Abrakadabra: Nada es lo que parece.
Los hermanos Onetti se despachan con el último capítulo en su trilogía homenaje al giallo y, qué decir, es una maravilla visual y estética.
Para los neófitos, el giallo es un sub-género cinematográfico que nació en Italia y que tiene como máximo exponente a Dario Argento. El giallo fue una mixtura de varios géneros como el noir, el terror, el gótico y el erótico, entre otros.
La estética que manejaba estaba colmada de colores saturados, sobreactuaciones, atmósferas lisérgicas y asesinos de guantes negros con serios problemas mentales. El giallo fue el padre de otro sub-género quizás más reconocido: el slasher.
Los hermanos Nicolás y Luciano Onetti mamaron este cine y se puede ver desde el primer fotograma. Además, este film completa una trilogía empezada con Francesca (2015) y Sonno Profondo (2013), también dos giallos.
A los hermanos Onetti los conocemos por la cinta comercial Los Olvidados, (2018) que homenajeaba al slasher duro y puro como The Texas Chain Saw Massacre (1974) de Tobe Hooper.
Sin haber visto los anteriores dos filmes que completan la trilogía, debo decir como admirador de esta clase de cine que los Onetti ya dejaron de ser una promesa del cine de género nacional para ser una realidad a la que hay que darle más importancia de la que tienen.
Abrakadabra (2019) comienza con un viaje al pasado: el mago «El Gran Dante» realiza su último acto en el que es asesinado por su ayudante y amigo. 35 años después, su hijo Lorenzo (Germán Baudino), también ilusionista, regresa a su ciudad para presentar su show. De ahí en más la historia se complica cuando aparece un asesino en serie que comienza su raíd criminal y todo parece señalar a Lorenzo como el máximo responsable.
Desde los créditos iniciales podemos ver los homenajes que los realizadores hacen al género y al cine en general: la imagen del ilusionista con esa espiral hipnótica nos remite inmediatamente a Vértigo (1958). Pero el guiño al maestro Alfred Hitchcock no se queda ahí nomás, ya que además de tener lo usual en esta clase de productos alla italiana (asesinos con guantes, el extranjero que visita un lugar y se ve inmerso en un misterio, la investigación, la paleta de colores saturada, la música beat y tantas cosas más), el trauma del asesino nos lleva directamente al recuerdo de Norman Bates en Psycho (1960).
Además de la atmósfera que recrea la década del 70 de forma impecable por la corrección de color e, incluso, la distorsión del sonido para que estemos ante una obra de esa época, el plus es el doblaje al italiano de los actores.
Igualmente, tanto el cine de Hitchcock y el exploitation al que remite directamente The Wizard of Gore (1970) son sub-géneros que nutren al giallo, como así también el giallo los nutre a ellos. Es como si el círculo se cerrara y el cine nos enseñara que, viviendo de manera holística, el enriquecimiento cultural es mayor y más fructífero.
Si hay algo que reprocharle a Abrakadabra (2019) y a los Onetti es que el personaje de Lorenzo no tiene un peso dramático como los personajes de, por ejemplo, Darío Argento. Pero siempre hay tiempo para perfeccionar.
Además, así como la magia, el cine es un ejercicio de ilusión. Y en el ilusionismo (como en cualquier aspecto de la vida) la práctica hace al Maestro. Y los hermanos Onetti lo saben más que nadie y, más importante, van por el camino correcto.