A puro moco
Aquello que en Bajo la misma estrella (The fault in on our stars, 2014) funcionaba, principalmente gracias al talento interpretativo de su protagonista femenina Shailene Woodley, en A dos metros de ti (Five feet apart, 2019) termina por agotar un subgénero que encuentra en best sellers escritos a las apuradas y con muchísimos golpes bajos, fuente de inspiración y negocio para llenar los cines con fanáticos.
Hubo una época, hace mucho tiempo, en la que existía algo llamado “videoclub”. En esos espacios, plagados de películas en diferentes formatos y soportes las personas iban a “alquilar” por unas horas, alguna de ellas para verlas en sus casas. Las estanterías que exhibían las películas estaban divididas por géneros. Y particularmente, cuando la propuesta tenía alguna similitud, el encargado del lugar las agrupaba. Era muy común ver en “drama” films con una fuerte carga melodramática y con una temática que luego fue sumando cada vez más adeptos, “personas enfermas enamoradas”. Era muy fácil que Love Story (1970), El chico de la burbuja (The boy in the plastic bubble, 1976), y Castillos de hielo (Ice Castles, 1978) estuvieran disponibles en aquellos estantes y muy cerca una de otra.
Con el tiempo, esos casos aislados, comenzaron a expandirse, logrando en la literatura, o mejor dicho, en la industria de libros, una serie de colecciones y autores que supieron capturar la esencia de aquellas películas, haciéndolas aún más dolorosas, mayor originalidad en las enfermedades que padecían sus protagonistas, y poniendo aún más obstáculos para que el amor entre “enfermos” pueda triunfar.
A dos metros de ti de Justin Baldoni reúne todos los condimentos y reglas de este subgénero cinematográfico y potencia algunos elementos para, de alguna manera, mostrarse “original” en su planteo pero no lo logra. Stella y Will (los ignotos Haley Lu Richardson yCole Sprouse) son dos jóvenes que se conocen en el hospital en donde están internados realizando pruebas experimentales para mejorar su condición. Ambos padecen fibrosis quística y deben atender diariamente a una serie de rutinas médicas que implica la ingesta de varias docenas de pastillas, nebulizaciones, pinchazos, etc., para que sus cuerpos resistan hasta que el trasplante de pulmones llegue y les dé unos años más de vida.
Los jóvenes son completamente opuestos y poseen una perspectiva diferente acerca de la vida y de cómo la enfermedad los ha plantado frente a sus deseos más profundos, y así y todo, una historia de amor entre ellos nacerá. El principal problema que padecen para poder estar juntos es que esta enfermedad, incurable, impide el contacto físico y de cualquier tipo entre enfermos, por lo que de alguna manera Stella y Will deberán ingeniárselas para que eso suceda.
Narrada con un estilo que introduce imágenes mediatizadas de videos de youtube, para acercar aún más el producto a los jóvenes y también para reforzar su “originalidad”, A dos metros de ti es un relato plagado de estereotipos, lugares comunes y, principalmente, golpes bajos, que exponen al espectador a una montaña rusa de situaciones.
El guion, basado en el best seller de Tobias Iaconis, adaptado por el propio Iaconis y Mikki Daughtry no encuentra el ritmo adecuado para plasmar la pasión de los jóvenes en pantallas, y por momentos la película se regodea tanto con el dolor de Stella y Will, destacando en primerísimo primer plano cada uno de los tratamientos diarios a los que se someten (subrayando aquello que padecen con cada tos y escupitajo), que genera una necesaria evasión de la trama de este predecible film, aburrido y filmado sin pasión. Aquella que debería salir de sus protagonistas, que gritan, lloran, se cuestionan su enfermedad y existencia, dicen frases de manual, pero nunca logran trascender la pantalla con una química y un fuego ausente de principio a fin.