Memoria

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Una experiencia sensorial es lo que propone Apichatpong Weerasethakul en Memoria, la película para la que Tilda Swinton no solo se metió de lleno, sino que también decidió producir.

A veces, despertarse por un ruido suele ser molesto. Pero si cesa, y fue solo un golpe, se olvida.

No es lo que le sucede a Jessica (Tilda Swinton), la protagonista. OK, está en una cama que no es la suya, y en Bogotá, adonde viajó desde Medellín para estar junto a su hermana, internada en un hospital. No es un estruendo, tampoco un chasquido, ni un zumbido o crujido.

Pero el sonido, ese sonido, la persigue. Lo escucha en distintos momentos, y en distintos lugares. Nadie más lo oye. Solo ella.

Los personajes que acompañan a Jessica a lo largo de la película también tienen sus particularidades, algunos más referidos al título de la película, Memoria. Como su hermana, quien luego del accidente por el que está internada no recuerda muchas cosas y parece olvidadiza, o la antropóloga que de una manera bastante casual y poco creíble conoce la protagonista, y está obsesionada en encontrar nuevos restos -qué es eso sino la memoria, y el recuerdo, a partir de la necesidad de reconstruir el pasado-.

Y también está Hernán, el ingeniero de sonido al que Jessica acude para tratar de descubrir qué es, o a qué se parece aquel ruido, y quien misteriosamente en un momento dado desaparece.

Misterio
Es que el filme también podría haberse llamado Misterio.

Pero se titula Memoria, y es lo nuevo de Apichatpong Weerasethakul, ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2021. Un certamen que descubrió para el gran público al director tailandés, cuando Tim Burton como presidente del Jurado le entregó la Palma de Oro por El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (Tío Boonme), en 2010.

Como en El hombre que podía…, al realizador le interesan las imágenes fenomenológicas, y plantear más cuestiones, preguntas, que dar respuestas. La manera de rodar, con planos largos, escasos cortes de montaje, haciendo que prime una lógica interna en el plano, también. Apichatpong es un “tiempista”, como todo aquel que haya visto alguno de sus largo o cortometrajes lo sabe.

Rodada en Colombia, en un momento otro ruido sacude a la ciudad. No es el que escucha reiteradamente Jessica, parece producto de un disparo, cuando en verdad es el escape de un vehículo, pero un hombre presiente lo peor, y se arroja al suelo. La escena cobra un significado especial por dónde se filmó, por la realidad cotidiana del país sudamericano.

Ese es uno de los pocos, escasos roces que Apichatpong tiene con “la realidad”. Porque lo suyo son las sensaciones, las impresiones. Las experiencias sensoriales.

Y, como tal, importa menos la trama -que la película la tiene- que lo que percibe el espectador.

La película estrena este jueves en cines en la Argentina, y estará disponible en MUBI recién el 5 de agosto.