El interés de lo prohibido En el Malba se estrena un documental sobre la historia del periodista de investigación Rogelio Pajarito García Lupo, el cual posee los condimentos necesarios para convertirse en un retrato perfecto de este personaje, desconocido quizás por muchos. En la primer escena, Rogelio narra desde una voz en off, su primera aproximación con el periodismo con solo tres años, mientras observamos las imágenes de archivo del vuelo dirigible Graf Zeppelin, allá por el año 1934. A partir de este momento, se establecen las líneas narrativas principales del documental, que girarán en torno a la vida y anécdotas profesionales de una figura relevante en nuestro país, a través de esta profesión definida por el protagonista como “el mejor oficio del mundo”. El director del film (nada más y nada menos que su propio hijo Santiago García Isler), toma la acertadísima decisión de centrar la estructura del documental en la figura del pájaro: El ave define a nuestro protagonista, y se muestra presente desde el título, hasta en los fragmentos de animación (que además funcionan para brindarle mas dinamismo al relato), los segmentos en que está dividido, e incluso en los créditos finales, en donde aparecen algunos de sus colegas y amigos respondiendo a la pregunta de quién le puso este apodo y porqué. Una forma inteligente de encarar el documental ya que le otorga al director la posibilidad de retomar siempre el concepto central y evitar así un posible distanciamiento con la temática, el clásico “irse por las ramas”. Aquí volvemos siempre a la condición de “pájaro” que tiene el protagonista y a su capacidad de: “volar por todos lados, hasta por los rincones más oscuros” tal como señala uno de sus colegas. En fin, será muy difícil no encariñarse con un personaje que se abre al espectador por primera vez revelando frases memorables y algunas de las mejores anécdotas e historias de investigación del rubro.
Retrato de un periodista poco común Ese hombre de bastón, ya octogenario, que va detrás de su esposa con el perro, es todavía, como lo definió "Primera Plana" en 1964, "un peligro que camina o que escribe, porque además es periodista. Basta que se lea su firma, Rogelio García Lupo, para que el artículo adquiera un interés poco común, el de la cosa inédita, el interés de lo prohibido, de lo que se pronuncia en voz baja..." Ahora el hombre relata diversas anécdotas de su vida, en una biografía hecha a vuelo de pájaro, o de Pajarito, porque así le dicen, y así lo pintan las fotos y caricaturas animadas que intercalan cada capítulo. Su hijo Pablo hizo los dibujos, y Santiago el documental, que agrega anécdotas y pareceres en boca de viejos amigos, de su esposa Gabriela Courreges, y del propio realizador. Algunos hacen la debida valoración profesional, otros alguna broma, y el muchacho la mirada de entrecasa que contribuye al tono amable del relato. Como es un vuelo de pájaro, no vemos los comienzos en 1952, el libro de 1968 "Contra la ocupación extranjera", con su lista de militares en actividad vinculados a empresas norteamericanas, y otras cuantas perlas, pero, en cambio, surge un lindo retrato del viejo periodista y sus colegas, que es también el retrato de un grupo de argentinos de otra época. Así pasan el Zeppelin sobre Buenos Aires, el tío Miguel, entrenador de la nadadora argentina Jeanette Campbell en Berlín 1936, la incorporación a la Alianza Libertadora Nacionalista ("el nacionalismo fue lo que me atrajo del peronismo, el nasserismo y la Revolución Cubana"), el puesto de auxiliar noveno de un juzgado en lo criminal (apenas mencionado), los estudios de Derecho, la habilidad como redactor publicitario y jefe de empresa constructora, el gangsterismo post-peronista, el caso Satanowsky (y el carnet de la Side de un imputado, que RGL consiguió para la tapa de un libro), la experiencia de Prensa Latina en Cuba, hasta que el Partido Comunista desplazó a los fundadores, el plomazo de Allen Ginsberg, el trabajo gratuito en la CGT de los Argentinos, la dirección ejecutiva de Eudeba, donde logró éxitos de venta pero no pudo sacar las obras completas de Lugones, y los años de abstinencia obligada cuando "el único nexo con el periodismo era taparse la cara con un diario para dormir la siesta", hasta que la confidencia de un marino le permitió enviar un rápido mensaje a dos posibles empleadores: "Parece que estos tipos van a invadir las Malvinas y supongo que ustedes van a necesitar un corresponsal, ya". Se incluye hasta su reciente investigación sobre la mafia china a partir de unos curiosos avisos clasificados. Varias de sus investigaciones nacieron de la paciente lectura de clasificados, avisos fúnebres, el Boletin Oficial, etcétera. Y de su enorme capacidad de asociación y deducción, por supuesto. Gran parte de su archivo y su biblioteca hoy están en la Biblioteca Nacional, junto a los archivos de César Tiempo, Arturo Frondizi, Eduardo Cúneo y otros pocos intelectuales que enriquecieron los fondos públicos. El documental muestra cómo fue la donación, y toma nota de algunas cajas con material para investigaciones: Logia P-2, Secta Moon, Al Kassar, Menem (dos cajas). En algún momento estarán a disposición para consulta pública.
Un Pajarito con vuelo alto Combinando sabiamente lo familiar y lo profesional, el material de archivo y la animación, momentos íntimos y el testimonio de varios colegas, el realizador consigue un retrato bien ajustado de un periodista con más de sesenta años en la profesión. No existe mejor comienzo para un documental sobre el prestigioso periodista Rogelio García Lupo que el que eligió su hijo Santiago García Isler, director de A vuelo de Pajarito. Con imágenes de archivo del suceso que relata, García Lupo confiesa que cuando el Graf Zeppelin volaba por el cielo de Buenos Aires, él tenía tres años y sus padres lo llevaron envuelto en una frazada a la terraza, a las seis de la mañana, para no perderse aquello que ese día era un gran espectáculo para ver en familia. “Fue la primera noticia periodística que tuve en mi vida”, señala con gran precisión García Lupo, dueño de una trayectoria de más de sesenta años en la profesión. Ese es el emotivo comienzo del documental que se sostiene con la calidez del relato del periodista, quien ofrece sus memorias, con una dicción que invita a prestarle atención y a compartir ese viaje cinematográfico y placentero de noventa minutos. A lo largo del documental, Pajarito –como le dicen– cuenta con una memoria envidiable sus momentos más importantes como periodista, después de que desistió de ser abogado: su participación junto a Rodolfo Walsh en la Comisión Investigadora del Congreso de la Nación por el crimen del doctor Marcos Satanowsky, abogado del diario La Razón; el origen de la Agencia de Noticias Prensa Latina, donde se desempeñó un año y medio en La Habana entre 1959 y 1960, es decir, en plena efervescencia de la Revolución Cubana; su trabajo junto a Walsh y Horacio Verbitsky en el semanario CGT de los Argentinos, y su cargo de director de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) desde el gobierno de Héctor Cámpora y hasta la muerte de Juan Domingo Perón. La estructura que diseñó García Isler se sostiene con el testimonio de su padre, no solamente muy cálido sino también atrapante, siempre con una anécdota disponible en su memoria mientras va repasando su trayectoria profesional. Paralelamente, la voz en off del documentalista va guiando el relato y aportando algunos datos que sólo puede brindar por su condición de hijo: que a García Lupo no le gusta el fútbol ni el psicoanálisis, que nunca manejó un auto, ni usó celulares ni computadoras, que tampoco utiliza cajeros automáticos y sólo se maneja con efectivo y que le tiene miedo al ridículo y a las enfermedades. Son datos que otorgan una cuota de intimidad (como cuando se lo ve a García Lupo en la peluquería) pero que, sin embargo, no apartan al cineasta de la distancia necesaria para abordar una de las figuras más importantes del periodismo argentino. Los testimonios de García Lupo se complementan con imágenes de archivo de los sucesos que narra, entrelazados en algunas ocasiones con animaciones que lo muestran como un ser alado que vuela hasta sentarse y ponerse a trabajar en la máquina de escribir. Pero hay otro relato en paralelo que funciona como una trama dentro del documental: una vez García Lupo preguntó qué iba a ser de su gigantesco archivo de noticias gráficas cuando él ya no esté. Y su otro hijo Pablo le dijo que se podía llevar a la calle para los cartoneros. Ahí le nació la necesidad de donar todo a la Biblioteca Nacional. Y, entonces, se lo ve a Pajarito firmando el convenio de donación junto al director de la Biblioteca Nacional, Horacio González. Otro momento lo muestran observando en qué lugar va a quedar su archivo y también se lo observa supervisando el traslado de sus cajas desde su casa a la Biblioteca Nacional, con una rigurosidad propia de un periodista con mucho olfato. Olfato que le permitió descubrir, por ejemplo, los comportamientos de la mafia china a partir de la lectura de avisos clasificados de ciudadanos orientales que extraviaban sus pasaportes. Para completar el documental, el director recurrió a pequeños testimonios de prestigiosos colegas y amigos como Eduardo Galeano, Horacio Verbitsky, Isidoro Gilbert y el recordado Juan Gelman, que le aportan una cuota de conocimiento al espectador. Algo notable en A vuelo de Pajarito es la sutileza con que el realizador logra dosificar la intimidad de su padre con el hombre público que es García Lupo de una manera que no termine siendo simplemente un registro familiar, sino una obra cinematográfica que perdure más allá del tiempo. También es todo un acierto del director haber reunido a García Lupo y Osvaldo Bayer en un encuentro en el que, más allá de los años, demuestran que el verdadero periodismo está vigente y goza de gran vitalidad. Como estas dos eminencias.
Al maestro, con cariño Una película sobre un periodista parece en primera instancia como una propuesta que sólo podría interesarle a sus colegas. Sin embargo, tratándose de un film que retrata la vida de Rogelio García Lupo no sólo estamos ante un mito de la investigación en medios de comunicación de las últimas seis décadas (empezó a trabajar a principios de los años '50), sino también frente a un testigo privilegiado de acontecimientos fundamentales de la historia latinoamericana de ese período. Esa perspectiva es la que aborda A vuelo de pajarito, documental de Santiago García Isler que se estrenó en el MALBA. García Isler no es un director más sino uno de los hijos del propio García Lupo y, entre los múltiples méritos del film, está el de haber eludido las solemnidades y los clichés propios de este tipo de tributos. Hay, sí, mucho respeto y amor hacia su padre, pero A vuelo de pajarito (al octogenario periodista se lo conoce como Pajarito) hace gala de un bienvenido desenfado y toques de humor a la hora de reconstruir la vida de este hombre que brilló en Marcha, Clarín, El Periodista y tantas otras publicaciones. La película tiene como punto de partida la decisión de García Lupo de donar su impresionante archivo personal a la Biblioteca Nacional. Mientras embala las cajas, empieza a recordar varios de los hitos de su trayectoria, que incluyeron la creación de Prensa Latina en la convulsionada La Habana de 1959 junto a Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh y Jorge Masetti (después contará cómo el Partido Comunista cubano atacó a los argentinos para quedarse con el control de la agencia de noticias) y su relación cercana con el Che Guevara; su encuentro casual con Jorge Luis Borges ("¿Usted siempre conspirando?", le dijo el escritor); su participación en el semanario de la CGT de los Argentinos con Walsh y Horacio Verbitsky; su trabajo al frente de la editorial Eudeba durante la presidencia de Héctor Cámpora, su exilio interior durante la dictadura militar (no escribió durante 9 años y trabajó en una compañía constructora) y su regreso al periodismo en 1982 con la primicia de la Guerra de Malvinas. Precisamente Verbitsky es uno de los que prestan su testimonio sobre este periodista siempre combativo, aunque también aparecen durante los 90 minutos de A vuelo de pajarito otros amigos como Isidoro Gilbert, Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer o Daniel Divinsky. Pero lo mejor del film son las anécdotas y secretos sobre su trabajo que cuenta este viejo tan querible como cascarrabias que se pasó revisando de manera sistemática, día por día durante 50 años, los avisos fúnebres, los clasificados y el Boletín Oficial para encontrar allí, cual detective, material para sus investigaciones. Investigaciones que, como en el caso de la mafia de los pasaportes chinos, le valieron amenazas de muerte de las propias Tríadas. A vuelo de pajarito es un documental simple, contundente y emotivo. No tiene demasiados alardes técnicos ni narrativos (hay un buen uso del material de archivo y hasta simpáticas animaciones) porque lo esencial es escuchar y ver a García Lupo, referente ineludible del periodismo de investigación en la Argentina, que encuentra aquí una película a la medida de su notable trayectoria.
Para quienes no lo conozcan Rogelio García Lupo es una de las figuras más emblemáticas del periodismo de investigación en Argentina; un hombre que ha sabido vivir dejando huella, que no ha pasado por la profesión en vano; un testigo fiel de buena parte de los hechos del Siglo XX; referencia ineludible; y sí, la figura central de este documental que se estrena en el MALBA. A vuelo de pajarito tiene un elemento importantísimo y que lo diferencia de otros retratos de personalidades. Así como Mario Sábato habló de su padre en "Ernesto Sábato, mi padre”; en esta oportunidad Santiago García Isler documenta las vivencia de su padre Rogelio, otorgándonos un fresco en igual medida intimista pero no subjetivo, con la suficiente distancia como para observar la figura en su complejidad. “Pajarito” (tal el apodo otorgado por los suyos) a sus 82 años, decide desprenderse de su preciado archivo personal y entregarlo para la posteridad; el uso para la futura generación de investigadores que podrán acceder a él a través de la Biblioteca Nacional. Pero antes, le damos una última revisada. Las voces que se escuchan son las de Rogelio y Santiago, padre e hijo, que se pierden en esas fotos, recortes, anotaciones, y demás tesoros que sirven para imprimir una muestra de lo que este periodista pudo documentar a lo largo de toda su profesión. Son varios los aciertos de A Vuelo de Pajarito, un ritmo ágil en una estructura compleja pero amena que despierta constantemente el interés del espectador, no sólo por el descubrimiento de tamaña personalidad sino por el repaso de buena parte de nuestra historia reciente. Mientras asistimos a una clase de historia con mucho de postura ideológica, también veremos a un hombre hablando de su vida, que no teme plantarse frente a ciertas posturas actuales, que prefiere seguir con la vieja escuela y rehúsa de (casi) toda tecnología sospechosa. Pero no se crea confusión, el diagrama en viñetas separadas por animaciones simpáticas, y la finalización de segmentos con frases del propio Rogelio fundidas en vuelos de pájaro le otorgan ternura a la vez que cierta poética. Rogelio fue fundador del Semanario de CGT en los años ’60 y ’70, de Prensa Latina la mítica agencia de noticias cubana, fue colega y colaborador de Rodolfo Walsh, Director de EUDEBA, y demás placas que lo dejan parado como una figura trascendental. Su hijo nos abre una puerta a su vida, quizás pensando en un testamento profesional. Hay una mezcla de melancolía, de pasión, gracia, y rigor cuando se retratan los distintos hechos periodísticos; y en el conjunto, esa mezcla de sensaciones reconforta. A Vuelo de Pajarito es un documental simple y entrañable, amplio y riguroso; es difícil creer que otro documentalista hubiese logrado un mejor acercamiento; estamos ante todo frente a una declaración de cariño de un hijo a un padre, también frente al debido reconocimiento de una de esas figuras que enaltecen la profesión; y en el medio, en el todo conjunto, estamos frente a un hallazgo de documental hecho con total profesionalismo y buena mano para el relato. Probablemente, uno de los mejores exponentes del género en lo que va del año.
A vuelo de pajarito que se estrena en MALBA este viernes empieza exactamente con eso: con un vuelo: el del dirigible Graf Zeppelin pasando por el cielo de Buenos Aires en 1934. La primera noticia periodística de la que tuvo noticia en su vida Rogelio García Lupo, apenas con 3 años. El acierto de ese comienzo, literal a la vez que metafórico, tiene que ver con dos cosas: el literal con la noticia como género a la que la vida de Garcia Lupo va a estar abocada; el otro, menos evidente tendrá que ver con el vuelo del pájaro. “Pajarito” es el apodo con el que es conocido este periodista, testigo de buena parte del siglo XX en Argentina, apodo que sirve como base para armar una estructura documental sagaz a la vez que tierna. Al fin y al cabo es una pelicula que hace un hijo de su propio padre. Sin embargo, el vínculo nunca deja dudas sobre la información objetiva que se verá ni muestra signos de voluntad panegírica. En ese caso, Santiago García Isler acierta en una segunda oportunidad al poner acento en un aspecto de la vida crepuscular de García Lupo: decidir sobre el futuro de su archivo: cajas de recortes, cartas, apuntes, que buscan nuevo destino, para nuevos investigadores. Las dos voces en primer persona: la del hijo y la del padre, que no son otras que el realizador y el protagonista. Llamado a todo lo largo del film, Rogelio, a secas, he aquí el cofundador de la agencia cubana Prensa Latina, del semanario de la CGT de los Argentinos, director durante el gobierno de Cámpora de la Editorial EUDEBA que aparece como el periodista de investigación, el historiador, el intelectual, el editor, el publicista, manifiesto anti google y anti tecnología. Dimensión personal (el del miedo al ridículo y a las enfermedades, el que no usa cajero automático y el que desconfía de la información que cirucla por internet) acompañada tambien por la histórica: y que describe las primeras ideas políticas, hasta la caída de Perón, la participación desde la investigación del caso Satanowsky junto con Rodolfo Walsh, y la Revolución Cubana y más, todo estructurado con separadores con animaciones muy divertidas o planos de pequeños pájaros junto con frases que sintetizan el capitulo que se verá a continuación la descripción del asesinato de Satanowsky, nada más ni nada menos, por ejemplo También es un documental metodológico, estimulante, humorístico y creativo que sienta sus lineas principales en las bases de una investigación, como aquella que intenta reconstruir de manera juguetona el azaroso encuentro de una mafia china traficante de pasaportes chinos en Argentina.