A la guerra por amor: Amor y política a la siciliana
Director, guionista, actor protagónico, Pif (Pierfrancesco Diliberto) cuenta otra historia de su Sicilia, como en su ópera prima La mafia uccide solo d'estate. Aquí estamos en la Segunda Guerra Mundial y los estadounidenses necesitan, además de triunfos militares, que la sociedad sea permeable. Para eso, tejen una estrategia que consiste en asociarse con la mafia. Mientras tanto, Arturo, italiano en los Estados Unidos, quiere casarse con una mujer prometida con otro hombre y -por esas cosas del guión- para lograr su objetivo deberá viajar a la Sicilia en guerra.
Película cargada en demasía de personajes, de música, de gesticulaciones, A la guerra por amor es también una pequeña anomalía. No se trata meramente de un producto hecho con recursos gastados; es, además, un relato plasmado por alguien con pasión y convicción. Como realizador y guionista Pif trastabilla, incurre en planos enfáticos, incluye explicaciones que podría haberse ahorrado; sin embargo, cuenta una historia de amor de forma intermitente que estructura el interés hasta el final, hace un chiste sobre las selfies en los años 40 que no suena extemporáneo, y en unos cuantos diálogos hasta se vislumbra una sofisticación impensada.
Cuando la acción se encauza luego de un comienzo embarullado, la amistad entre el enamorado Arturo y el honesto militar estadounidense -la película toma parte de su historia real- tiene química, fluidez y nobleza.