Adolescencia acompasada
A La Cantábrica (2012), dirigida por Ezequiel Erriquez, es una película que expone la historia de Lija, Choco, Lola y Zota, cuatro amigos que comienzan a vivir las primeras experiencias propias de la adolescencia, a fines de la década del noventa. Si bien la idea puede resultar interesante, la lentitud, el escaso diálogo y las diversas aristas que no se resuelven, caracterizan a un film que en ocasiones se torna monótono.
El principio de A La Cantábrica quizás logra que el espectador se compenetre con las diferentes realidades de sus protagonistas: cuatro jóvenes que atraviesan diversas problemáticas, a las que se le suma el inicio de una etapa tan importante como difícil. Cada uno vive las dificultades que se le presentan sin compartirlas con los demás; la interacción entre ellos es casi nula, exceptuando los momentos de diversión que comparten en la escuela y en La Cantábrica, una fábrica abandonada a la que acuden a diario.
El interés que generan los primeros minutos se diluye con el ritmo paulatino de la película. Porque al mostrar pinceladas de cada historia sin provocar un verdadero conflicto, el film se vuelve tedioso y lento.
Sin embargo, hay que admitir que la necesidad de que ocurra algo que active el argumento puede ser atractivo para el público. Es una fórmula probada en más de una película, en la que la sensación de esperar “algo” más grande también se convierte en protagonista. Y ese “algo” llega en los últimos minutos… Aunque por la tardanza o los escasos detalles que se presentan no logra convencer.
Simple y realista, A La Cantábrica describe lo que le sucede a la mayoría de los chicos cuando empiezan a dejar atrás la niñez. Si ese es su cometido lo logra, pero deja sabor a poco.