Para reírse… pero no para caerse por ello.
Ted probó ser un más que efectivo debut en la dirección para Seth MacFarlane, creador de Family Guy y American Dad. Los que están acostumbrados a su humor acido y políticamente incorrecto obtuvieron un titulo que valía el precio de la entrada.
Aunque las comparaciones son odiosas y cada película debe ser analizada y/o valorada según los meritos y carencias que esta tenga por si misma, debe aclararse que Ted tenía a su favor un halo de misterio que residía en el hecho de que se te hacía difícil predecir un final para una historia como esa. Era algo que solo viendo la película, y sólo viendo la película, se podía contestar.
Traigo esto a colación dado a que A million ways to die in the west corre con la enorme desventaja de ser un relato en el cual se ve venir su final no solo desde el primer cuadro, sino desde el mismo tráiler.
¿Cómo está en el papel?
A million ways to die in the west cuenta la historia de Albert Stark, un pastor de ovejas, que huye de un duelo armado y dicho acto de cobardía genera que su novia lo abandone para irse a los brazos de otro hombre. Esa noche, en medio de una tradicional riña en una cantina, Albert salva la vida de Anna, una recién llegada al pueblo con muy buena puntería, y los dos forman una amistad mientras esta le enseña a tirar para poder vencer al nuevo novio de su ex en un duelo. Lo que Albert no sabe es que Anna es la esposa de un peligroso forajido.
Como historia funciona, como comedia también y hay un contenido temático subyacente sobre enfrentar los miedos y darse cuenta que hay personas sobre las cuales no vale la pena sufrir. Los personajes están bien desarrollados y te generan cierto nivel de simpatía. Aun con todo esto la película no logra pasar de lo simplemente adecuado. Como había dicho en el principio, es una de esas historias que sabes inmediatamente cual va a ser el final, y con esa desventaja esperás, como mínimo que las situaciones cómicas que propone la película sean lo que prometen. Y lo son, pero si comparamos entre las escenas en las que te doblas de risa en la butaca y aquellas que apenas te sacan una risa, el último apartado es el que gana por goleada. Lo que no es malo, pero uno esperaba más.
¿Cómo está en la pantalla?
La palabra que define a la estética visual de la película es la de homenaje. La fotografía, el diseño de producción, el vestuario y sobre todo la música (al igual que en Ted, MacFarlane prueba un enorme conocimiento y sabiduría sobre la música clásica de películas) parecen salida del mejor exponente del genero filmado durante los años ’40 y ’50. Una estética tomada en serio y que ayuda a subrayar el verosímil en el que se mueve la película, a pesar de que muchas veces no ayuda en algunas situaciones cómicas que solo tendrían sentido en la modernidad.
Por el costado actoral, Seth MacFarlane sale lo suficientemente airoso de su primer desafío actoral —en carne y hueso; ya que había sido la voz de Ted— y me gustaría que lo vuelva a intentar. En lo personal, se me olvidó al toque que estaba viendo al creador de Family Guy. Liam Neeson es efectivo como villano pero solo a costa de un gran esfuerzo. Sarah Silverman y Giovanni Ribisi, entregan roles decentes como los amigos del protagonista, pero nada más. El pico más alto a nivel interpretativo es definitivamente Charlize Theron. Es un personaje que se gana al espectador desde el vamos a puro carisma.
Conclusión
Aunque genera pocas carcajadas, A million ways to die in the west cumple como comedia. La película no aburre en absoluto, y aunque está narrada decentemente y con un buen sentido del entretenimiento, al final no podes evitar sentir que esperabas más de lo que te dieron.