No soy incondicional del director francés. Si Los amantes regulares y Salvaje inocencia me parecieron esfuerzos no siempre logrados, que recuperaban algo del clima de la nouvelle vague pero sin su magia y su genio, A la sombra de las mujeres me reconcilió con su propuesta. En este film pequeño vuelve sobre su tema principal: las relaciones de pareja. Como es habitual, con fotografía en un blanco y negro de poco contraste, este melodrama casi atemporal desarrolla la relación entre un hombre mediocre, con perfil de perdedor, oscuro director de documentales, y sus dos mujeres: la esposa, quien colabora en todos sus proyectos, y una archivista.
Ambas superiores a él, lo aman, protegen, están prontas a satisfacer sus necesidades y requerimientos, son la clase de mujeres que aman demasiado. El hombre es un machista, sádico, egoísta y culpógeno, y es interesante ver cómo se desarrollan las cosas cuando su mujer sostiene también una relación paralela. Clotilde Courau se destaca: su personaje expone su amor, mientras su marido lo oculta. Sin dudas, A la sombra de las mujeres es una película feminista. El film se desarrolla con una ironía seca, austera, y muy humana, y resulta absolutamente verosímil. Con un final que supera todo el sarcasmo anterior.