El subgénero de chicas jóvenes sobreviviendo al ataque de feroces tiburones tiene un nuevo exponente en este básico, pero eficaz film del inglés Roberts, del que ya se está preparando una secuela (A 48 metros).
Tuvo que llegar un tal Steven Spielberg para que los tiburones se convirtieran en una de las criaturas cinematográficas más atemorizantes de la historia. Más de cuarenta años después de Tiburón, y con decenas de variantes entre medio (uno de los últimos éxitos había sido Miedo profundo, con Blake Lively), los escualos siguen dándoles unos cuantos sustos a los turistas desprevenidos.
A 47 metros es la historia de cómo unas vacaciones de ensueño pueden convertirse en un calvario en un par de segundos. Las protagonistas son Lisa (Mandy Moore) y Kate (Claire Holt), dos hermanas que, atraídas por unos lugareños, viajan hasta el medio del mar mexicano para nadar con tiburones en una jaula de buceo.
Pero algo tiene que suceder para que haya película. Y lo que sucede es digno de una pesadilla: la polea de la jaula se rompe y las envía hasta la profundidad del título, iniciando una carrera contra el tiempo que debe culminar antes de que se vacíe el tanque de oxígeno.
Filmada casi en su totalidad bajo el agua, A 47 metros construye una tensión tan básica como angustiante con pocos elementos: la posibilidad de un rescate, la presión del aire en constante disminución y, claro, los tiburones dispuestos a almorzarse a las chicas. Sin ser original en su propuesta, y aun con algunas decisiones de guión manipuladoras, el film de Johannes Roberts es un digno entretenimiento veraniego. Eso sí, se recomienda verla después de las vacaciones en la costa.