La intensidad de los vínculos
El film propone reflexionar sobre las inquietudes de un hombre de 40 años, urbano y cosmopolita, con sus preguntas, sus respuestas, sus miedos y sus amores.
Un hombre que ha llegado a los cuarenta años de edad con una gran duda que no para de atormentarlo: ¿A quién llamar si algo le sucediera en la calle y una ambulancia se lo tiene que llevar?.
Esta pregunta que da nombre al film, utilizada como una especie de Mac Guffin (según el genial A. Hitchcock), en realidad sólo sirve de disparador para relatar la crisis por la que atraviesa un hombre pasados los 40 años que está solo en la vida aunque tenga a la familia y amigos. Lo que trae a mi memoria aquella frase del filósofo y escritor español Miguel de Unamuno que decía “No estés nunca con aquellos que quitan la soledad y no dan la compañía”
Pero lamentablemente, la pregunta aparece en el contexto de largos diálogos inconclusos, aburridos y reiterativos, sumados a que el “fisic du rol” de los interpretes no logra adaptarse (o por lo menos convencer al espectador) a lo que proponen dramáticamente los personajes.
El film tiene muy buena fotografía, pero con un montaje que no ayuda a la fluidez del relato ni a compenetrarse en la historia, resultando mas un homenaje (o más bien recuerdo) de aquellos films franceses de la década del 60 donde directores que conocían muy bien las reglas del montaje decidían trasgredirlas para generar otro impacto.
A quién llamarías es una película que plantea un tema interesante, pero falla tal vez en la historia en que está inserto y la forma de relatarla, lo que da lugar a otro interrogante: ¿A quien llamarías, para verla?