“No estás sola” es la consigna que representa a un centenar de mujeres y agrupaciones unidas en busca de sus hijas e hijos desaparecidos en México, para que llegue y acompañe a otras personas que atraviesan el mismo problema. Una preocupación alarmante que inspiró el origen de la película Ruido de Natalia Beristain, exhibida en el Festival de San Sebastián y ganadora del Premio de la Cooperación Española. La realizadora de No quiero dormir sola (2012) y Los adioses (2018), reafirma su compromiso social con una película que aborda la búsqueda incesante de Julia (muy bien interpretada por Julieta Egurrola), una artista plástica de la ciudad de México que busca incansablemente a su hija Gregoria, desaparecida hace nueve meses mientras disfrutaba de sus vacaciones con amigas. Tras haber pasado por todas las etapas legales y soportar las negligencias de la burocracia judicial, Julia tampoco encuentra ayuda en la corrupción policial, lo que la llevará a conocer distintos movimientos de mujeres de distintas clases sociales que bregan por encontrar a sus hijos e hijas, denunciando la violencia, omisión y negligencia por parte del Estado. El drama de Julia y su familia, la obliga a desafiar sus propios límites y adentrarse en una realidad ajena a su entorno y a su capacidad psíquica y emocional. El doloroso y traumático recorrido que comenzará por sitios recónditos, lugares clandestinos, personajes oscuros y profesionales que intentarán ayudarla preservando su identidad, formará parte del complejo entramado político y social que deberá afrontar hasta dar con algún indicio de su hija. Al tono dramático de la historia y la tensión que irá in crescendo a lo largo del relato, la tragedia individual se tornará en colectiva. De esa manera, la propuesta fusiona el registro documental a partir de los testimonios y del activismo de los integrantes de la Asociación voz y dignidad por los nuestros S.I.P y el colectivo Buscándote con amor de Estado de México -que participan en la película-, el cual genera, no sólo un cruce necesario entre ficción y realidad, sino que le inscribe a la película un discurso de carácter más apelativo, principalmente hacia el final, sumándose a la voz de protesta, lucha y defensa de los Derechos Humanos. Así lo expresaba la realizadora al momento de recibir el premio en San Sebastián: «Ante el dolor, la digna rabia. Ante el horror, la belleza. Ante la indolencia, el abrazo. Gracias por ser faro en esta época tan oscura. Desde nuestro quehacer les acompañamos y no nos cansaremos de decirles #NoEstánSolas». Bajo la solidez interpretativa y movilizante de esa madre que representa a tantas otras, la mirada de Beristain conjuga la dosis necesaria de sensibilidad, esteticismo y militancia, a fin de representar y visibilizar a quienes esperan justicia y aparición con vida de sus familiares. En la actualidad, México reporta más de 90.000 desapariciones en todo el país. Sin embargo, y como manifiesta uno de los intertítulos de Ruido: “No se trata de cifras, se trata de personas”. RUIDO Ruido. Argentina/México. 2022 Dirección: Natalia Beristain Guion: Natalia Beristain, Diego Enrique Osorno, Alo Valenzuela. Intérpretes: Julieta Egurrola – Teresa Ruiz – Adrián Vázquez – Arturo Beristáin – pedro de Tavira – Mariana Giménez Editor: Miguel Scheverdfinger, AMEE/Dirección de fotografía: Dariela Ludlow (AMC)/ Diseño de producción: Luisa Guala/ Dirección de arte: Ariel Margolis Duración: 104 minutos.
Ganadora del concurso para la producción de Operas Primas INCAA 2018, Camino al éxito, del cineasta y productor Sebastián Rodríguez apuesta al formato de road movie para narrar una historia sobre aquellas oportunidades que pueden cambiar el rumbo de la vida que deseamos mejorar. La película invita a ser testigo de ese viaje emocional y empático de sus protagonistas. Rodada en la localidad bonaerense de Coronel Suárez, el pueblo vuelve a ser, como en tantas otras películas nacionales, ese lugar que invita a sus habitantes a desarraigarse e ir en búsqueda de las diversas oportunidades que ofrece la ciudad. En esa situación de hastío y resignación se encuentra Hugo (Sergio Prina), quien trabaja en su taller mecánico y vive junto a su hermana Marcela (Eugenia Guerty) y su sobrino Enzo (Benjamín Otero) de doce años. Sopesando la insatisfacción diaria y la frustración de un pasado que le cortó las alas para irse de allí, la llegada a su taller de una representante de fútbol (Mariano Argento) servirá -mientras espera el arreglo de su coche-, para que descubra el potencial de Enzo como futbolista mientras juega un partido junto a sus amigos. Al ofrecerle la oportunidad de probarlo en un club importante de Buenos Aires, Hugo y su sobrino emprenderán un viaje donde ambos pondrán en juego sus deseos más profundos. Con un destacado e inicial plano secuencia, Rodríguez presenta a su personaje principal poniéndolo en contexto y en relación con su hogar, su trabajo y sus lazos afectivos. También con el movimiento (como proceso interior) que tendrá toda la película. Así transcurrieron los primeros veinte minutos, para luego adentrarse en la aventura emotiva del viaje a través de la ruta que conectará el pueblo con Buenos Aires. Subidos a una vieja camioneta, las distintas situaciones que atravesarán sus protagonistas, junto a los personajes que cruzan en el camino, pondrán a prueba el desafío que les depara. El desplazamiento constante, funciona como motor de cambio para redescubrirse en el proceso de transformación que los aleje de los orígenes. “Más allá del argumento, me interesa mucho poder contar el viaje emocional de un personaje a través de la ruta, que funciona como un especie de duelo personal“, comenta su realizador influenciado por películas como Easy reader o Little Miss Sunshine. En Camino al éxito logra ese objetivo, como el proceso de transferencia que vemos entre Hugo y Enzo, ya que ambos comparten y persiguen el mismo sueño. Bajo esa motivación, el guion recurre a ciertos personajes y situaciones que rozan estereotipos o que caen en lo predecible de tantas otras ficciones. Combinando el drama con toques de comedia, la película cuenta con un buen elenco de actores y actrices que representan esas pequeñas historias que se unen a la trama principal, formando parte de las paradas obligadas a lo largo de un camino de crecimiento y reencuentro personal. CAMINO AL ÉXITO Camino al éxito. Argentina, 2022. Dirección y guion: Sebastián Rodríguez. Intérpretes: Sergio Prina; Benjamín Otero; Paula Carruega; Mariano Argento; Germán de Silva; Erika de Sautu Riestra; Eugenia Guerty; Antonella Saldicco; Mario Moscoso. Director de fotografía y cámara: Martín Nico. Director de sonido: Fernando Ribero Montaje: Marcela Truglio. Arte: Soledad Guerrero Duración: 73 minutos.
La contemplación como experiencia vital permite indagar y dejar un testimonio sobre lo que se observa. El ir en busca de la esencia, de ese aspecto único de la fotogenia que expresó Delluc a través el cine. Sobre esa indagación emocional versa el estreno de Cuando la miro, opera prima del destacado actor Julio Chávez, quien además actúa junto a la talentosa Marilú Marini. Con guión de Chávez y Camila Mansilla, la película plantea el modo, algo singular, pero no por eso menos amoroso, en el que un hijo registra a su madre a través de una cámara mientras dialogan sobre su vida y el pasado en común. La intención que moviliza los encuentros apunta a reconstruir un vínculo, algo distante e incomprensivo, y a poder reinterpretar, gracias al plus de visibilidad que otorga la cámara, la fascinación que le despierta su madre. Él es Javier (Chávez), un artista plástico que vive cómodamente en un departamento junto a su pareja David. Allí se dedica a la pintura, a ver películas y a leer. Sin embargo, el hecho de no poder representar a su madre en un lienzo lo lleva a optar por grabarla de forma autodidacta con su filmadora. La propuesta entretiene a Elena (Marini) su anciana madre, que libremente y con humor expresa intimidades, miedos y verdades que enriquecerán el vínculo de ambos. Sin embargo, hay algo que angustia a Javier desde el momento en que decide contemplarla y que despierta sentimientos anidados en los más profundo, como cuando lo vemos dibujar los árboles que lo rodean o esculpir las figuras de sus cuadros que están de espaldas, en un gesto que interpela el sentido de la mirada. El planteo que subyace en dirección a ese sentido, demuestra la potencialidad de aquello que se desea captar y preservar del olvido enfatizando el poder del cine; el rol del artista frente a los objetos que crea y contempla, como del juego permanente de ser espectadores y partícipes de nuestra vida. ¿Cómo y desde dónde miramos lo que nos rodea? ¿Cuánto de lo que vemos creíamos (des)conocer?. Con acciones mínimas y rodada, en su mayor parte, en interiores, los encuentros entre los protagonistas aportan la riqueza de las interpretaciones, como la fluidez de los diálogos en los que brilla, principalmente, la talentosa Marini. Si bien la reiteración de los encuentros y la sencillez de la puesta en escena provocan cierta pasividad en la evolución del relato, la propuesta se sostiene con el aporte de los matices emocionales que se juegan en el interior de Javier, como en la deliciosa manera en la que la madre e hijo se redescubren. CUANDO LA MIRO Cuando la miro. Argentina, 2022. Dirección: Julio Chávez Guión: Julio Chávez y Camila Mansilla. Intérpretes: Julio Chávez, Marilú Marini, Ull Galíndez, Claudio Da Passano y Silvia Kutica. Co -Director: Mariano Biasin/Dirección de Fotografía: Diego Poleri/ Dirección de Arte: Mariela Ripodas/ Sonido: Gaspar Scheuer Música: Diego Vainer. Duración: 85 minutos.
Sólo bastan tres días en la vida de Germán Baraja para dar cuenta de una época que funciona como testimonio de la generación que creció y se (des)formó en los 90. La voz del protagonista encarna la violencia y el pensamiento contenido de una sociedad en crisis que nunca se detiene. Basada en la novela homónima de Gonzalo Unamuno, el realizador Juan Baldana (Los del suelo, Sintientes, Desequilibrados) transpone en imágenes y sonidos un libro que condensa en primera persona la falta de proyección y autodestrucción de alguien que va desvinculando de todo y de todos. Germán Baraja (Otero) es un porteño treintañero y antisocial, que escribe artículos para una revista francesa. Está recientemente separado de su novia Clara (Natalia Dalena) cayó en la adicción y está desilusionado de la política en la que militaba. Su vida transcurre dentro de un departamento tan descuidado como su imagen, allí maquina todo el tiempo contra el sistema y contra sí mismo. En su transcurrir, lo visita un particular vecino (Luis Ziembrowky); un amigo que le pide un favor (Claudio Tolcachir) y su hermana (María Canale), que lo ayuda con lo que escribe e insiste para que visite a su madre con quien no se relaciona hace años. Inmerso en una vorágine enfermiza, Germán insiste en recuperar el amor de Clara, pero por más que quiera ser diferente, su nihilismo lo lleva a volverse crítico de la existencia. Respetando la estructura del libro, la película se divide en tres secuencias comenzando por el domingo hasta llegar al viernes. Esa regresión temporal, no sólo condensa la falta de posibilidades futuras del personaje, sino que se vuelve la síntesis de alguien que vemos deconstruirse en todos los aspectos posibles. La cámara de Baldana, como buen observador, sigue de cerca a su personaje sin una mirada empática con lo que representa, apuesta al ritmo que se desprende de la novela; como al uso de la voz en off que le revela al espectador los pensamientos y la sagacidad con el protagonista mira la realidad bajo un espíritu cínico, filoso y descarnado, pero no exento, muchas veces, de verdad y humor ácido. Fruto de la una realidad socio política en decadencia, Que todo se detenga logra reflejar el resultado de un periodo de nuestra historia con solidez y un buen elenco que acompaña el destacado trabajo de Otero. Al peso de esa voz propia que encarna la densidad del personaje “que piensa y piensa mucho”, como él mismo sostiene, la puesta en escena funciona con la ductilidad que requiere la intensidad frívola y desatada de alguien que, con todas las posibilidades, eligió vivir a su manera. QUE TODO SE DETENGA Que todo se detenga. Argentina, 2021. Dirección y guion: Juan Baldana basada en la novela “Que todo se detenga” de Gonzalo Unamuno. Intérpretes: Gerardo Otero, Luis Ziembrowski; Claudio Tolcachir; Natalia Dalena; Alan Sabbagh; Maria Canale; Martina Garello; Lucas Martínez. Dirección de Fotografía y cámara: Fernando Lorenzale. ADF/ Montaje: Pablo Di Bitonto. Dirección de Sonido: Pablo Irrazabal. Música Original: Sergio Vainikoff.
Una mujer desaparece y su coche es encontrado en una ruta nevada de la meseta de Causse (Francia). La investigación policial comienza y hay cinco personas ligadas a su desaparición, que irán van revelando el secreto que ocultan. Basada en la novela homónima del escritor francés Colin Neil, el director franco-alemán Dominik Moll (La nuit du 12; Eden; Noticias de la familia Mars; El monje) adapta la historia de este thriller coral con el que inauguró la 16ª edición del Festival Internacional de cine de Venecia. Al igual que en el libro, la película se divide en cinco capítulos que corresponden al nombre de cada uno de los protagonistas: la primera es Alice (Laure Calamy), una trabajadora social sorprendida tras la noticia televisiva de la desaparición de Eyelyne (Valeria Bruni Tedeschi), una parisina que pasaba unos días en su casa de fin de semana. Alice vio su auto en la ruta mientras visitaba al siguiente protagonista, Joseph (Damien Bonnard), un lugareño solitario con rasgos de sociópata que se dedica al trabajo rural. A ellos se le suma Michael (Denis Ménochet), esposo de Alice, dedicada a la ganadería; la joven y bella Marion (Nadia Tereszkiewicz), que se desempeña como moza en un elegante restaurante y, finalmente, Armand (Guy Roger “Bibisse” N’drin), un joven desempleado de la Costa Marfil, que se dedica a hacer chantajes sentimentales por internet para ganarse la vida. Narrada desde los distintos puntos de vista de sus protagonistas, a medida que se suscitan las historias, el relato revelará las singularidades que los caracterizan como los detalles que comparten en torno a la figura de Eyelyne, generando un entramado cargado de silencios, tensiones y matices. La elección formal del entrecruzamiento de historias transita diversos géneros y climas alrededor del hecho principal que irrumpió en sus vidas. En su sexto largometraje, Dominik Moll se destaca por ser un gran observador de la sociedad actual, desde la cual construye el perfil de sus personajes más allá de los enigmas y la pulsión que los moviliza. En ellos refleja la insatisfacción personal con la que lidian a diario, las diferencias socio económicas, los placeres reprimidos y los deseos que sostienen con abnegación y dolor. Con un destacado elenco y una sólida puesta en escena, Sólo las bestias, premiada y nominada en diversos festivales internacionales, va más allá del policial de suspenso con el que se inicia, al explorar las zonas más oscuras y frágiles de seres que buscan en el amor o en sus relaciones, de cualquier tipo, un espacio de contención, libertad y sosiego que los aleje de su realidad. SÓLO LAS BESTIAS Seules les bêtesaka, Francia, 2019. Dirección: Dominik Moll. Intérpretes: Denis Menochet, Valeria Bruni Tedeschi, Laure Calamy y Nadia Tereszkiewicz. Guionista: Dominik Moll, Gilles Marchand. Música: François Maurel, Noemi Hampel, Matthias Schwab. Fotografía: Patrick Ghiringhelli. Montaje: Laurent Rouan. Duración: 117 minutos.
¡Qué lástima! Que no pudiendo cantar otras hazañas, porque no tengo una patria, ni una tierra provinciana (…) El extracto de uno de los versos del poeta León Felipe, traduce con maestría la angustia de quienes perdieron sus raíces y debieron reconstruir su identidad. Seres partidos y desmembrados tras el exilio de su lugar de origen, hacia otro país donde debieron volver a ser, pero de otra manera. En torno a la experiencia de ese exilio obligado por muchos argentinos y argentinas durante la dictadura cívico militar (1976-1983), trata el nuevo documental de la realizadora Silvia di Florio (Barboza, el sentimiento de abrazar; Anconetani). Con libro de Andrés Habegger y Di Florio y, a través de diversas entrevistas, la película recoge el testimonio de quienes debieron armar una nueva vida en España, principalmente, en las ciudades de Madrid y Barcelona dejando atrás sus afectos y sus sueños. También nos acerca el relato de sus hijos o hijas, divididos entre quienes nacieron afuera y los que partieron de pequeños sin saber qué pasaba. Mientras escuchamos sus historias, subyace la sensación y la dificultad que padecieron ante la falta de pertenencia (el “no soy de aquí ni soy de allá”) como de la frustración por lo que lucharon y dejaron a mitad de camino. Partidos, voces del exilio, pone en diálogo el pasado más oscuro de la Argentina con el presente actual de los exiliados en España, combinando imágenes rodadas en la ciudad de Buenos Aires y Madrid, a través de un recorrido poético y cercano a la experiencia traumática de los argentinos desterrados. Sobre esas marcas indelebles, las familias desmembradas son el denominador común en todos los protagonistas, como hace referencia la actriz Malena Alterio, hija del gran Héctor Alterio, exiliado en los setenta, quien además participa en el documental interpretando el poema ¡Qué lástima!, de Léon Felipe, el cual se intercala a lo largo del relato. Sin ningún tipo de intervención, la mirada empática de la realizadora pone de manifiesto el significado del desarraigo, en una película de tono coral muy bien musicalizada que entreteje el sentimiento compartido de sus entrevistados cuando se encuentran solos o solas frente a la existencia. PARTIDOS, VOCES DEL EXILIO Partidos, voces del exilio. Argentina/España, 2022. Dirección, guion y música: Silvia Di Florio. Edición: Marcela Sáenz. Fotografía: Gustavo Cataldi. Sonido: Carlos Olmedo. Duración: 67 minutos.
La evocación de la memoria se asocia, principalmente, al poder de las imágenes; a lo visto y reconstruido en infinidad de películas. Sin embargo, plantear esa búsqueda a través del uso del sonido puede ser tan o más eficaz cuando se trata de algo trascendental como es la memoria del mundo, la cual compartimos como sujetos históricos. Aquel sonido inspirador que explora los recuerdos que nos habitan, dio lugar a la historia que ofrece Memoria, la nueva película del cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul ganador de la Palma de Oro en Cannes por El hombre que podía recordar sus vidas pasadas. Todo comienza cuando Jessica (Tilda Swinton) una botánica inglesa despierta una noche en la oscuridad de su cuarto alterada por un sonido seco y penetrante. Frente a ese desconcierto, Jessica irá tras las causas y el significado de esa resonancia que la obsesiona y la trasciende, a través de un recorrido por diversos lugares de Colombia. Durante esa búsqueda, que se acerca a una exploración subjetiva y territorial, las escenas comparten un carácter enigmático al tiempo que parecen piezas sueltas de un rompecabezas ascético y sofisticado; apreciación que se va diluyendo en el transcurrir del tiempo cuando los hechos se hilvanan de forma imperceptible. Así, presenciamos el despertar de las alarmas de los coches dentro de un estacionamiento; la paranoia de la protagonista al sentirse perseguida por un perro en las calles de Bogotá, luego de visitar a su hermana en el hospital; su encuentro con la antropóloga francesa (Jeanne Balibar) que le muestra una momia hallada en una cueva; su vínculo con el hombre misterioso (Elkin Días) que todo lo recuerda en medio de la selva colombiana; o el recurrir a un experto en sonido (Juan Pablo Urrego) para dilucidar la composición del sonido que la persigue y la aleja del sueño. La percepción de cada una de esas escenas genera un relato que trasciende el carácter representacional de lo audiovisual, para volverse una experiencia sensorial. Uno de los disparadores que originaron la película, fue la vivencia del propio realizador ante el “síndrome de la cabeza explosiva”. Ese sonido perturbador en su cabeza, es el mismo que siente la protagonista. A ese episodio, se agrega la estadía por dos meses en Colombia donde pudo viajar por distintos lugares y experimentar la violencia de su territorio como la belleza inconmensurable de su entorno natural. Una experiencia, que le permitió plasmar una mirada personal sobre la complejidad colombiana, que no resulta extranjerizante sino más bien cercana y comprensiva, debido a la similitud de situaciones en su país de origen, Tailandia. Dicha intencionalidad se intensifica con el predominio del idioma español, teniendo en cuenta que su protagonista es inglesa. Acorde a su estilo, el uso de la alusión, el simbolismo y la reconstrucción del pasado, a través de los distintos planos y capas sonoras, juegan de contrapunto con las imágenes o, en muchas escenas, las completa. El fuera de campo, también cobra un rol importante, ya que las voces, los ruidos o los sonidos tratan de dar forma y cuerpo a aquello que ella imagina o se asocia con fenómenos inexplicables que se adentran en la ciencia ficción. Bajo esa tonalidad, Weerasethakul opta por largos planos fijos o suaves travellings, los cuales generan una poética discursiva que fluye en un tiempo que no se define por lo cronológico, en la medida en que la protagonista se acerca a cierta transferencia cósmica con la naturaleza y el origen del mundo. Estética, contemplativa y exquisita en su planteo formal, Memoria, ganadora del Premio Especial del Jurado en Cannes, invita al espectador a resignificar e interpretar lo escuchado, más que lo visto, como a dejarse llevar por la estimulación continua de los sentidos. MEMORIA Memoria. Taïlandia/Colombia/México/Francia/Reino Unido/Alemania/China/Suiza, 2021. Dirección, guion, fotografía: Apichatpong Weerasethakul. Intépretes: Tilda Swinton, Agnes Brekke, Daniel Giménez Cacho, Jerónimo Barón, Juan Pablo Urrego, Jeanne Balibar, Aida Morales, Constanza Gutiérrez, Elkin Diaz. Edición: Lee Chatametikool. Música: César López. Duración: 136 minutos.
¿Cómo impacta que un político de larga trayectoria se quede sin ideas y recurra a una joven proveniente del campo de la literatura y la filosofía? Y ¿Por qué la izquierda, que él representa, insiste en ejercer una narrativa intelectualizada que lo aleja de lo colectivo? Partiendo de esos interrogantes, la nueva película del director y guionista francés, Nicolás Pariser (El gran juego, 2015) intentará dar respuestas y sentido a las contradicciones que plantea. La historia comienza con la llegada de Alice (Anaïs Demoustier) desde Londres hasta la alcaidía de Lyon, Francia, contratada para trabajar y asesorar a Paul Théraneau (Fabrice Luchini), un político de muchos años que necesita de alguien proveniente del campo de la literatura y la filosofía para nutrirlo de ideas y proyectos, ya que se siente agotado y sin nada nuevo para aportar a los ciudadanos. Desconcertada con la tarea, Alice comenzará a poner en práctica su misión, mientras lidia con la competencia y rivalidades dentro del entorno político, al tiempo que despertará en el alcalde, otras formas de encarar la vida y los valores por los que luchó. Con un fuerte peso en lo discursivo, la película se adentra en reflexiones sobre el rol de la izquierda y la derecha; en el concepto de progresismo, dividido entre quienes lo miden en relación al éxito económico, y quienes lo valoran desde la mejora en el factor humano; sumado a los sistemas de poder puestos en juego y a la fractura de los ideales en el siglo XXI; temáticas, que atravesarán todo el relato sin llegar a excelsos debates ni acaloradas discusiones, más bien los diálogos se tornan planos, tibios y algo transitados. En cambio, la elección certera de sus protagonistas, no sólo desde lo interpretativo, sino desde lo que representan, son una muestra de los conflictos puestos en juego. En el alcalde se condensa el costo de apostar por una sociedad mejor, que hoy se desdibuja y, en Alice, el representar una generación de jóvenes desmotivados por la realidad que sólo conduce a cierta inercia y soledad. Orientado hacia el cine político, como demostró Parisier desde sus inicios, en su segundo largometraje optó por darle un tono más liviano y en clave de comedia dramática, al vacío moral que provoca la crisis del pensamiento y la falta de ideas en el sistema gubernamental. Para el realizador, ese vaciamiento, pone en riesgo la democracia y las instituciones. Si bien Alicia y el alcalde se orienta hacia temas muy interesantes que se sostienen con una sólida puesta en escena, no abre un debate que genere una dialéctica discursiva en post de algo nuevo, ni ahonda en la psicología de sus personajes, ya que no termina de profundizar ni ofrecer un tratamiento más original frente al “momento peligroso, como define el director, que atraviesa nuestra historia”. ALICE Y EL ALCALDE Alice et le maire, Francia, 2019. Dirección y guion: Nicolas Pariser. Intérpretes: Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi, Léonie Simaga, Antoine Reinartz, Maud Wyler, Alexandre Steiger, Pascal Rénéric, Thomas Rortais, Thomas Chabrol. Producción: Bizibi, Scope Pictures. Fotografía: Sébastien Buchmann. Música: Benjamin Esdraffo. Duración: 104 minutos
La necesidad de abordar y visibilizar la violencia de género, síntoma preocupante del abuso de poder, la desigualdad y la discriminación ejercida contra las mujeres y el colectivo LGTBQ+, motivó a la directora Nadia Benedicto (Interludio, 2016) a realizar un thriller sobre dicha temática y que pondrá en juego la venganza, la libertad y la sanación. Hékate (que significa diosa de las brujas) narra el encuentro de Kira (Rosario Varela) una paseadora de animales que, al momento de llevarle el perro a su dueño, Juan (Federico Luisi) un joven violento y machista, recibe una mordedura en su mano. Juan la hace pasar y le presenta a su pareja, Helena (Sabrina Macchi) a quien mantiene sometida a sus maltratos constantes. Luego de curarla, la invitan a cenar con ellos, pero de inmediato ella observa el destrato natural que recibe Helena. A medida que pasan los minutos, la violencia de Juan hacia ambas mujeres se vuelve insostenible, desencadenando un incidente, tras el cual, Kira escapará con Helena en un auto hasta alejarse de la ciudad. En una suerte de road movie, el recorrido será la oportunidad de liberarse y ser ellas mismas. La ruta, la noche, el campo y un hotel serán los espacios para desarrollar una historia que fusiona el drama, la tensión y algunos elementos místicos. Al igual que en Interludio, la realizadora vuelve a centrase en el universo femenino, donde las protagonistas van en búsqueda de su identidad y de la reparación frente al dolor. A diferencia de la anterior, el tema de Hékate hace énfasis en la vulnerabilidad y discriminación que ejerce el patriarcado, en este caso, representado por el personaje siniestro de Juan, en quien se condensa todo lo que no debe ser una persona. Con una alta dosis inicial de crueldad psíquica y física, el suspenso y la acción funcionarán a tono con el ritmo de la huída y el destino incierto de sus personajes. Pero lo que comenzó de forma más precipitada, se irá tornando más íntimo, catártico y simbólico hacia el final. Partiendo de la historia de violencia que marcó la vida de mi abuela y entendiendo que ella se replica incansablemente en los cuerpos y vidas de miles de mujeres a través del tiempo, comencé a escribir esta película, con más preguntas que respuestas, pero con un deseo furioso por ponerle fin, comenta la directora. Realizada casi en su totalidad por un equipo de mujeres, y en su paso previo a su estreno comercial, la película fue reconocida y premiada en diversos festivales internacionales y nacionales donde fue exhibida. Una de las distinciones recibidas fue al trabajo de fotografía y encuadres de la mano de Cecilia Tasso, que les aporta una interesante estilización a las escenas. El tratamiento de la violencia de género en el cine argentino, tanto en la ficción como en el documental, a través de títulos como Salsipuedes (Luque, 2012) o Línea 137 (Vasallo, 2020) comparten con Hékate cierto discurso apelativo y concientizador que, en mayor o menor intensidad, se inserta indefectiblemente dentro de la historia. En su segundo largometraje, Nadia Benedicto propone una mirada feminista y LGBTIQ+ a fin de poner un límite a la ola de violencia ejercida sobre tantas mujeres que, como Helena -en la escena de la laguna-, se atrevan a gritar tan alto como ella, para liberarse del miedo y la sumisión con la que han crecido. HÉKATE Hékate. Argentina/2021. Dirección y guion: Nadia Benedicto. Intérpretes: Sabrina Macchi, Rosario Varela, Federico Liss y Julieta Brito. Edición: Sabrina Gazzaneo. Fotografía: Cecilia Tasso. Dirección de arte: Flor Penélope Núñez. Sonido: Marilina Giménez. Música: Lucy Patané. Duración: 77 minutos.
La nueva docu ficción del realizador Miguel Mirra enlaza el lenguaje cinematográfico con la literatura, el teatro y la música para abordar la lucha por la identidad y la alienación de la comunidad colla en la región jujeña de Casabindo. Inspirada en la novela de Héctor Tizon “Fuego en Casabindo” y en la ópera de Virtú Maragno, a quienes Mirra rinde un cálido homenaje, la película une al realizar con ambos autores con los que comparte y convoca el interés por los pueblos originarios, a fin de visibilizar su cultura y la resistencia frente al etnocidio que sufrieron. En este caso, se hace foco en la gran rebelión de Casabindo y Cochinoca en 1874, donde los collas son derrotados por el ejército en la Batalla de Quera, sumado a los reclamos que, durante décadas, enfrentaron antes los distintos gobiernos de turno pidiendo por la devolución de sus tierras. Nutrido del estilo etnográfico de Jorge Prelorán, del que cita una sus películas, el documental suma material fílmico de archivo, fotografías, escenas de películas propias como Hombres de barro (1887) y Crónica de un extraño (1998), como del testimonio de familiares de Héctor Tizón y Virtú Maragno. El contexto histórico y social cuenta con el aporte de investigadores sociales e historiadores que relatan las distintas etapas que atravesó la puna junto a sus pobladores; un espacio inconmensurable registrado desde la ruta que atraviesa el paisaje norteño y acompañado de la música orquestal con ritmos autóctonos. Fuego en Casabindo suma al formato documental el aspecto ficcional a partir de la puesta en escena teatral sobre la novela de Tizón que va atravesando todo el relato. La fusión entre ambos formatos y disciplinas artísticas da cuenta de las distintas maneras de interpretar y representar el sentido implícito de una obra que asume un compromiso hacia los pueblos silenciados como hacia nuestros orígenes. FUEGO DE CASABINDO Fuego de Casabindo. Argentina, 2021. Dirección y guion: Miguel Mirra. Dirección de Fotografía: Damián Barrera. Edición: Miguel Mirra. Música: Virtú Maragno y El Ekeko. Duración: 87 minutos