Cuando lo cotidiano alcanza una masa crítica y se vuelve un dilema moral.
Lo único que sabía de La Otra Guerra hasta que me llego la invitación a la función privada era su nominación al Oscar como Mejor Película Extranjera. Mas cuando descubrí que era una película escrita y dirigida por Tobias Lindholm, guionista (junto a Thomas Vinterberg) de la genial La Cacería, sabía que iba a ser por lo menos una película bien narrada. Y lo fue, pero de un modo que el espectador podría no dejarlo pasar con facilidad.
La guerra dentro y fuera de casa
La película esencialmente cuenta dos historias: Una es la de Claus, el comandante de un escuadrón del ejército danés en un Afganistán diezmado por los Talibanes y el día a día (muchas veces mutilado y sangriento) en el campo de batalla. La otra historia es la de su esposa y sus hijos, en Dinamarca, sobrellevando también un día a día plagado de problemas domésticos y el mal comportamiento típico en niños pequeños, más que nada por la ausencia de su padre.
De las dos horas que dura la película, una hora y cuarto son una concatenación de escenas cotidianas de cada línea argumental; conflictos concretos y apropiadamente manejados pero que no se desarrolla hacia una meta en particular. No obstante, los 45 minutos finales de la película, que es donde las dos líneas argumentales se fusionan, es cuando la película adquiere vapor y va camino a una meta dramática específica, rica en intriga y dilemas morales.
Naturalmente, yo consideraría lo ocurrido en la primera gran parte de la película como una falencia en materia de ritmo. Pero mirando en retrospectiva, me percaté que esta prolongada alternación entre el horror de la guerra y la ausencia paterna fue necesaria para que el espectador pueda entender la postura de los personajes ante el dilema moral que les presenta el desenlace.
Por el costado técnico, la cámara en mano le insufla a la película un estilo documental que consigue retratar con realismo tanto lo visceral de la guerra como lo traumático de la familia que queda atrás. El aspecto interpretativo no es sorprendente, pero sobrio y eficiente a los usos y propósitos de la historia.
Conclusión
La Otra Guerra es un drama bélico honesto, de rigor casi documental, pero que sabe cuándo debe imponerse la narración dramática tradicional para que el viaje de los personajes sea completo y los temas que trata lleguen al espectador. Tal vez el acercamiento elegido por Tobias Lindholm sea desafiante y hasta soporífero para el público general, pero si se le tiene paciencia el saldo final será lo suficientemente satisfactorio.