato que trasciende el carácter representacional de lo audiovisual, para volverse una experiencia sensorial.
Uno de los disparadores que originaron la película, fue la vivencia del propio realizador ante el “síndrome de la cabeza explosiva”. Ese sonido perturbador en su cabeza, es el mismo que siente la protagonista. A ese episodio, se agrega la estadía por dos meses en Colombia donde pudo viajar por distintos lugares y experimentar la violencia de su territorio como la belleza inconmensurable de su entorno natural. Una experiencia, que le permitió plasmar una mirada personal sobre la complejidad colombiana, que no resulta extranjerizante sino más bien cercana y comprensiva, debido a la similitud de situaciones en su país de origen, Tailandia. Dicha intencionalidad se intensifica con el predominio del idioma español, teniendo en cuenta que su protagonista es inglesa.
Acorde a su estilo, el uso de la alusión, el simbolismo y la reconstrucción del pasado, a través de los distintos planos y capas sonoras, juegan de contrapunto con las imágenes o, en muchas escenas, las completa. El fuera de campo, también cobra un rol importante, ya que las voces, los ruidos o los sonidos tratan de dar forma y cuerpo a aquello que ella imagina o se asocia con fenómenos inexplicables que se adentran en la ciencia ficción. Bajo esa tonalidad, Weerasethakul opta por largos planos fijos o suaves travellings, los cuales generan una poética discursiva que fluye en un tiempo que no se define por lo cronológico, en la medida en que la protagonista se acerca a cierta transferencia cósmica con la naturaleza y el origen del mundo.
Estética, contemplativa y exquisita en su planteo formal, Memoria, ganadora del Premio Especial del Jurado en Cannes, invita al espectador a resignificar e interpretar lo escuchado, más que lo visto, como a dejarse llevar por la estimulación continua de los sentidos.
MEMORIA
Memoria. Taïlandia/Colombia/México/Francia/Reino Unido/Alemania/China/Suiza, 2021.
Dirección, guion, fotografía: Apichatpong Weerasethakul. Intépretes: Tilda Swinton, Agnes Brekke, Daniel Giménez Cacho, Jerónimo Barón, Juan Pablo Urrego, Jeanne Balibar, Aida Morales, Constanza Gutiérrez, Elkin Diaz. Edición: Lee Chatametikool. Música: César López. Duración: 136 minutos.