Garrel cada día filma mejor
El notable director de Los amantes regulares, Salvaje inocencia y La jalousie retoma una de sus obsesiones (las relaciones de pareja) con una de las apuestas más lúdicas y elegantes de su dilatada trayectoria que parece dialogar con las creaciones del coreano Hong Sang-soo. Un ensayo leve y fluido sobre los celos, los sentimientos posesivos, las tentaciones, las traiciones cruzadas y -claro- sobre la realización artística. Lástima que su estreno comercial en Argentina coincide con el BAFICI. El público cinéfilo, se sabe, no abunda.
Soy fan de las películas más lúdicas, menos pretenciosas y solemnes de Philippe Garrel (y del cine en general) y, por eso, A la sombra de las mujeres, casi una comedia de enredos a-la-Hong Sang-soo, me pareció muy disfrutable.
Pierre (Stanislas Merthar) es un documentalista sin demasiado brillo y con un pasar económico bastante penoso que está rodando un film sobre unos veteranos sobrevivientes de la Resistencia Francesa. Pero ese no será el eje de la película sino la relación con su esposa Manon (además asistente y editora de sus proyectos) que interpreta Clotilde Coreau y el affaire con Elisabeth (Lena Paugam), joven becaria en un laboratorio de películas (dicho sea de paso, Garrel es uno de los últimos “dinosaurios” que sigue rodando en blanco y negro y en 35mm).
La cosa se complica aún más cuando Elisabeth descubre que Manon también tiene un amante y decide contárselo a Pierre. Así, todos comenzarán a obsesionarse cada vez más con los otros personajes. Ensayo leve y fluido sobre los celos, los sentimientos posesivos, las tentaciones y las traiciones cruzadas, A la sombra de las mujeres está narrada con una gracia, un espíritu al borde de lo autoparódico (sobre todo por el uso irónico de la voz en off) y una elegancia que no son habituales en el cine contemporáneo.