Aballay

Crítica de Daniel Castelo - ZonaFreak

La filmografía de la Argentina tiene desde hace varias décadas una deuda con el cine de género. Entre sus cultores, o al menos entre quienes se han asomado a narrar desde una ubicación concreta con códigos y señales universales, a la vez que poniendo mucho de su propio perfil, se encuentra Fernando Spiner, que tuvo en La sonámbula su máxima incursión. Hasta ahora.Aballay es un western gaucho, o una película de gauchos con aire de western, como mejor enmarcaría su director. Abrevando en aguas como las del spaghetti western italiano o del clacisismo más acabado de John Huston, Spiner cuenta la historia de una venganza, la de un joven (Nazareno Casero) al que de pequeño le asesinaron a su padre. La vendetta llega a punta de pistola y facón, aunque la destreza no lo ayude, algo que paga caro en más de una oportunidad.

¿El principal receptor de la ira? El Muerto (Claudio Rissi), poronga de grupo que tiene atemorizados a sus seguidores y a quien se le cruce. Pero además del criminal mayor, el vengador dummie también busca al Aballay del título (enorme Pablo Cedrón), secuaz de aquel pero a su vez hombre (en apariencia) redimido ante el destino.
Hablamos aquí de sangre al modo Kitano, de trabajadas y muy logradas secuencias de fuego cruzado, de drama campestre, de romance trágico. Pero también, y sobre todo, tenemos entre proyectores un film en el que su realizador supo aplicar vehemencia narrativa y contundencia visual, sin ahorrar en detalles propios del western, que a su vez se entremezclan con reminiscencias de la gauchesca argentina, género que ha sabido tener exponentes de gran nivel, aunque quizá, estos hombres de a caballo y grito pelado, del mismo creador de Adiós, querida luna, sean la gran versión hasta el momento del universo de las boleadoras y la violencia polvorienta de la pampa húmeda.