Romanticismo relegado
El actor y conductor Pierfrancesco Diliberto, más conocido bajo el pseudónimo de PIF, vuelve a retratar a la mafia en su segunda comedia. Los personajes principales surgieron en su primer film y también se los pudo ver en una serie de televisión.
En A la guerra por amor (In guerra per amore, 2016), PIF narra la historia de Arturo, un inmigrante italiano que trabaja como mozo en el restaurante neoyorquino del tío de Flora, su pretendida. El principal problema para el protagonista es que el tío de Flora arregla el matrimonio entre su sobrina y el hijo de un capo de la mafia y a él no se le ocurre mejor idea que viajar a Sicilia como soldado de los aliados a declarar sus intenciones al padre de ella en plena guerra.
Esto sucede en el contexto de la operación Husky, en la que el gobierno de Estados Unidos contactó a Lucky Luciano mientras cumplía una condena de treinta años por proxenetismo. El capo mafia utilizó los contactos que mantenía con sus pares de Sicilia para proveerlos de información privilegiada y coordinar la llegada de los aliados al viejo continente.
PIF toma a los personajes de La mafia sólo mata en verano (La mafia uccide solo d'estate, 2013), su ópera prima en la que contaba la historia de amor entre Arturo y Flora entre los años setenta y noventa, mientras la cruzada contra la mafia se volvía cada vez más virulenta. La comedia retrataba a la Cosa Nostra a través de los ojos de un niño, luego convertido en periodista. En el 2013, PIF continuaría la historia de su primera película en una serie para televisión.
El problema principal de A la guerra por amor está en el tratamiento de lo que en apariencia es la subtrama presente desde el comienzo y en realidad es determinante en la resolución. La película comienza como una comedia ligera sobre los jóvenes enamorados pero descarrila en los veinte minutos finales cuando adquiere un tono de denuncia que contrasta de forma evidente con lo visto en la hora previa.
Pareciera que el realizador quiere lograr un efecto parecido al de La vida es bella (La vita è bella, 1997), de Roberto Benigni: tomar un contexto horroroso e insertar a los personajes en un relato en el que no falte el humor y el absurdo. Allí donde Benigni salía ileso, Pif falla. En A la guerra por amor, la historia romántica entre los protagonistas queda relegada en pos de la denuncia.
Sin embargo, PIF elabora a un convincente Arturo, algo torpe pero firme en sus intenciones. A él no le importa liberar a un pueblo oprimido por Mussolini aliado con Hitler, ni la mafia que cuenta con más autoridad que el propio ejército. Será el personaje del teniente Chiamparino (Andrea di Stefano), el más idealista, quien luchará contra su propio ejército y cuestionará la breve alianza con los “hombres de honor”.
Este es el verdadero tema de la película y PIF utiliza una historia de amor para denunciar esas negociaciones que en la década del 40 sellaron el destino de Italia con sangre y fuego.