Todo por una selfie
Si la idiotez humana es un signo de estos tiempos, todo se hace por una selfie, el cine de entretenimientos podría explotar parte de esa idiotez y volverla un espectáculo en sí misma. Eso no merece desde este espacio ningún juicio de valor, lo cierto es que si funciona se pierde el contexto y el pretexto.
Por eso debe decirse que A 47 metros es un film ajustado a las expectativas que vende desde su paquete donde la peligrosidad de los tiburones blancos ocupan el centro de la desventura de dos hermanas gringas que pretenden pasar las vacaciones en playas mexicanas.
Dato de color: Una de las protagonistas es Mandy Moore y verla sufrir bajo el agua y sin oxígeno es un modo de que la empatía opere con el público. La otra sufriente es Claire Holt y el actor que llamaron porque debía ser barato el caché Matthew Modine, una sombra de aquel de películas como Full metal jacquet.
Lo bueno de la propuesta, a pesar de muchas licencias desde el guión que hacen del verosímil un mal chiste, es que la acción llega rápido y el espectáculo de supervivencia con la amenaza constante de tiburones blancos de más de 8 metros de largo suma adrenalina a la tensión y un ritmo adecuado a la opresiva sensación de ahogo constante.
Nada más ni nada menos para un producto que explota el elemento del tiburón con una mezcla de clase b y efectos razonables que no pasan verguenza.