Este es un filme menor dentro de la sólida filmografía de Allen.
A lo largo de 46 años de carrera Woody Allen construyó una filmografía sólida que cuenta con más de 40 largometrajes, algunos de ellos notables. El último de los grandes filmes de Allen fue Medianoche en París, su anteúltimo título hasta la fecha. El nivel y la vigencia demostrada por Woody en aquella película nos brindaba expectativas ante la llegada de su nueva película.
A Roma con amor es un filme menor que tranquilamente se puede ubicar entre lo peor de la carrera del autor neoyorkino. En este nuevo largo cuenta cuatro historias independientes que solo comparten el espacio físico: la de un renombrado arquitecto americano que está rememorando su juventud en Roma (impagable Alec Baldwin) y se relaciona con un estudiante de arquitectura que está a punto de experimentar una crisis romántica. La peor de estas crónicas la de un típico romano de clase media que, de repente, se transforma en la mayor celebridad del país, un Roberto Begnini más infumable que nunca, y donde más claramente se percibe el pobre trabajo de guión. Otro de los relatos es el de una pareja de provincianos que llega a la ciudad por una importante ofrecimiento laboral, y finalmente la anécdota protagonizada por el propio cineasta que interpreta a un fracasado director de ópera jubilado que intenta llevar al dueño de una funeraria al escenario.
Si algo tienen en común todas estas historias, además de que transcurren en la ciudad de Rómulo y Remo, es que el desarrollo del libro cinematográfico resulta vergonzoso. Por momentos Allen muestra un trazo sumamente grueso indigno de su trayectoria.
Hay películas de Woody a las que la salvan un puñado de buenos chistes, la brevedad o la excelente música que suele amenizar el metraje. Ninguno de estos es el caso de A Roma con amor, filme que los amantes de Allen deberán olvidar rápidamente.