Las historias de los sobrevivientes a un naufragio, solos en medio del mar, ya se ha filmado muchas veces, y tal vez ésta sea la principal falla de la buena película del islandés Baltasar Kormakur, que emigró a Hollywood para hacer excelentes thrillers como "Contrabando". Aquí, a pesar de la inmensidad del océano, Kormakur se vuelve más intimista, ya que el truco para mantener el interés dramático es una narración no lineal que intercala escenas de la historia de amor entre los dos protagonistas con los angustiantes momentos de los más de 40 días de supervivencia a la deriva en un velero medio destruido.
Shailene Woodley y Sam Claffin son los navegantes que se conocen en la Polinesia y, pocos meses después, aceptan el encargo de llevar un lujoso velero desde Tahití hasta San Diego en los Estados Unidos. Pero el cruce del Pacífico se complica cuando les aparece un tifón. Basada en una historia real, la película tiene imágenes atractivas y una creíble actuación de la protagonista, pero el aire a déjà vu no falta en la mayoría de las escenas.