Vampiros a caballo
Aprovechando el nombre de Tim Burton desde la producción y con la dirección del ruso Timur Bekmambetov, la película aborda la figura del Presidente Abraham Lincoln en este combo de terror vampírico, fantasía y aventura.
Como una suerte de Van Helsing, Abraham Lincoln (Benjamin Walker) arrastra desde niño el asesinato de su madre y, movilizado por la venganza, se lanza contra un ejército de vampiros que intenta adueñarse del país en tiempos de esclavitud.
De joven inexperto se transforma, entrenamiento mediante con su compañero Henry Sturges (Dominic Cooper), en un ágil cazador con hacha en mano dispuesto a todo. Y forma un equipo con su amigo de la infancia Will Johnson (Anthony Mackie) para terminar con el villano de turno (Rufus Sewell).
Entre combates en campos de batalla y un cargamento de "plata" que amenaza con terminar con las "criaturas de la noche", el director de Se Busca y Guardianes de la noche construye una película que no siempre convence por el recurso repetitivo de las luchas ralentadas al estilo Matrix y por el escaso suspenso que generan los malvados de la historia.
Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros sabe aprovechar el recurso del 3D en algunas escenas, pero peca de exagerada en la secuencia de la cabalgata y en el final, desarrollado a bordo de un tren, donde todo está llevado al límite y los efectos quitan realismo al desenlace.
El resultado es un film que se aleja del espíritu lúgubre que le hubiese impreso Burton y todo se ve como un ingenuo desfile de colmillos, balas de plata, vampiros a caballo y piruetas que dejan abierta la puerta para una continuación.