"CUENTOS ROMANOS DE SEXO, AMOR Y FAMA"
Regresó Woody Allen, esta vez, inspirado en El Decamerón , aquel libro constituido por cien cuentos, terminado por Giovanni Boccaccio en 1351, alrededor de tres temas: el amor, la inteligencia humana y la fortuna.
Estamos frente a una agradable comedia, con algunos eventos disparatados y simpáticos. Resulta excelente la elección del reparto de actores, especialmente de los italianos que le dan aún más identidad al guión, que tiene como telón de fondo a la bella ciudad que le da título al filme. Y también Woody se pone frente a cámaras, cosa que no hacía desde 2006, cuando protagonizó la olvidable “Scoop”.
“A Roma con amor” gira en torno a 4 pequeñas historias, 4 cuentitos que paso a detallar brevemente:
Historia 1: un arquitecto (Alec Baldwin) pasea por la Roma en la que supo estar en sus años de juventud y se topa con un joven (Jesse Eisenberg) que estudia arquitectura y que pierde la cabeza por la amiga de su novia (Ellen Page), que viene de visita a la ciudad. Aunque, acaso, ¿se topó este hombre con su propia historia del pasado?
Historia 2: un matrimonio adulto (el propio Woody y Judy Davis) viaja a Roma para conocer a sus futuros consuegros, dado que su hija, durante su estadía como turista, conoció a un abogado romano que la enamoró. El padre del joven italiano es funerario (Fabio Armiliato) que, aficionado al canto lírico, entona como los dioses, pero sólo puede hacerlo mientras se ducha; y el padre de la joven es un régisseur de ópera jubilado con puestas estrambóticas… ¿Qué sucederá cuando ambos consuegros se crucen?
Historia 3: un matrimonio provinciano de recién casados (Alessandra Mastronardi y Alessandro Tiberi) se hospeda en un lujoso hotel, puesto que él va a conocer a los que serán sus futuros jefes en una poderosa empresa. Su flamante esposa sale en busca de una peluquería y se pierde en la gran ciudad, conociendo por casualidad a su admirada estrella de cine. Él queda solo en el hotel y una prostituta que lo confunde (Penélope Cruz) tendrá que hacerse pasar por su mujer cuando recibe la intempestiva visita de los que van a darle una gran oportunidad laboral.
Historia 4: un hombre de clase media (Roberto Benigni), oficinista, padre de 2 hijos, se ve acosado por la prensa de la noche a la mañana, convirtiéndolo en una celebridad sin motivo alguno. Es invitado a programas de televisión, premieres y desfiles, y las mujeres de la farándula mueren por él. Sin importarle el motivo, aprende a aprovechar de su injustificado éxito, pero cuando se acostumbra, sólo le resta decir: “La vida es muy difícil, seas famoso o no. Pero al final es mejor ser famoso”.
Estas historias breves avanzan cada una por su lado. En montaje paralelo vemos que cada historia acontece en su propio tiempo, transcurriendo algunos días, en unas; y muchos, en otra; menos en la que protagoniza Penélope Cruz, que transcurre en sólo un día.
Las historias, además de contar con la bella y encantadora fotografía de Darius Khondji, transcurren y se unen con una simpática y pegadiza canción que resulta una reversión de Amada mia, Amore mío de El Pasador, dándole el “color” necesario a estos cuentos romanos.
Woody Allen propone diversas historias pequeñas, algunas divertidas, otra más nostálgica, alguna con un corte sexual, pero todas recorriendo sus viejas y eternas obsesiones sobre el amor, el sexo, el adulterio, la fama y el psicoanálisis. Muchos detractores podrán opinar que Allen, así como su personaje en este filme, debería jubilarse y proceder al retiro. Pero otros tantos seguimos esperando, año a año, su pequeño o gran aporte a la cultura cinéfila, que divierte, que a veces hace pensar, que siempre entretiene y que nos hace saber que él está vivo, y nosotros también.