Un western criollo con todas las de la ley
Siguiendo la línea de Juan Moreira, de Leonardo Favio, o de Temple de acero, el director Fernando Spiner recupera un género que parecía olvidado: el western gauchesco.
Aballay (Pablo Cedrón), un gaucho ladrón y asesino, arrastra las culpas del pasado y se lleva para siempre la mirada de un niño que presencia la muerte de su padre en sus manos. Con el paso de los años , Julián (Nazareno Casero) cobrarán venganza contra él y los forajidos.
Con una trama que navega entre el salvajismo, los facones afilados y las cuentas pendientes, el director de La sonámbula y Adiós querida luna cabalga con todas las de la ley en una historia que atrapa desde el comienzo y que se desarrolla en los áridos pasajes de la pampa húmeda.
Con su ajustado clima de "ajuste de cuentas", Julián hace foco en El Muerto (un espléndido Claudio Rissi), cómplice de Aballay que somete a todo aquel que se cruza en su camino.
En Aballay: el hombre si miedo hay persecuciones, romances contrariados (ahí aparece Moro Anghileri) y abuso de poder, pero también es interesante cómo el asesino que da título al film está en un camino de redención.
Entre tiroteos y duelos finales que rinden homenaje a los clásicos "spaghetti western", Spiner sigue su marcha con una muy buena composición visual y saca provecho del cuento escrito por Antonio Di Benedetto, manejando los climas y la violencia como pocos.