Por un puñado de risas
Si Ted (2012) aclaró si Seth MacFarlane puede dirigir cine, su segundo film A Million Ways to Die in the West (2014) eleva la incógnita de si puede protagonizarlo. MacFarlane es conocido como el creador – y muchas de las voces – de Padre de familia (Family Guy), el show que la gente ama u odia, pero no como actor protagónico. Sabemos que puede poner la voz. ¿Puede poner el cuerpo?
La respuesta es no. No tiene el talento ni la presencia. El Western es un género intensamente físico y cada tiroteo, tropiezo y caída de caballo subraya la inhabilidad de MacFarlane para doblegar su lenguaje corporal al servicio del humor. Carece de madera actoral y es de madera actuando. Su único truco es su voz, un sobrio barítono del cual se vale para actuar de contrapunto intelectual en un mundo menos inteligente que él. Para este propósito no podría haber elegido mejor escenario que el de Arizona en 1882.
La película se presenta como una deconstrucción del romántico Viejo Oeste pregonado por las versiones edulcoradas del cine y la televisión. Nuestro protagonista es Albert Stark (MacFarlane), un ovejero cobarde que vive deprimido por la “terribilidad general del Oeste”, donde “todo lo que no eres tú te quiere matar”. Efectivamente mientras habla unos coyotes se están comiendo el cadáver del alcalde del pueblo, que hace tres días que se está pudriendo en la calle. “¡Es como si estuvieran ahí para probar mi punto!”, acota. Muchos infelices sufrirán muertes súbitas y absurdas a lo largo de la película.
MacFarlane interpreta a Stark como un hombre anacrónicamente moderno rodeado de palurdos decimonónicos que jamás han tenido un pensamiento inteligente en sus vidas. Su humor es el de Adam Sandler: “riámonos de todos menos de nosotros mismos”. MacFarlane se salva hasta cierto punto por su elocuencia y el apropiado contexto histórico de la película. Tiene algunos buenos chistes para hacer sobre los arcaísmos de la época y otros que se mantienen vivos como el racismo, sexismo y colonialismo. Nada muy mordaz o que no hayan visto ya en Padre de familia.
A su vez hay una generosa cantidad de escatología, la cual da más asco que risa. Loco por Mary (There’s Something About Mary, 1998) demostró que hay una forma de encuadrar y reírse del falo, o de la mórbida proximidad del rostro humano al semen y la orina. ¿Cuál es la excusa de esta película? Sufre la pésima dirección (y a menudo interpretación) de MacFarlane, que parece estar más preocupado en el resultado de sus chistes que en construirlos debidamente.
El humor a menudo resulta aleatorio y fortuito. Probablemente polarice a la audiencia entre aquellos acostumbrados a las socarronas indulgencias de MacFarlane y aquellos que busquen algo más accesible y menos condescendiente. Pero más allá de la cuestión del gusto la película comete un error que no favorece a nadie, y es el de tomarse en serio a sí misma. Maneja un verosímil bastante bipolar y ninguna mitad ayuda a la otra mitad.
Con excepción de una parejita secundaria (una laboriosa prostituta que tiene sexo con todo el pueblo menos con su pusilánime novio, interpretados por Sarah Silverman y Giovanni Ribisi) el elenco parece estar tomándose la idea de un Western en serio y recibimos actuaciones totalmente serias y comprometidas de parte de Liam Neeson y Charlize Theron en el papel de un violento forajido y su mujer. Consideren su escena introductoria, o la del escape de la cárcel, o la que él trata de violarla: escenas largas en una película larga que no causan gracia y escriben una historia a medias. Cuando Stark no está en escena la película parece seguir sin él en otra dirección, y no termina de llegar a ningún puerto en particular.
A Million Ways to Die in the West probablemente hubiera funcionado mejor como una serie de sketches cómicos en una película más breve protagonizada por un actor capaz, con una dirección más segura y un guión que terminara de conjugar sus ideas en vez de concluir maquinalmente (con un final que ratifica todo lo que se pretendía criticar acerca del idealismo pueblerino norteamericano, por cierto). Pero no se puede criticar una película por lo que no es. Lo que es, es un episodio extra largo de Padre de familia en una de sus temporadas más tibias.