A 47 metros

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

En el fondo del mar nadie te oirá gritar

Desde el clásico atemporal Tiburón hasta el éxito reciente de Miedo profundo, los espacio abiertos y desolados con agua, y los peligros que la asolan, incluyendo buena presencia de escualos, han sido un clima ideal para crear películas muy efectivas en transmitirle al espectador la desesperación de los protagonistas.

A 47 metros se inscribe dentro de ese rubro, pero intentando darle una vuelta de tuerca bastante original.

En realidad, es más equitativo comparar A 47 metros con el recordado film de 2003 Mar abierto, o el film alemán A la deriva que intentó hacerse pasar como primera secuela de esta. Gente que por determinadas circunstancias queda varada en medio del océano, sin ningún barco cerca ni lugar para ampararse, y con algunos tiburones circulando por la zona. Es más, la tercera entrega de esa “saga” Cage Dive tiene un argumento bastante similar al de A 47 metros.

¿Cuál es esa vuelta de turca que diferencia a A 47 metros de otras propuestas similares? La posibilidad de crear una atmósfera de claustrofobia aún dentro de algo tan abierto como la inmensidad del mar. Ah, y por supuesto, el hecho de que en vez de estar flotando están sumergidos en el fondo. Estas diferencias hacen que la desesperación para el espectador sea mayor, y se presenten una serie de alternativas nuevas que el film aprovecha.

El lado profundo del océano

Lisa y Kate (la cantante/actriz Mandy Moore y Claire Holt, respectivamente) son dos hermanas que se encuentran de vacaciones en las playas de México. Como propuesta exótica deciden probar la experiencia de explorar el fondo del mar en la zona de tiburones, por supuesto estando ellas dentro de una jaula “impenetrable” para los peces, siendo guiadas desde un barco.

Todo hubiese sido una linda experiencia para sacar fotos de no haber sido porque ocurre un accidente: la jaula o cabina se atasca, el cable que la sostiene en la superficie se corta, quedando ambas hermanas atrapadas dentro y sin la posibilidad inmediata de ser rescatadas.

Desde arriba del barco, el marino interpretado por Matthew Modine parte en busca de un rescate; mientras, ambas hermanas deben aguantar.

Claro que una cosa es decirlo, o escribirlo, y otra es vivirlo. Ambas chicas deberán soportar no solo la posibilidad de que el tiburón las visite, sino la escasez de oxígeno, otras amenazas marinas y, como si fuese poco, la posibilidad muy latente de que pasado determinado tiempo la presión del agua provoque en sus cerebros daños irreparables.

Con todo esto, la tensión en A 47 metros está asegurada.

El mar en frasco chico

En realidad, este décimo film del hasta ahora ignoto Johannes Roberts, tiene una génesis bastante particular. Financiado de forma totalmente independiente en 2016, tuvo en su momento un estreno online con el título de In the Deep. Simultáneamente a ser lanzado en streaming y DVD, otra compañía se hacía con los derechos de distribución y se decidía a guardarlo para su estreno en salas al año siguiente, el cual resultó todo un batacazo de éxito, cambio de título mediante a 47 Meters Down.

Este detalle que parece anecdótico y hasta creó el objeto de culto de algunas pocas copias en DVD con el título original, en realidad nos habla también de que A 47 metros fue concebido como un film de plataforma de video.

Claramente se nota que estamos frente a una propuesta chica, que hace uso de la cámara en mano (las turísticas que permiten filmar bajo el agua), con pocos actores y casi una única locación estática,

Sin embargo, el logro de Roberts es transformar estas limitaciones a su favor, haciendo que esa estructura colabore en la sensación claustrofóbica correctamente lograda.

A 47 metros tiene picos de tensión y nerviosismo, y permite que el espectador se ponga nervioso junto a las protagonistas (dos actrices con bastante química entre sí).

También es justo decir que el guion se toma ciertas libertades, que no todo cierra perfectamente y hay varias inverosimilitudes, pero todas soportables dentro del juego que se propone, escapando a un rigor documentalista, abrazando el mero entretenimiento.

Roberts, que viene de films de video bastante pobres y de la impresentable El otro lado de la puerta, logra aquí un trabajo correcto, sabiendo dosificar bien las escenas para crear un ritmo nervioso pero que no agobie. El futuro lo encontrará dirigiendo la ya anunciada secuela de esta, y la por fin concretada secuela de Los Extraños, pareciera ser un nombre que comienza a notarse.

Conclusión

A 47 metros no pretende ser un nuevo clásico del cine de altas profundidades, pero con su vuelta de tuerca y su nerviosismo bien dosificado dentro de una propuesta chica, consigue el entretenimiento buscado que nos mantendrá aferrados a la butaca. Bastante para esta propuesta.