La pelota Wilson tenía más onda
Si la idea del Hollywood decadente es alejar al público adolescente de la pavada bajo el pretexto de historias de superación o supervivencia en alta mar como es el caso de este mediocre espectáculo, como diría Tom Hanks en Apollo 13: “Hollywood, tenemos un problema”.
Y precisamente Tom Hanks en una de sus olvidables películas interpretaba a ese náufrago barbudo que andaba en la isla con una pelota de volleyball en una versión edulcorada de la épica literaria Robinson Crusoe.
El título local es elocuente y ahorra palabras para la sinopsis. Quienes se encuentran a la deriva son una parejita de novios (Shailene Woodley y Sam Claflin) en medio del océano Pacífico. Procuran ganarle a una tormenta y llegar antes que se desate la hecatombe en el océano. Es obvio que gana la tormenta y también cómo puede desarrollarse una historia trillada de supervivencia y predecible al minuto que ese velero llamado Hazaña la pasa realmente mal con los tumbos en el agua y los rostros de desesperación de la protagonista.
Nada funciona en este film destinado a adolescentes, ni siquiera el drama que implica sobrevivir sin agua potable, con poca comida y a merced de las inclemencias del tiempo y la resistencia de una embarcación pequeña como un velero.
Tampoco alcanza que este producto dirigido por Baltasar Kormakur (Everest) se inspire en un hecho real (fotos de los verdaderos protagonistas para que no queden sospechas hacia los créditos finales) desde lo narrativo con ese punteo entre pasado y presente para lograr empatía con la parejita carilinda y feliz, o sufrir cuando sube el agua y la decadencia…perdón, digo, el agua los tape.