Cowcho
Aballay es una producción argentina que cuenta una historia de venganza, un western con gauchos tucumanos y cordobeses que sorprende gratamente y nos hace creer que podemos plantear proyectos cinematográficos grandes, inteligentes y entretenidos.
Admito que no hubiera sido mi 1ra opción para intentar competir por un lugar en la categoría "Mejor Película Extranjera" en los Óscars 2012, pero sí está dentro de los mejor que se estrenó durante 2011 en materia de cine nacional.
Tiene sus fans y sus detractores, siendo los 1ros aquellos impresionados por la calidad fílmica, la producción y la historia (soy uno de ellos), mientras que los 2dos opinan que las actuaciones no son buenas, hay una exageración forzada en la confección de los personajes que vendrían a ser como una copia barata de un cowboy norteamericano y la trama les resultó finalmente aburrida. Concuerdo con el tema de la exageración, sobre todo en los acentos de las diferentes provincias de nuestro país, encontrándonos así con un Horacio Fontova que como gaucho cordobés es menos creíble que Ricky Fort como monje tibetano. La verdad es que no he conocido ni un habitante de la ciudad de Buenos Aires que pueda imitar correctamente el acento cordobés. Hay actores cordobeses muy buenos que podrían haber evitado este inconveniente. Lo mismo sucedió con el Puma Goity, cuyo personaje no tiene mucha razón de ser y su acento español no es de lo mejor.
Fuera se esta crítica, creo que la historia es atrapante, atractiva, sobre todo la historia de amor entre Julián (Nazareno Casero) y Juana (Mariana Anghileri). Los villanos compuestos por Pablo Cedrón (Aballay) y Claudio Rissi (El Muerto) son muy buenos y realmente producen bronca e indignación, sensaciones que debería despertar todo villano bien elaborado en la gran pantalla.
Se nota que se puso mucho trabajo en la filmación, atendiendo de manera efectiva los detalles de fotografía y las secuencias de violencia. Quizás faltó un poco más de foco en el coaching interpretativo, aspecto que se deja ver pero no disminuye tanto la calidad final del film.
Un western a lo gaucho que vale la pena ver para conectarse con las raíces culturales de nuestro territorio y pasarla bien en el proceso.