Nada es más difícil que el paso de la infancia a la adolescencia. Este film de Ezequiel Erríquez, narrado desde una sinceridad que parece autobiográfica, toma ese paso desde lo sutil, desde la observación de lo mínimo, aún cuando dispone de un elemento fuerte en su trama para motivar la historia. Próxima a sus criaturas tanto en ideas como en la forma, no fuerza la metáfora social sino que la impone por la pura fuerza de su mirada. Un film de emociones puras.