Christopher Landon, guionista de todas las actividades paranormales, debutó como director con Actividad Paranormal: Los marcados (2014) una película que ya demostraba sus inquietudes. Luego vinieron la fallida Scouts guide to the zombie apocalypse (2015) y las dos Happy death day que venían a expandir su manera de acercarse al cine. Esto es agarrar una película famosa y convertirla en su equivalente en terror. A eso sumarle humor adolescente, drama y, paradójicamente no muchas escenas para que nos asusten. Se tratan de propuestas inofensivas que dieron más buenos que malos resultados. Freaky (2020) es una extensión de esto, a la vez que un tropiezo. Tropiezo porque ya empezamos a entender el juego que nos ofrece Landon, y por que un poco la sorpresa esta perdiendo efectividad. Aun así, seguimos metidos porque se trata de un director que narra de manera fluida, y porque en sus mejores momentos nos ofrece escenas inolvidables. Freaky sigue a una adolescente (Kathryn Newton) que es atacada por un asesino que acecha en un pueblo. En el momento en que va a apuñarla algo ocurre y sus cuerpos se intercambian. Ella se despierta como Vince Vaughn, y el en el cuerpo de ella. La trama es la misma que Freaky Friday (2005) esa película con Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan, pero una vez más en clave horror. En si Freaky funciona como deudora de todo ese cine adolescente de finales de los noventa con los que creció su director. El mismo prologo que remite a Scream lo deja en claro. Así como también los incontables chistes autoconscientes que dicen los personajes. Son esos diálogos dichos por los actores secundarios donde la película gana. Además Landon, también guionista logra que simpaticemos con ellos y deseemos que no les pase nada. El problema es su protagonista. Kathryn Newton no logra que simpaticemos con ella. No es que aborde a su personaje de manera altanera, como si de un adolescente molesto tratara. Es que simplemente su poca experiencia en la pantalla se traduce en alguien poco interesante. Por eso cuando Vaughn aparece en pantalla interpretándola se vuelve mas luminoso. La diferencia en experiencia delante de la cámara es notoria. A Vaughn este tipo de personajes le salen de taquito y acá esta en su salsa, ofreciendo grandes dosis de comedia, pero también un equilibrio con su lado sensible, sino vean la escena con su madre en la tienda de ropa. Freaky si bien se mueve por el terreno del cine slasher se siente más cómoda cuando se enfoca en la comedia, que parece ser el fuerte de su director. Como pasaba en Happy death day, Landon es capaz es crear una buena escena de suspenso, pero termina dejando que lo cómico irrumpa. Eso a veces le sale bien, como otras veces mal. Acá pasa en ese final que parece sacado de la nueva Halloween, con tres mujeres luchando contra el villano. Mas allá de eso como slasher es simpático, pero tampoco la pavada. Con todas sus cosas buenas y malas Freaky sirve como entretenimiento. Eso es lo importante a la hora de entrar a una sala. Sustos no habrá, risas si, pero es innegable que un buen momento se va pasar. Valoración: Buena
Hay buenas intenciones en el regreso de Tom y Jerry, estos famosos personajes que el año pasado cumplieron ochenta años de existencia, pero las buenas intenciones no hacen una buena película, sobre todo cuando su director es Tom Story. Story es el director de las dos películas de Los cuatro fantásticos con Jessica Alba. El resto de su filmografía se compone de películas espantosas como Taxi (2004) con Jimmy Fallon y otras intranscendentes. En entrevistas el director dijo que a la hora de abordar este nuevo trabajo había tenido como referencia a ¿Quién engañó a Roger Rabbit? De Robert Zemeckis. Viendo esta Tom y Jerry se nota la diferencia entre un gran director y uno del montón. Que los personajes estén pegados en la acción da la pauta que primero se filmaron las escenas y luego se los dibujo encima. El efecto distrae, pero por momentos se nota que los actores están reaccionando ante algo que no está ahí. Por otro lado, y a diferencia de la película de Zemeckis, acá no hay imaginación. La interacción entre personajes reales y dibujados es limitada. O sea no hay movimiento, no se explota lo delirante y las posibilidades que tiene un dibujo., y es una pena porque cuando lo hace es cuando triunfa. Tampoco sirve que la protagonista sea Chloe Grace Moretz, actriz que pulula entre una carrera olvidable y una reinvención. De joven promesa de cine, a apariciones en películas que a nadie le importa. Si algo demostró esta actriz en anteriores trabajos es que no tiene timing para la comedia. O mejor dicho se la nota exagerando y forzando gestos. Tampoco ayuda que su-coprotagonista sea Michael Peña, la versión mala de John Leguizamo, que por actuar en incontables comedias no significa que sea un buen comediante. La trama es simple y esta orientada a un publico infantil, pero extrañamente un corto de estos personajes es mucho mas divertido que las casi dos horas de esta película. Cuando la película se concentra mas en Tom y Jerry es cuando se hace más soportable porque, de nuevo, son más interesantes que el conflicto de Moretz, lamentablemente mucho de la narración se centra en su personaje. Por último, algo que habría que discutir. Robert Zemeckis hizo ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Como una muestra del avance de la tecnología, en los ochenta no había películas que mezclaran actores con personajes animados. Había entonces algo innovador que era en el fondo lo que buscaba su director. En cambio Tom y Jerry es una película que vuelve para atrás, a una animación que hoy ya casi no se usa. En el fondo pareciera que Story no tiene nada que ofrecer, a menos que esta película sea para ir acostumbrando al público nuevo a la animación de la próxima Space Jam, película que seguramente le vaya mejor. Valoración: 40/100
Dos potencias se juntan. Por un lado H.G Wells, autor, además de El hombre invisible, de muchos clásicos de la ciencia ficción como La guerra de los mundos y La máquina del tiempo. Por otro lado Leigh Whannell, guionista de Saw, Insidious y ahora director con tres películas que demuestran que está creciendo tanto cinematográficamente como industrialmente. En realidad no se trata de un peso pesado pero si alguien que ama al género, trata de hacer lo mejor que puede y es honesto, y eso hoy en día en el cine es más que valorable. Pero ojo aunque esta nueva adaptación del clásico de Wells lo muestra creciendo a un así le falta mucho para entregar una obra maestra como se está diciendo en muchos medios. Se trata de una película satisfactoria en sus mejores momentos pero que tiene unas taras que espero no se conviertan en una constante en su cine. Lo bueno es que aprendió de su amigo James Wan (con quien trabajo en la primera Saw y las dos primeras Insidious) y durante la primera mitad de la película logra escenas que generan tensión. La mezcla entre saber que hay alguien viendo al personaje principal sumado a la frustración de saber que nadie puede ayudarla esta mas que logrado. Para lograr esto Whannell utiliza las ventanas como ojos que ven constantemente a los protagonistas. En esa primera parte la película se acerca más a Actividad paranormal o a la primera Insidious y muestra a un director que perfecciono su arte. Que la historia transcurra en una casa en un barrio de lo más normal hace que la historia se sienta verosímil e incluso coquetee con la original Halloween que, no está mal recordar, trataba de un hombre que acechaba niñeras. Es por eso que la elección de Elizabeth Moos termina siendo un acierto, a pesar de por momentos su actuación se vuelve exagerada y de que no cambia su tono. Se trata de alguien normal en una situación de violencia de género y eso genera que se empatice con ella. El resto de los actores acompañan para servir de soporte a la historia escrita por Whannell y nada más. Pero pareciera que no puede con su ingenio y es ahí cuando empieza los problemas. De pasar a un tono chiquito, que se contenta con poco y con un estilo visual marcado, se pasa a otro cercano al de acción y ciencia ficción que, si bien tiene sentido dentro de la trama, no pega con la estética que venía manejando el director de fotografía Stefan Duscio Todas las anteriores adaptaciones de El hombre invisible eran hijas de su época. Algunos casos como The invisible agent (1942), Memoirs of an invisible man (1992) o Hollow man (2000) respondían a esto. Esta nueva adaptación no es la excepción y eso le juega tanto a favor como en contra. Por un lado remite al cine de acoso muy en boga en los setenta, como demostraban sus anteriores trabajos. Pero el director quiere ir más alla y en ese afán termina lastimando a sus personajes y metiéndose en arenas peligrosas. Es como si el discurso actual fuera más importante que el cine y al caer en eso genera que los personajes se conviertan en algo que no son. Al final El hombre invisible termina demostrando que es una historia puritana y reaccionaria, y eso es una verdadera lá stima.Calificación: 70/100
¿Una nueva de The Grudge? ¿Era necesario? ¿Aporta algo interesante? Allá a a finales de los noventa, principios del 2000 un director japonés irrumpió en el cine con una peliculita para la televisión que luego pasaría al formato de cine. Takashi Shimizu dio muestras de cómo generar miedo a base de una historia simple, contada de forma no cronológica y explotando cada espacio, muchas veces a la luz del dia y con gente alrededor, para lograr este efecto. Ju-On se llamó y en sus dos formatos fueron un éxito. Sam Raimi, productor de Ghosthouse junto a su amigo desde tiempos de Evil dead, Robert Taper, en encargaron de la remake. ¿Para qué traer esa maldición hacia los Estados Unidos si lo mejor era quedarse en el país donde transcurre? La versión americana de Ju-On paso a llamarse, lógicamente, The grudge y fue dirigida por Shimizu y protagonizada por Sarah Michelle Gellar y Bill Pullman. Esa primera versión, era una remake de la primera película para cine y fue un exitazo en una época en que la moda por el j-horror (por lo general remakes americanas de títulos orientales) estaba explotando, algo similar de lo que pasaba con el extremismo francés que también estaba dando que hablar. Habría que pensar si ese éxito no fue un síntoma de lo que pasaba en Estados unidos en aquel entonces, recordemos que salieran post 11/9 y había una paranoia a respecto. The grudge funcionaba en una época en donde no era fácil conseguir las versiones originales. No se trata de una mala adaptación. El problema es que pierde el impacto si se compara a la anterior y también que dio pie a dos secuelas que son pésimas. No solo las americanas, la saga Ju-On, cuenta con once películas, entre spinn offs, versus y reboots, y tampoco corre con mejor suerte. ¿Por qué tantas? Porque su historia se instaló en la cabeza de muchos, y aunque ya no aparezcan sus personajes principales, la forma de crear miedo sigue funcionando. Entonces a las preguntas del primer párrafo, la respuesta seria que no, no era necesario y que lo que aporta no es interesante. Esto no quiere decir que se merezca el ataque que está recibiendo de todos lados, ataques que parecen no recordar lo que eran sus secuelas, tanto americanas como orientales. Esta nueva The grudge es inofensiva para el género. La historia pasa de Japón a Estados Unidos, como si se tratara de pasarse una pelota. Ya no pertenece a un solo país, sino que se vuelve internacional. En una entrevista su director Nicolas Pesce dijo que le gustaría ver la maldición en distintas partes del mundo. Algo llamativo, ya que el terror se expande y no conoce límites. A partir de ahí es lo mismo de siempre. Sigue con la misma estructura narrativa y los mismos sustos. Esta estructura que suele ser el acierto de esta saga, acá por momentos le juega en contra ya que atenta contra el ritmo y hace que se estanque la acción principal. Por otro lado las subtramas son lo más conseguido y eclipsan a la principal que pierde por culpa de la actriz principal Andrea Riseborough (protagonista de Mandy y Oblivion entre otras) que no puede darle nada a un personaje que de por si es el menos interesante de la película. Lo contrario ocurre con su compañero Demien Bichir, que le da patetismo a un personaje rodeado por la religión, y que es el único inteligente. Es dentro de las dos subtramas en donde está el punto fuerte y en donde se tenía que enfocar el guion escrito por el mismo director. Tanto John Cho, como Lin Shaye son actores mucho más profesionales Riseborough y logran dotarles de algo más a sus personajes. Sobrevuela sobre ellos una especie de tristeza ya que son malas personas, simplemente entraron a la casa equivocada. En esas dos subtramas el cruce entre colores naranjas y negros se intensifica creando un clima de terror que termina de manera trágica y hasta maliciosa. Acá no hay finales felices pareciera querer decir Pesce, no importa que tan optimista es un personaje, o que resuelvan un conflicto, todos están condenados. Siendo esta película la primera aventura de Pesce en el mainstream (sus anteriores trabajos son las indies The eyes of my mother y Piercing) tuvo que sufrir que haya tenido poca injerencia en varias cuestiones cinematográficas. Hay sustos que no tienen coherencia dentro de la historia y que salen de la nada para mantener atento al espectador, errores de montaje, situaciones que no llevan a nada. Es lógico pero a la vez injusto para un director como Pesce que sabe crear un clima. Ojala la próxima tenga mejor suerte.Valoracion: 70
Que quede claro de entrada, La hora de tu muerte será olvidada dentro de menos de un mes, esto es justo e injusto a la vez; es justo porque la película dista de ser memorable pero injusto porque no pretende ser nada más que una hora y media de sustos y risas, una casa encantada en pantalla grande. La historia sobre Quinn (Elizabeth Lail) una médica que juega una app llamada Countdown – de ahí su título original – una aplicación que predice cuanto tiempo de vida te queda y cuando llega ese momento la persona muere… a Quinn sólo le quedan tres días para tratar de resolver este conflicto y sobrevivir. La trama no es nada nueva y hace recordar a esas películas que salían hace poco más de una década atrás, esas que trataban sobre los peligros de la tecnología con fantasmas metidos de por medio. Esas películas tampoco se trataban de grandes obras, de hecho, en su momento la mayoría fueron maltratadas y olvidadas y por lo general solo cinéfilos afines al género fantástico las recuerdan. Countdown seguirá ese mismo destino. Si en algo funciona esta opera prima del guionista Justin Dec es que tiene la suficiente autoconciencia de reírse de todo lo que ocurre, el humor en esta película funciona. En Countdown hay timing y diálogos graciosos dichos por actores competentes, en especial por parte de P.J Byrne – como un paranoico sacerdote – y por Tom Segura – como un vendedor de productos tecnológicos -. Estos personajes secundarios terminan eclipsando tanto a la protagonista, que peca de ser soporífera, que deberían tener su propia secuela porque son los que terminan robándose todas las escenas en que las que aparecen. Su director también consigue buenas escenas de terror que funcionan: Una en una morgue y otra en un baño. Estos dos ejemplos muestran que Dec tiene buenas ideas para construir climas pero que su inexperiencia le juega en contra. Aún así, el resultado es más positivo que negativo. Personajes que aparecen de un lado y luego en otro, escenas que no se entienden y sub-tramas que no suman ni restan, son algunos de sus problemas de esta película y lamentablemente, el montaje es el gran enemigo de Countdown; hay una desprolijidad en una película que no lo pedía y que no va acorde con la, valga la redundancia, prolija fotografía a cargo de Maxime Alexandre. Sin llegar a ser una película que cambie la historia del cine, La hora de tu muerte es una propuesta competente, con buenas ideas, humor, y algunas escenas de terror conseguidas. Valoración: Buena.
Quien escribe tiene un conflicto personal con el cine Taika Waititi que se resume en que no entiendo porque se lo alaba tanto. No niego que What we do in the shadows (2014) es su mejor película, pero todo lo que vino después muestra a un director del montón y a un cómico con buenos y malos momentos, en especial en Thor: Ragnarok (2017) que, al parecer, tiene entusiastas defensores. Tampoco es que me cierro a su cine y voy con la idea preconcebida de que sus películas son malas, pero hasta ahora no he podido conectar con sus propuestas y Jojo Rabbit es otro ejemplo de todos los vicios que veo en filmografía. Basado en el libro Caging Skies de Christine Leunens, la trama transcurre durante la segunda guerra mundial y trata sobre un niño llamado Johaness ‘’Jojo’’ Betzler (Roman Griffin Davis), quien tiene como amigo imaginario a Adolf Hitler (el mismo Waititi) y que decide ir a un campamento nazi. El conflicto ocurre cuando, luego de que le explote una granada a su lado, descubre que su madre (Scarlett Johansson) oculta a una chica judía en su casa. El principal y más evidente problema que presenta Jojo Rabbit es que sus chistes pocas veces funcionan; no es que lo intenta, pero se trata de un humor que se le podría ocurrir a cualquiera solo que puesto en pantalla. Como sátira del nazismo queda inofensiva. Waititi representando exageradamente a Hitler puede servir como gancho para atraer a un público sediento de humor incorrecto, pero es solo eso… aunque sospecho que tiene que ver con lo que pretende su director. No festejar ni convertir a un ser nefasto en parte de la cultura pop – de hecho sus títulos de crédito con una versión alemana de I want to hold your hand de los Beatles parecen indicarlo – pero lo cierto es que el personaje va perdiendo peso durante el transcurso de la película. Este Hitler no tiene nada que ofrecer y como parodia es hasta más divertido ver al Micky Vainilla de Peter Cappusotto. Pero otros problemas son más preocupantes: El primero es que en su necesidad de generar algo en el espectador Waititi recurre a golpes bajos que son nefastos, coherentes dentro de la narrativa del personaje principal, pero que también hablan de un director inepto para trabajar el drama. Además algunas decisiones de puesta en escena parecen imitar y parodiar el cine de Wes Anderson, en especial Moonrise Kingdom (2002) solo destacan por tener una linda fotografía, pero nada más. Hay ideas visuales, por supuesto, pero estás son pobres y muestran a un director que subraya cuando es innecesario al mismo tiempo hace evidentes cosas cuando no lo necesitan serlo y que repite chistes hasta el cansancio. No se puede negar que lo mejor que tiene esta película es su reparto, profesional y convincente a excepción de Rebel Wilson, que nunca sale de su mismo papel y cuyo cuarto de hora paso hace rato. Cats, otra producción donde actúa es otro ejemplo de que necesitamos menos películas con ella. Por suerte ahí están Johansson y Sam Rockwell que pueden levantar cualquier propuesta con su solo presencia. Dudo que no guste Jojo Rabbit… se trata de una comedia dramática que es inofensiva y edulcorada, justamente, de esas que con consideradas feel good movies. Tiene sus pros y sus contras y todo depende del cristal con que cada uno mire. Valoración: Regular.
Hablar de Hideo Nakata es hablar del j-horror (aquellas películas de terror orientales que salieron a finales de los noventa). Nakata le dio vida a este subgénero con su película Ringu (1998), la cual tuvo su remake norteamericana a cargo de Gore Verbinski, así como su otra obra maestra Dark Water (2002), esta vez con Nakata en frente de la producción, al igual que en The ring 2 (2005). El j-horror tuvo sus quince minutos de fama internacional en un espacio de tres años debido a la cantidad de remakes que salían, lo cual termino teniendo un impacto negativo. Este fue uno de los principales motivos de su debacle; La saturación de propuestas, muchas veces similares y el hecho de que la mayoría tenían sus propias y espantosas versiones norteamericanas. Lo cierto es que la transposición de este sub-genero oriental a la cultura occidental funcionó en contadas ocasiones ya que se trataba de algo autóctono. Por supuesto que no significa que muchas de sus propuestas no hayan seguido dando crédito. Las dos franquicias más famosas, Ringu y Ju-On siguen dando incontables secuelas, spin off y hasta un versus. Como pasa en cualquier saga hay buenas y malas películas. Esta nueva entrega de las aventuras de Sadako es la octava película y lo trae de vuelta a Hideo Nakata como director. Una noticia que es buena y mala a la vez. Por un lado Nakata vuelve a los temas que trabajo en varias de sus películas. La niñez atormentada, adultos responsables que, mientras investigaban un caso, deben entender a los niños que los rodean. También trata de escaparle al susto fácil para volcarse al drama. Algo que trabajo con muchísimo mejores resultados en la original Ringu y Dark water. El problema, por supuesto, es que al tratarse de una octava secuela no hay mucho por descubrir. La acción se vuelve insoportable porque el espectador ya sabe de qué se trata todo. A eso hay que sumarle que los personajes protagonistas son poco interesantes y están interpretados por unos actores que, si bien son profesionales, son intercambiables. Dentro de esta profesionalidad que inunda a Sadako hay algunas secuencias que logran sobresalir, ya sea porque son graciosas, o porque logran generar un poco de tensión y un poco de miedo. Pero aun así se encuentran muy lejos de lo logrado por Nakata en sus mejores trabajos. Por cada buen momento hay otros que en pos de dar miedo, o de seguir el mandato de recordar que se trata de una de terror lo único que logran es lo contrario. Son escenas que no suman en nada, ni siquiera para la trama y que hace pensar porque Nakata acepto filmarlas. Sadako no es una gran película, es una más dentro de esta saga de la cual seguramente sigan saliendo secuelas. Tampoco es tan mala como se leen en algunos medios. A lo sumo se trata de una obra sin alma, ni corazón y hecha en piloto automático, pero mucho mejor que otras películas de Ringu
La trama de Teen spirit es una que ya se vio mil veces. Joven tímida en un ambiente no propicio para desarrollar su talento se mete en un concurso para convertirse en la nueva estrella pop. Por supuesto esto no tiene nada de malo, hubo miles de casos de películas y hasta shows que trabajaron esto con resultados increíbles. Teen spirit es la contra de muchas de esas películas que al fin y al cabo sabían lo que eran, conocían sus limitaciones y sabían trabajar con ellas. La ópera prima del actor Max Minghella (The social network, Horns) es una de esas producciones indies que tratan de esconder, mediante una producción aparatosa, que se trata de una historia más del montón. Si a eso se le suma una apática Elle Fanning el resultado no es muy alentador. Y eso que la actriz, hermana de la más talentosa Dakota, no suele dar malas actuaciones, pero tampoco tiene el suficiente carisma como para que nos importe las aventuras de esta adolescente en un contexto rigurosamente religioso. Fanning ha dado anteriormente personajes adolescentes conflictivos muy interesantes pero estos estaban incrustados en propuestas que exigían ese tono, acá ya se empieza a ver signos de cansancio en una actriz que da para mucho más. Lo interesante, hasta ahí nomás, son unos pequeños videos musicales que sirven para hacer avanzar a la trama y que son los momentos en donde Minghella pone en la mesa sus mejores ideas de puesta en escena ayudado por el director de fotografía Autumm Durald. Son pequeños destellos que hacen llevadera una trama que despierta poca empatía. No es que sean excelentes (cualquier director de videoclips musicales podría hacer algo mucho mejor) pero la mezcla entre las canciones cantada por Elle Fanning de éxitos conocidos por todos (ahí suena No doubt, Katy Perry, Ariana Grande entre muchas más) y las imágenes son una idea más que bienvenida. El resto del reparto acompaña y pone su profesionalidad al servicio de las decisiones del director. Por ahí deambula una olvidada Rebecca Hall y Zlatko Buric un poco mejor predispuesto para esta producción. Teen Spirit no genera nada nuevo a pesar de contar con algunos buenos momentos, más que nada musicales, que son lo más valiosos de esta propuesta. Tampoco se le puede negar talento a Max Minghella pero como reza el dicho, tiempo al tiempo. Valoración: Regular.
Una obsesión pareciera correr en muchos blockbusters de estos últimos dos años. Ready player one, Avenger: Endgame, Toy Story 4 y las innumerables live action de clásicos de Disney lloran por un pasado que se está yendo mientras miran hacía el futuro. IT: Capitulo 2 no es ajena a esta corriente, a pesar de que el libro original escrito por Stephen King tocaba este tema de manera distinta. Acá volver al pasado es ver todo destruido e ido a menos, es encontrarse con la gente que no se veía desde la infancia convertidos en viejos desagradables. También es darse cuenta que ya no se puede hacer cierta clase de cine de manera más artesanal, solo queda hacerlo con CGI (aunque el resultado sea bochornoso como demuestra cierto homenajea a un clásico de los ochenta). En ese sentido esta secuela trabaja la idea de que ya no se puede jugar como antes, ya no se puede ser como los niños de la primera parte de esta película. IT: Capitulo 2 es una película que vive entre la espada y la pared, se trata de una película evento. «Vení a ver el final de IT» reza el afiche, una invitación a ser partícipe de algo que une a todos los espectadores y como toda película evento quiere quedar bien con todos. Hay escenas bastante fuertes para que la gente se espante; hay mucho humor, hay referencias para los que leyeron el libro… hay de todo. Lo malo es que viene de a momentos, es una película de momentos que se abren y se cierran en sí mismos y que en algunos casos están bien construidos e integrados a la trama pero que en la mayoría podrían no estar. Y por supuesto cada uno de estos momentos termina con un efecto de sonido fuerte porque si no, no tendrían razón de ser. Todo lo contrario de lo que pasaba en la anterior película en donde al ser una producción más chica le daba la oportunidad al director Andy Muschietti de concentrarse en construir la relación entre los personajes, el contexto de donde viven y por supuesto con el villano. En esta secuela algunos personajes quedan desdibujados como los interpretados por James McAvoy y Jessica Chastain que, a pesar de su profesionalidad, son tapados por un ritmo frenético que hace imposible que se centre en la construcción de sus traumas y por Bill Hader – el corazón de esta película – el típico gracioso que el espectador puede empatizar porque el humor es algo que une, Hader es la otra cara de la moneda de Pennywise (Bill Skargard) cuyo humor es tétrico y no bienvenido. Las escenas en las que aparecen ellos dos son un respiro ante una narración errática que va dando tumbos hasta un clímax que, a pesar de toda la producción, pierde cinematográficamente y que es incluso igual de horripilante que la versión de principios de la década del noventa. Está claro que Muschietti se siente más cómodo cuando trabaja los problemas de la niñez. Ahí hay un mundo que el público conoce y en donde los actores muestran camaradería y química entre ellos, algo que no sucede con sus contrapartes adultas. La ironía termina siendo que tanto la primera parte de la miniserie como su versión para cines siguen siendo superiores a sus segundas partes. IT: Capitulo 2 es una película pensada por unos productores que le dieron un poquito de libertad a su director; Sí, Muschietti puede darse todos los gustos homenajeando al cine y filmando cameos pero en el fondo no se juega a nada, como demuestran los varios cambios respecto al libro que son acordes a los tiempos de corrección política de hoy en día. Que ahora un acto de cobardía hecho por un personaje en el libro sea convertido en un sacrificio habla de esa idea de querer quedar bien con Dios y el Diablo, el problema es que eso también le quita humanidad. Valoración: Regular.
Cuando se anunció que saldría una reboot de Child’s play tanto fanáticos del terror como cinéfilos no parecieron muy entusiasmados. ¿Para qué volver a cero si aún seguían saliendo secuelas? No se trataba de una saga que había quedado en el olvido, la última masacre de Chucky había salido en el 2017. Las cosas no mejoraron cuando se dio a conocer que su creador y padre de la criatura Don Mancini no estaba involucrado y que al parecer tampoco estaba muy contento con la noticia de una reboot; para empeorar las cosas las primeras imágenes del nuevo diseño de este muñeco diabólico no convencían ni a sus más acérrimos defensores y la idea de que esta vez se tratara de un robot asesino en vez de un muñeco poseído no era muy alentadora. Pero de a poco empezaron a salir buenas noticias. Primero con la noticia de que la voz de Chucky la haría Mark Hamill (Luke Skywalker) quien tiene una gran carrera haciendo voces de personajes en series animadas. Luego los afiches burlándose de Toy Story levantaron un poco las expectativas que estaban por el suelo y, por último, las primeras críticas que salieron de medios especializados hablaban de una de las sorpresas del año dentro de terror: tenían razón. Esta nueva Child’s play está dirigida por Lars Klevberg quien tenía en su haber un solo largometraje, la interesante Polaroid, basada en un corto suyo del mismo nombre. Esa película no era la gran cosa pero si mostraba a un director que entendía al género y lo respetaba y de eso se beneficia su segundo trabajo. De la mano del guionista Tyler Burton Smith, Kleverg entendió que había que modernizar al personaje, que lo que lo hacía funcionar en los ochenta ya no era aplicable a esta época. No se trataba de hacer una de esas historias nostálgicas que se quedan solo en eso, sino de trabajar la idea principal en un nuevo contexto, ¿no es eso acaso lo que hace funcionar a las mejores remakes? Para lograr esto se le dio mucho espacio a la construcción de la relación entre Andy y Chucky, lo cual termina de manera coherente en un conflicto. Es en esos momentos de aprendizaje por parte del muñeco que se dan los momentos más perturbadores e interesantes de este relato. Porque en cierto sentido sus realizadores llevan la máxima de «vino mal de fábrica» a límites insospechados. Se trata pues de la historia de un lazo perverso, de malas enseñanzas y de cómo los medios pueden influir en el comportamiento de alguien, aunque este alguien sea un muñeco que no distingue entre el bien y el mal. Este tema principal es el que traza todas las relaciones que hay en esta película; Desde la madre (interpretada por esa actriz menospreciada que es Audrey Plaza) que no sabe cómo manejar a su hijo preadolescente, hasta ese policía (Brian Tyree Henry) que trata de ser un buen hijo y hombre respetuoso en ese barrio pobre; Y por supuesto de Andy (Gabriel Bateman) y su relación con Chucky que por momentos recuerda a E.T (1982) en clave de horror por supuesto. Y en cuanto al nuevo diseño de Chucky. La gran ventaja con la que corre es que se trata de un robot y el director se da el gusto de mostrar las posibilidades que tiene con la nueva tecnología, no se trata de CGI, sino de volver a los efectos prácticos para demostrar que aún sirven y se pueden tener grandes resultados. Mark Hamill esta correcto haciendo la voz de Chucky, aunque a veces no se pueda despegar la idea de que es Hamill quien lo hace. Sus puntos en contra son pocos y tienen que ver con los asesinatos, o por lo menos la exageración de la situación previa al crimen, ya que no solo se vuelve inverosímil sino que al momento de la muerte pierde efectividad. Lo contrario pasa con el clímax: es una juguetería en donde la falta de presupuesto o la limitación de su director se vuelve notoria y lo que prometía ser un baño de sangre con humor negro queda en algo tímido, en un podría haber sido mejor. Comparen sino la secuencia de la fábrica en la primer secuela de Child’s play y notaran la diferencia. Estas contras no manchan a una reboot que es una grata sorpresa y es una nueva demostración de que el muñeco diabólico aún tiene tela para cortar. Valoración: Muy Buena.