¡A pintar!
No hay mejor ámbito para el estreno de A 4 manos (2017) que la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, más por lo que cuenta que por como lo cuenta. Un documental con formato televisivo, bastante básico, donde el valor radica en el contenido y no en la forma.
A 4 manos toma la experiencia de cuatro pintores que decidieron trabajar de a par sobre una misma obra. Por un lado Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía mientras que por el otro tenemos a Guillermo Roux y Carlos Alonso, cuatro de los artistas vivos más importantes de la argentina.
La historia se centra en la experiencia de cómo es, para dos figuras reconocidas a nivel mundial, trabajar sobre un mismo lienzo, en donde la técnica y la teoría son diferentes en cada uno y el ego juega un rol primordial, pero esta es solo la excusa para entablar un diálogo abierto sobre la concepción del arte visual con ideas muchas veces contrapuestas, otras conflictivas y en donde lo idelógico y sociopolítico no está ausente.
A 4 manos es un documental de los llamados de cabezas parlantes, en el que su director Osvaldo Tcherkaski priorizó más el qué que el cómo para acercar al gran público una intimidad a la que rara vez el ciudadano común se puede acercar. En ese sentido es más que valioso.