Abbatoir es un claro ejemplo de lo espantoso que es como director Darren Lynn Bausman, de cuya filmografía sólo se salvan algunas secuencias inspiradas de Mother’s day (2010) y Repo: The genetic opera (2008). Para que se den una idea de su estilo visual, recuerden la primera Saw de James Wan y mézclenlo con la potencia visual del director inglés Edgar Wright. El resultado es muy inferior. Bausman no tiene el talento de ninguno de estos directores, sus preocupaciones son puramente técnicas.
Lamentablemente, en Abbatoir está todo mal. Los protagonistas son introducidos como si hubieran salido del cine negro de la década del ’50; ¿por qué esta decisión? NADIE LO SABE. Y lo que genera no es extrañeza, sino molestia, porque no concuerda con lo que ocurre alrededor, aunque tampoco parece importar si luego se lo termina abandonando.
Algo similar ocurre con la historia, que es original pero inverosímil. Su director no hace nada para volverla creíble, simplemente es: o entras o no entras.
Los actores principales hacen lo que pueden dentro de este mamarracho. Jessica Lowndes y Joe Anderson han demostrado más de una vez ser muy convincentes, pero acá se nota lo forzado de sus actuaciones, pues ni ellos mismos creen los diálogos imposibles que tienen que decir. Aún más vergonzoso es la inclusión de la mítica Lin Shaye, visiblemente incómoda en su papel.
Pero lo peor, lo más molesto: el desprecio que tiene Darren Lynn Bausman por el cine. La historia tiene un ritmo frenético que no da espacio para el suspenso o para el desarrollo de la relación entre sus dos personajes; ni siquiera hay una búsqueda por crear una atmósfera. Pero por sobre todo atenta contra la imaginación. Cada flashback, en vez de ser contado es mostrado. Cada momento que podría funcionar en la cabeza del espectador aparece en pantalla para decepcionar. En el clímax de la historia, el director trata de imitar a La noche del demonio de James Wan, quien le abrió las puertas a la industria del cine. La diferencia es que mientras Wan mostraba dos imágenes para que el espectador arme el resto, Bausman recurre a unos paupérrimos efectos en digital que restan aún más puntaje.
Acá la historia es lo más importante y lo de alrededor no importa, pero ¿cómo nos puede interesar una historia si no conocemos a sus personajes? A Darren Lynn Bausman no le importa la gente, sólo le importa la parte técnica deel cin, sólo le importan los efectos… y eso es un pecado grave.