¿Quién dijo que 2 horas del ex presidente quizás más famoso de Estados Unidos matando vampiros podía ser una buena idea? Por lo menos el infinitamente mediocre Timur Bekmambetov (director de Wanted y Day Watch) así lo creyó cuando se puso al hombro este proyecto.
¿Y quién mejor que Tim Burton para apadrinar semejante barrabasada?. Lo que desde su premisa parece un chiste, pese a que el cine nunca ha tenido inconvenientes en presentar versiones apócrifas de la vida de distintos personajes históricos y/o ficticios, aquí se lleva a cabo con absoluta torpeza tanto desde lo narrativo como de lo visual.
Penosamente Hollywood nos tiene mal acostumbrados a padecer este tipo de guiones en donde todo lo que se muestra ya se ha contado previamente con igual o peor vulgaridad.
La historia comienza con un joven Abraham Lincoln que ya asomaba a sus casi 10 años su pasión por la integración racial, lo cual parece verosímil comparándolo a la realidad, pero luego nos enteramos que su verdadera motivación para entrar en la política fue vengar a su madre quien fue asesinada por un vampiro cuando el bueno de Abe era menos que un púber. Y es ahí donde se supone que nos tenemos que olvidar de cuanto sepamos sobre la guerra civil norteamericana y sobre el decimosexto presidente de Estados Unidos porque la historia aquí presente divergirá más que ligeramente de lo que conocemos como real. Pero por todos estos motivos, ya viendo el trailer se sabía más o menos por donde iría la historia, por lo cual aquel que se permita el atrevimiento de acercarse al cine para ver esta cinta, quizás lo haría esperando al menos entretenerse con eso que los americanos llaman "Eye-candy", es decir, una película en la cual se busca como distracción los efectos especiales, la fotografía o quizás los aspectos más bien técnicos o visuales que Hollywood tanto se encargó de estandarizar en su cine. Ahora bien... más allá de la controversia generada por el 3D y el respectivo uso de sus anteojitos para poder visualizar dicho gimmick, el problema que presenta la película del director ruso es que se ve pesimamente mal. Más de la mitad de las escenas se encuentran mal iluminadas y el ruido digital se encuentra presente en prácticamente todas las tomas, cuando es evidente que no fue una decisión estética, sino un error. Sin mencionar además que en la mayoría de las tomas en las cuales vemos a Lincoln vociferando frente a multitudes alcanzamos a distinguir que donde debería haber extras hay en cambio modelos 3D de humanos mal texturizados. Como si fuera poco, el abusivo maquillaje digital de los vampiros carece de detalle y nos hacen extrañar las viejas prótesis que supieron llevar famosos vampiros como Tom Cruise y Gary Oldman en otras producciones del género.
Entre tanto corte de estilo videoclipero innecesario y distracciones visuales varias, Abraham Lincoln: Cazador de vampiros se vuelve un verdadero fastidio audiovisual símil y pareja a una de las últimas producciones de Bekmambetov, Wanted.