Si le hablás a alguien acerca de una película en la cual sus dos protagonistas padecen enfermedades terminales, y que encima no puede tocarse y tienen que estar siempre a dos metros de distancia porque, sino se contagian y empeoran, ese interlocutor te va a mirar medio raro.
Si a ese relato le agregamos que los protagonistas se aman, y que tienen dramas familiares heavys, y que todo lo que padecen se muestra de formada demasiado gráfica, dicho interlocutor levantaría aún más las cejas, ¿No?.
Bueno, todo eso, y más, sucede en A dos metros de ti.
Por alguna razón que escapa a mi comprensión, hay una moda en Hollywood de adaptar best sellers sobre adolescentes que se están muriendo.
Tal vez la pregunta debería ser por qué estos libros llegan a ser best sellers. Pero bueno.
A dos metros de ti sigue los pasos de The fault in our stars (2014), Now is good (2012), If I stay (2014), Everythin, Everything (2017), y otras tantas, algunas mejores y otras peores, y llega al mismo lugar: hacer pasar mal a espectador.
Lo que la diferencia un poco, es que es bastante gráfica en cuestiones médicas. Vemos el sufrimiento de los personajes, sus cicatrices, sus tratamientos, sus vómitos, sus operaciones, sus infecciones, etc.
Y el film es así, todo el tiempo, de principio a fin. O sea, está diseñado para que el espectador sufra, un golpe bajo tras otro.
¿Esto hace que la película sea mala? No, pero no puedo obviar el mal momento que me hizo pasar.
No pretendo que este estreno, y similares, sean Love Story (1970) pero estaría bueno que cuenten con algo más que con hacer llorar.
A dos metros de ti es la ópera prima de Justin Baldoni, a quien se lo conoce más como actor, por haber participado en diferentes series.
Aquí consigue crear la atmósfera buscada, pero tal vez se le fue un poco la mano.
Entre Haley Lu Richardson y Cole Sprouse hay química y son el atractivo de la cinta. La popularidad de él gracias a su personaje en la serie Riverdale y sus redes sociales, son la herramienta fundamental, pero en detrimento del actor, quien tiene talento aún por descubrir y explotar.
En definitiva, nos encontramos con un enjendro: una película que no es mala, pero que puede causar repulsión.