Desde julio de 1963, de la mano de Stan Lee y Steve Ditko, el neurocirujano Stephen Strange pasó de ser un médico egocéntrico y codicioso a "el Maestro de las Artes Místicas", el nexo entre los superhéroes -muchas veces más terrenales que los de su competencia- de Marvel y lo sobrenatural. En 2016, el reconocido director Scott Derrickson tuvo la tarea de llevar al cine e integrar al Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) a Doctor Strange, y así lo hizo, con una película de origen en la que el carismático Benedict Cumberbatch interpretó de manera icónica al Hechicero Supremo. Seis años después, ya en la Fase 4 del UCM y luego de haber combatido la amenaza galáctica que supuso Thanos y haber vivido la muerte de Iron Man, llega Doctor Strange: en el Multiverso de la Locura (2022), dirigida esta vez por la leyenda del cine Sam Raimi, en su regreso triunfal al cine superheroico. Si Derrickson sentó las bases para el personaje en el cine siendo un realizador ligado al terror, Raimi sigue la historia desde la fantasía y el horror lúdico muy presente en su cine desde sus clásicos como Evil Dead (1981), el epítome de la Clase B, pero también fusionando el blockbuster como lo fue la trilogía fundacional -y de la cual es deudora el UCM- de Spider-Man con Tobey Maguire a la cabeza. El film comienza sin respiro desde el minuto 1 con una persecución en algún universo con una variante del Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) y una joven llamada América Chávez (Xochitl Gomez) escapando de una entidad sobrenatural que quiere sacarle los poderes a ella. Chávez tiene el poder de viajar a voluntad por distintos universos paralelos, y eso la hace presa de una amenaza hasta el momento desconocida, que quiere utilizarla para sus propósitos. Strange deberá defender a la joven mientras se enfrenta a las consecuencias de haber alterado el Multiverso en Spider-Man: sin camino a casa y también a una antigua aliada convertida en némesis: Wanda Maximoff/Scarlett Witch (Elizabeth Olsen). Un camino de ladrillos amarillos Esta nueva aventura de Doctor Strange es, como se dijo anteriormente, el gran regreso de Sam Raimi al cine luego de Oz: el poderoso, de 2013, y entre ellas hay bastantes similitudes, ya que el viaje multiversal que se realiza es como ese camino de ladrillos amarillos que nos lleva a la tierra mágica, donde tenemos un mago que se enfrenta a una bruja desdichada y una joven que queda en el medio de esta disputa, como mucguffin de la historia. Sin embargo, Doctor Strange: en el Multiverso de la Locura es la historia de la pérdida y la tragedia de Wanda Maximoff luego de la serie Wandavision. La pérdida de esa familia que “creó” y que ahora, poseída por un libro oscuro, quiere recuperar a como dé lugar. También es la historia de Strange, la búsqueda de la felicidad y de lo que significa esa palabra. Quizás el “soltar” del que tanto hablan sea verdaderamente el fin de estar en paz con nuestras decisiones y el Hechicero Supremo lo sabe. Por último, la identidad y la fe construida en uno mismo a través del personaje más joven, América Chávez, una niña que perdió a sus madres por un accidente con sus poderes y que cree no saber controlarlos, solo porque tiene ese miedo inconsciente de que la historia vuelva a repetirse. Se nota que Sam Raimi tuvo mucha más libertad que cualquier otro realizador en el UCM dirigiendo el guion de Michael Waldron -guionista de Rick y Morty y uno de los creadores de la serie Loki- porque en el film se ve su sello característico del género fantástico, el horror y el humor negro, como así también el movimiento de cámaras que varias veces nos hace rememorar varias de sus peliculas. Sin entrar en spoilers, hay una secuencia de “pelea musical” entre dos personajes en los que literalmente las armas son notas musicales, algo nunca visto y de lo que solo podría ser responsable Raimi y el maestro que escribió la banda de sonido: Danny Elfman, amigo y colaborador del director desde hace décadas. A Benedict Cumberbatch se lo ve más que arraigado en su personaje pero quien se roba el film sin lugar a dudas es Elizabeth Olsen y su Scarlett Witch, una mujer con el corazón roto y corrompida por la búsqueda de sus hijos, que deberá llegar a una redención para cerrar su historia luego de la serie Wandavision. Quizás una de los contras es que, para disfrutar de la historia -que se siente como una “película del medio”- sea necesario haber visto sí o sí las series Wandavision, What If…?, obviamente el primer film de Doctor Strange y Spider-man: sin camino a casa. En conclusión, Doctor Strange: en el Multiverso de la Locura es, por un lado, el gran regreso de Sam Raimi al cine superheroico y, en segundo lugar, el film menos Marvel de los últimos tiempos (y esto es un elogio). El Multiverso es sinónimo de futuro para el Universo Cinematográfico Marvel.
The Batman: el regreso del Caballero Oscuro Este jueves llega una nueva adaptación de el Hombre Murciélago de DC Cómics a la pantalla grande, más melancólico, más oscuro y más realista que nunca. Luego de varias adaptaciones al cine y la TV de Batman, y luego que varios actores hayan tenido el privilegio de portar la máscara en la pantalla grande, llega una visión diferente a todo lo que se haya visto hasta el momento del Encapotado. Desde su primera llegada a la pantalla grande en 1989 de la mano de Tim Burton, el Batman más oscuro y que reflejaba tanto la corrupción de Gotham City como la psicología del alter ego del Murciélago, Bruce Wayne, fue la trilogía de Christopher Nolan. Sin embargo, poco habíamos visto de la faceta detectivesca del personaje, una parte muy importante en más de medio siglo de su nacimiento. Es más, uno de los apodos de Batman es "El detective más grande del mundo", tal como Sherlock Holmes. Obviamente el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger toma de inspiración a la creación de Sir Arthur Conan Doyle para su Bruce Wayne, entre otros. Yo soy la Venganza Hace dos años que Bruce Wayne (Robert Pattinson) es Batman. La vida diurna del joven filántropo y "príncipe" de Gotham no existe. Desde la muerte de sus padres es un ermitaño que no sale de su mansión, excepto por las noches, tanto enfundado con su traje de cuero y su capucha como infiltrado entre la muchedumbre que vuelve a sus casas, luego de un día agotador en una ciudad corrupta, sucia, llena de criminales, como nunca antes habíamos visto. "Ahora tenemos una señal", dice la voz de Robert Pattinson en off, narrando un poco como si fuera un "Previamente en...". Esa Bat-señal funge tanto como llamada y advertencia: los criminales la ven y sienten el miedo. Y el espectador también lo siente. La cámara mira hacia un recoveco oscuro, la música entre gótica y solemne, casi de film de terror de Michael Giacchino nos hace creer que de allí saldrá una figura monstruosa, que se comerá al malhechor de turno. Ese sentimiento es el que quiere infundir Bruce en el crimen, pero toda moneda tiene su cara y su cruz. El mayor peligro del Encapotado es la mafia, que está enquistada en todos los estratos de la sociedad de Gotham, en la policía y en la Justicia. Sin embargo, un nuevo jugador entra en la cancha: The Riddler (Paul Dano), un asesino en serie que deja pistas de sus crímenes en forma de acertijos por el cual se irá destapando la olla de la podredumbre que infesta la ciudad, sus políticos y los negocios sucios. Batman estará secundado por el detective Gordon (Jefffrey Wright) y Selina Kyle/Catwoman(Zoë Kravitz), una mujer que tiene sus propias intenciones y agenda con Carmine Falcone (John Turturro), el capo mafia de Gotham. Un Batman en sus primeros años Matt Reeves (Cloverfield) toma de inspiración varios cómics legendarios de Batman y le da su propia impronta a la película, un film neo-noir al estilo de "Pecados Capitales(Se7en)" de David Fincher. En las tres horas de metraje (que no se sienten para nada) se pueden ver influencias de "El Largo Halloween" y "Batman: Year One" de Frank Miller, tanto en la historia, la ambientación, como en sus personajes. Hay muy poco de Bruce Wayne y mucho de Batman, pero la capucha es solo un disfraz para la mente torturada del personaje. Una entidad que busca venganza constantemente, que no es el héroe que conocemos, que falla. Quizás por eso, el director dijo en una entrevista que se inspiró en Kurt Cobain para el personaje que ahora interpreta Pattinson, quien está increíble y parece que nació para estar bajo la máscara del Murciélago. También se explora el pasado de la familia Wayne y como sus padres no fueron tan impolutos como el joven creía, por lo que llega un momento de cuestionamiento personal en el que la pregunta es, ¿cuál es el legado de los Wayne? ¿Cuál es su relación con la mafia que corrompe Gotham? Un elenco de lujo Si bien fue cuestionado al principio (veníamos de una versión más cómic accurate de Batman con la interpretación de Ben Affleck), Robert Pattinson demuestra que es el indicado para ponerse la mochila de este joven Bruce Wayne, un tipo torturado, en busca de venganza que solo encuentra consuelo en ponerse una máscara y vomitar su ira hacia los criminales. Por su parte, Alfred tiene poca participación, pero Andy Serkis hace un trabajo muy bueno como el mentor, padre/hermano mayor del justiciero. Jeffrey Wright tiene una química insuperable con el Batman de Pattinson como un también, novato detective Gordon. Él es uno de los que tiene sus momentos de humor, no forzados. Y si de química hablamos, la Catwoman de Zoë Kravitz es directamente sacada de las viñetas de Frank Miller: sensual, felina, atlética y empoderada. El mejor acercamiento al personaje desde Michelle Pfeiffer. Tanto John Turturro como Carmine Falcone y Colin Farrel (irreconocible) como El Pingüino son también dos aciertos del reeves. Paul Dano como The Riddler da miedo. Según el director, la inspiración para esta adaptación del famoso villano, fue el Asesino del Zodíaco, el cual (una vez más) fue llevado a la pantalla por David Fincher. En conclusión, "The Batman" es un nuevo acercamiento al personaje, pero también una vuelta a las bases. Un thriller, un policial negro que es perfecto para renovar la cara y para dar más matices a una historia que ya conocíamos pero que nos faltaba. Un Batman que era necesario para estos tiempos convulsos donde la línea entre el Bien y el Mal es más confusa que nunca.
Este jueves se estrenó finalmente “Sin Tiempo para morir (No Time to die, 2021)”, la vigésimo quinta entrega de las aventuras del agente 007, y la quinta y última de Daniel Craig como un James Bond totalmente reinventado para el Siglo XXI.
Gauchito Gil: Una historia de coraje y libertad Se estrenó una nueva fábula cinematográfica acerca de la figura mítica del «Gauchito Gil» y aquí te la recomendamos ampliamente. Como vengo diciendo hace rato, la falta del sub-género cinematográfico «Western» en nuestro país es, por lo menos, extraña, teniendo en cuenta que en nuestro folklore tenemos amplios casos y ejemplos de bandoleros que azotaron en el Siglo XIX y forjaron una reputación con sus hazañas. Sin embargo, la figura del Gauchito Gil es una de las más abordadas últimamente en el cine nacional; claro exponente de los que significa un «Robin Hood» autóctono, mezclado con un misticismo que llega a nuestros días en forma de cuasi religión. En el 2018 se estreno Gracias Gauchito de Cristian Jure, quizás sin mucha pompa pero con un despliegue inusitado desde hacía varios años en este país, con poco presupuesto, pero con un alma increíble. Hoy, el director Fernando del Castillo nos trae Gauchito Gil (2020), quizás despegándose un poco de aquella que he nombrado, con un presupuesto mucho mayor a la vista y con una historia mucho más política si se quiere. Antonio Mamerto Gil Núñez (Roberto Vallejos) vuelve de la Guerra de la Triple Alianza a sus pagos en Mercedes, Corrientes, con una carga traumática al ver como se enfrentaban y mataban entre hermanos. Su llegada es advertida por el Coronel Salazar (Claudio Da Passano), un militar de muy pocos escrúpulos que usará su poder para reclutar al Gauchito Gil entre sus filas con la excusa que es un desertor, y por esto debe obedecer o irá a la cárcel (más bien lo matarán). Pero Antonio tiene otros planes, y entre chamamé y tereré, luchará contra la opresión del pueblo sacándole un poco a los que más tienen para dárselo a los que menos tienen. Su fama lo llevará por un derrotero lleno de tragedia para él y para sus seres queridos. Amigos y amores sucumbirán ante la injusticia. Gauchito Gil es un gran Western made in Argentina. Un film que bebe de las influencias de Leonardo Favio y los dramas más trágicos, como así también de la cultura popular y la fábula acerca de este personaje que es querido por muchos fieles hasta el punto de santificarlo. La fotografía de Mauricio Heredia es impresionante, la cual junto a la dirección de Del Castillo nos sumerge en campo abierto y a la magnificencia de la noche en planos abiertos que muestran toda la belleza del Litoral, además de una banda sonora plagada de chamamé y épica fordiana. Todas las actuaciones son más que correctas, pero si hay que destacar, Roberto Vallejos como el Gauchito Gil y Claudio Da Passano como Salazar se llevan todos los premios como el héroe y el antagonista de esta historia. No hay sobreactuaciones, las emociones se sienten reales y uno, muchas veces, se pregunta por qué estos actores no tienen más protagonismo que otros en la escena nacional. Asi, Gauchito Gil (2020) se convierte en otra de las grandes películas nacionales de este 2020 y, con el tiempo, llegaría a afirmar que se podría convertir en un clásico del cine en nuestra pampas.
Los Reyes: Amores perros. Luego de haber pasado por los Festivales de Amsterdam y de Viña del Mar (y haber ganado en los dos certámenes como «Mejor Documental») llega este sentido homenaje al mundo perruno. Era un callejero con el sol a cuestas, fiel a su destino y a su parecer; sin tener horario para hacer la siesta ni rendirle cuentas al amanecer. – Alberto Cortes Almas en libertad. No atadas al paradigma que reina en la vida, ese que nos tiene sumidos en el consumismo y a una vida de constante euforia y frenesí. Esto nos cuenta Los Reyes (2020), documental sobre el parque de patinaje homónimo, ubicado en Santiago de Chile, dirigido por Bettina Perut e Iván Osnovikoff. Pero no es un documental cualquiera, ya que todo lo que veamos (o mejor dicho, oímos) pasa por el filtro de dos perros callejeros llamados «Fútbol» y «Chola». Estos animales recorren el parque y parecen dueños del lugar, siempre vigilantes a lo que sucede a su alrededor, a sus circunstanciales visitantes, como así también a los habituales, los cuales en su gran mayoría son jóvenes que viven el día a día con los problemas propios de su edad. Así, la cámara sigue a Fútbol y Chola jugando con piedras el primero y, el segundo, con una pelota de tenis que ve pasar el tiempo inexorable; día y noche, lluvia y sol. La película carece de música, y esto lo hace una experiencia particular pero con un significado propio de lo que quiere transmitir: los perros tienen más desarrollado el sentido del oído y, por esto, nunca vemos más que un primerísimo primer plano de algún pie o mano humana de esos anónimos jóvenes skaters que luchan para sobrevivir en una sociedad que los acompleja y, muchas veces, los desprecia. Sin embargo, Los Reyes nos mete de lleno y sin intervenir en la vida de los animales y su relación fraternal. Hay momentos de humor, momentos de expectación y algunos momentos dramáticos, que terminan en zozobra. Los Reyes culmina como un sentido homenaje a esos perros que muchas veces vemos en la calle y que no pertenecen a nadie, pero pertenecen a todos. Compañeros de vida en las buenas y en las malas. Sobretodo, almas libres en un mundo esclavizador.
Devoto: La invasión silenciosa. Devoto: La invasión silenciosa (2020) es la nueva película de Martín Basterretche que estrena Cine.Ar TV y acá te comentamos las razones para verla. El cine de género fantástico argentino ha ido ganando terreno a nivel nacional, pero sobretodo, internacionalmente, a base de nombres como los hermanos Onetti o Demián Rugan, por citar algunos casos prominentes. Para Martín Basterreche, el género le resulta conocido luego de su primer largometraje, Punto Ciego (2014) y el próximo a estrenar, una épica de muertos vivientes. Con Devoto: La invasión silenciosa (2020), el realizador nos mete de lleno en un mundo donde parece que estamos al borde del colapso por algún tipo de evento climático desconocido. En él, cinco personas que no tienen relación entre sí, despiertan encerrados en un extraño edificio para darse cuenta de a poco que fueron convocados por una misteriosa figura legendaria que termina siendo real. Una revolucionaria llamada «La Lancera» que los convocó para detener una invasión extraterrestre que hace peligrar la Humanidad. La película parece más un experimento para algo mayor, una especie de episodio piloto para una serie que, con homenajes repartidos por todos lados, sugiere un plan mayor con, quizás, un futuro con mayor presupuesto. Sí, en «Devoto…» se nota lo Clase B, pero eso no quita que sus 72 minutos sean de los más entretenidos para una producción nacional de este calibre. Además, el aliciente de tener a Diego Cremonesi entre los protagonistas (uno mejor que otro en sus respectivos papeles), una estrella del cine nacional ya indiscutible y, sobretodo, del cine de género. Como dije anteriormente, al film se le ven las costuras, en especial por la falta de cierre en la historia, o también por las motivaciones de los villanos que no se saben por completo, además de la historia de «La Lancera» o esa lluvia misteriosa de la que tanto hablan y parece traer alguna consecuencia a la población. Sin dudas, Devoto: La invasión silenciosa (2020) podría apostar a más pero se queda en la periferia. Esto no quiere decir que no sea un producto sumamente disfrutable, en especial por su corta duración y su historia que deja con ganas de más.
Aves de Presa: Las chicas solo quieren divertirse. Como no podía ser de otra manera, «Aves de Presa (Y La Fantabulosa Emancipación De Harley Quinn)» llega a cines con polémica. En esta review vamos a tratar de entender el por qué y a recomendarla. Sí, RECOMENDARLA. La nueva película enmarcada en el moribundo DCEU, Aves de Presa (Y La Fantabulosa Emancipación De Harley Quinn), llega con una nueva polémica pero, en este caso, las primeras impresiones en el exterior fueron más que positivas. ¿Qué pasó entonces? Es que tanto el Universo Cinematográfico de DC se ve bastante desordenado desde el comienzo: desde Man of Steel (2013) hasta la multipremiada Joker (2019), el rival de Marvel Cómics no ha tenido tanta suerte en sus adaptaciones a la pantalla grande de sus icónicas historias, o bien, ha sido bastante irregular en atraer al público. Si bien fueron irregulares también sus resultados, el más vapuleado fue el caso de Suicide Squad (2016) de David Ayer, un pastiche horrendo que no resiste ninguna clase de análisis y que tendrá su reboot/remake a manos de James Gunn. En este caso, el personaje que destacó (a pesar de todo) es el más atractivo desde su primera aparición allá por 1992 de la mano de Bruce Tim en Batman: la serie animada; Harley Quinn. Interpretada por Margot Robbie, la pareja del Joker (el de Jared Leto en el film), causó un furor impensado por algunos que ni siquiera sabían de su origen hasta el film de Ayer, pero aún así colmaron cualquier evento (sea geek o no) con sendos disfraces del personaje. Se habló de una secuela, un spin-off y quien sabe cuantas cosas más, hasta que la propia Robbie confirmó que se venía una película de, primero, «Gotham City Sirens», el grupo conformado por la propia Quinn, Poison Ivy y Catwoman. Pero la actriz de «I, Tonya» sentía que las icónicas villanas de DC Cómics eran ya muy conocidas por el publico en general, así que prefirió centrar esta nueva historia en mujeres fuertes que el gran público no tenía noción que existieran: «Las Aves de Presa». Así, Aves de Presa (Y La Fantabulosa Emancipación De Harley Quinn) nos cuenta la historia la otrora novia del Joker, su separación del villano y cómo su liberación de tal líder criminal la pone en la mira de otro antagonista igual o peor que el Príncipe Payaso: Roman Sionis, A.K.A., Black Mask (Ewan McGregor). Si bien la historia está contada en primera persona por la propia Harley, el nexo que unirá a ella con las demás será el propio Sionis, ya que el villano necesita un diamante que contiene un código que lo hará millonario y el más capo de los capos. Pero el problema es que una joven ladronzuela llamada Cassandra Cain (Ella Jay Basco) robó la piedra a su lacayo, Victor Zsasz (Chris Messina), y ahora tendrá que ir por la niña con todos sus recursos. En el medio, tenemos a Dinah Lance/Black Canary (Jurnee Smollett-Bell), una cantante del bar de Sionis que se unirá a la cruzada de HQ porque conoce a la pequeña y simpatiza con ella; Renée Montoya (Rosie Perez), una detective de policía que es menospreciada por sus compañeros y jefe, y que tiene un caso en contra de Black Mask; y Helena Bertinelli/Huntress (Mary Elizabeth Winstead), la hija de la familia que fue la dueña original del diamante, asesinada por otra familia mafiosa rival y, ella, convertida en asesina experta. Aves de Presa (Y La Fantabulosa Emancipación De Harley Quinn) en sí, es una película hecha para el publico en general, pero también con pequeños guiños al fan de las viñetas, con easter eggs al DCEU que, al mismo tiempo, enriquecen y hacen desprenderse de todo a esta historia. Todo lo mal que había en Suicide Squad (2016), aquí es corregido y funciona de manera orgánica y perfecta: la presentación de personajes, la banda de sonido, la fotografía, las coreografía de pelea. Todo, en torno a la protagonistas absoluta que es Harley Quinn, de la cual Margot Robbie se hace dueña para siempre. Si se puede hablar de algo «flojo» en el film dirigido por Cathy Yan es la sobreactuación de Ewan McGregor y como varios de los orígenes de los personajes cambian drásticamente. Aún así, el film funciona perfectamente dentro de su universo, además de entregarnos un excelente film que muchas veces recuerda a los clásicos policiales de los 80, y eso es lo que termina importando. Se habló del hate que viene cosechando Aves de Presa (Y La Fantabulosa Emancipación De Harley Quinn) en redes sociales y un posible boicot por ser una película feminista. Hablando estrictamente, el film protagonizado por Margot Robbie es el ejemplo perfecto de como se debe hacer una película con antiheroínas y un mensaje feminista marcado pero sin ser burdo, en contraposición con cierta película del MCU que pregonaba lo mismo y no le llega ni a los talones. Es más, Aves de Presa… habla sobre la «emancipación» en todo sentido, ya que el antagonista de McGregor también tiene un trauma relacionado a ello: en Gotham City no pueden verlo como un tipo que se hizo de abajo, por llevar el apellido Sionis, que conlleva una gran fortuna y prestigio atrás, aunque su familia lo haya dejado en la calle. Black Mask también busca emanciparse. Los lectores de cómics más avezados no entenderán por qué Harley Quinn está junto al grupo de heroínas más famoso de DC (ya que ella nunca fue integrante), pero si se fijan bien en el título y llegan hasta el final de la película, comprenderán que ya estaba todo digitado desde el comienzo. Aves de Presa (Y La Fantabulosa Emancipación De Harley Quinn) es una excelente nueva apuesta del DCEU que apuesta, arriesga y gana. Una historia sobre la emancipación en todo sentido, no solo el de las mujeres, pero también nos habla que no necesitamos ningún «Joker» para entretenernos y pasarla bien.
1917: Los horrores de la Guerra, en primera persona. Otro estreno que llega con varios galardones y la promesa de llevarse todos los premios Oscar. 1917 (2019) es una experiencia inmersiva y sentimental de la 1° Guerra Mundial. Allá por el año 2000, un ignoto director británico se alzaba con 4 premios Oscar, que incluían «Mejor Película» y «Mejor Director». El realizador era un tal Sam Mendes, y su ópera prima, Belleza Americana (American Beauty, 1999), un relato mordaz sobre el sueño americano con un Kevin Spacey en su mejor forma. A partir de allí, la carrera de Mendes fue bastante irregular y fue varias veces criticado. Luego de devolverle al «Agente 007» el carisma que había perdido en esta última década con el hiperrealismo de su reboot, llega el film más personal del británico; una oda a los jóvenes que llenaron las trincheras y dieron sus vidas en la que, quizás, sea la guerra más brutal de todos los tiempos. Basada (libremente) en las experiencias del abuelo paterno del Director, Alfred Mendes, 1917 (2019) nos cuenta la historia de William Schofield (George MacKay) y Tom Blake (Dean-Charles Chapman), dos jóvenes soldados británicos que reciben un encargo, en apariencia, bastante simple: entregar un mensaje en mano al 2º Batallón del Regimiento de Devonshire, cancelando su ataque planeado contra las fuerzas alemanas. Los alemanes han fingido retirarse a la línea Hindenburg y están preparados para emboscar al batallón de 1600 hombres, el hermano de Blake entre ellos. Ellos no saben que los alemanes se han retirado. Incluso con esta nueva noticia de una segura trampa mortal, el camino que les espera es casi un suicidio. Sin embargo, Blake está dispuesto a todo por salvar a su hermano y a sus compañeros en armas de una carnicería segura. La particularidad de 1917 (2019) es que el film está rodado en un (aparente) plano secuencia. Hay muy pocas veces que el espectador avezado puede ver el montaje, aunque hay uno bien marcado y es parte de la atmósfera narrativa inmersiva que se nos presenta. Porque la película de San Mendes es eso, una experiencia que nos mete de lleno en los horrores de la 1° Guerra Mundial, en primera persona. Seguimos desde el comienzo de la misión a Schofield y a Blake, vemos sus personalidades bien marcadas y diferenciadas a lo largo de la travesía. Los sentimientos afloran en un plano como el de las trincheras, donde el Imperio británico estaba en desventaja ante un enemigo que los superaba en número y en tecnología: tengamos en cuenta que en este conflicto fue cuando se vio por primera vez un tanque de guerra Panzer. Fue una batalla perdida desde el comienzo. La cámara persigue a los personajes, los rodea, los sitúa en campo abierto, los acompaña entre el barro, la sangre y el sudor, se mete con ellos en trincheras que vuelan por los aires, los acompaña cuando se sumergen en el agua, los conocemos en primero planos y encuadres que desafian toda lógica al ser un film con casi ningún corte de edición; y esto se lo debemos al gran Director de Fotografía Roger Deakins, un prodigio que nos mete de lleno en un ambiente que, muchas veces, parece sacado de una película post-apocalíptica. Pero claro, 1917 (2019) es una obra llena de desolación y, a su vez, esperanza. Thomas Newman, colaborador habitual de Mendes, completa con su score la parte técnica que acompaña la película, trazando paralelos muchas veces con Dunkirk (2017) en la forma de crear clima y tensión muchas veces con el sonido del segundero de un reloj, marcando el «a contratiempo» del film. Los dos protagonistas son el relato en sí y condensan a la perfección las vivencias acaecidas en miles de soldados caídos. Asimismo, mientras recorremos las trincheras y los desolados parajes del conflicto, como el tristemente célebre «No Man’s Land», hay varios actores que van apareciendo casi como una frutilla en el psotre para enmarcar aún más este film como una obra de suma calidad. Muchos de los que estarán leyendo esto sabrán que J.R.R. Tolkien se basó en sus vivencias en la 1° Guerra Mundial para crear «El Señor de los Anillos», pues bien, si se fijan bien, 1917 parece muchas veces la travesía que Frodo y Sam tuvieron que realizar a través de la Tierra Media: camaradería, horrores, muerte, desazón, y tantos etcéteras asociados a la crueldad de un conflicto bélico que solo las personas que lo vivieron saben de qué se trata. Hasta ahora. Por que San Mendes nos lleva en una recorrida sin igual en un día en la vida de estos héroes anónimos. Jóvenes que tuvieron que pelear por su país, muchas veces sin saber por qué, poniendo sus cuerpos para que unos pocos resolvieran un conflicto absurdo en una guerra con notables diferencias tecnológicas. Lo absurdo de la guerra y lo bello de la hermandad. Todo esto está condensado en 1917 (2019). Una obra maestra sin lugar a dudas.
Parasite: Familias al límite. Con un gran aparato mediático, varios premios encima, varias nominaciones a los premios Oscar y ya con una ¿remake? ¿serie? por parte de HBO, llega a cines argentinos el último opus de Bong Joon-Ho: Parasite (2019). «¿De qué te reís?» «De vos… de todos nosotros me río». –Esperando la carroza (1985)– No es novedad que el cine coreano es uno de los mejores del mundo y, en estos últimos años, tuvo un crecimiento exponencial y una mayor visibilidad sobretodo gracias a directores como Park Chan-Wook y, quien nos compete hoy, Bong Joon-Ho. Bong es quien, quizás, más ha entendido la forma de transmitir historias universales y codearse con Occidente, mediante películas que abarcan diferentes temáticas como el policial, la ciencia ficción o la comedia negra, sin olvidarse de sus raíces y las historias que emanan de su querida Corea. Así, tenemos un realizador que ha vagado en diferentes géneros desde Memories of Murder (2003), quizás el mejor thriller policial de este milenio; pasando por el terror kaiju de The Host (2006), el drama en Mother (2009), la ciencia ficción post-apocalíptica en Snowpiercer (2013), la fantástica Okja (2017) y, hoy, el menjunje de todas ellas en Parasite (2019). Hay una temática recurrente, sin embargo, en el cine de Bong Joon-Ho; una línea que circunda la narrativa y que le es propia, una crítica socio-política al sistema de vida coreano y al capitalismo salvaje, un cáncer que sufre el país oriental y que deja a millones de habitantes en la pobreza extrema mientras que la minoría vive la opulencia descarada sin siquiera mosquearse por el prójimo. Parasite (2019) es una de esas películas de las cuales es muy difícil hablar sin caer en el spoiler, no obstante en esta review, trataré de escribir algunas líneas dando pequeños indicios de las razones por las cuales hoy es la favorita de la temporada de premios y la más aclamada película extranjera en el círculo hollywoodense. Desde la primera secuencia del film se nos muestra a la familia Kim, compuesta por el padre, la madre y dos hermanos ya bastante grandecitos, viviendo en una casa por debajo de la calle, casi como un subsuelo. Poniéndonos en contexto con la realidad social en la subsisten. Los jóvenes de la familia tratan de robar wi-fi de una cafetería con bastante éxito, dándonos así a entender desde el primer momento quiénes son los parásitos (supuestamente) de los que habla el título del film. Los Kim viven de trabajos precarios como el armado de cajas para una pizzeria, cosa que vemos también al principio de la cinta. La suerte cambia (literalmente) cuando el amigo universitario del joven le pasa la posta para que sea tutor de inglés de una adolescente de familia adinerada. Si bien, Ki-woo tiene los elementos por haber dado varias veces el examen de ingreso, no tiene los títulos por la falta de herramientas económicas necesarias para realizar carrera alguna. Lo mismo sucede con su hermana, Ki-jung (o «Jessica»), quien es una experta en informática a tal grado que falsifica un título para su hermano en un Cybercafé en cuestión de minutos. Min, al llegar a la casa de su amigo, Ki-woo, le lleva de regalo una gran piedra que su abuelo le legó. Según dice, trae buena fortuna a los que la poseen. La familia Kim queda azorada y el joven de la familia no parará de decir que el elemento es «muy metafórico». Claro, en la película se suceden varios hecho que llevan lo metafórico al paroxismo. Hay que estar bastante atento a que esta piedra terminará siendo el peso de los pecados cometidos. Un peso, también, que el hijo varón de una familia asiática siempre lleva consigo. Cosas culturales, «muy metafóricas», digamos. Cuando Ki-woo se presenta en la casa para trabajar, la matriarca de la familia Park lo recibe, primero con cierta cautela, pero al ver el trabajo con su hija, incluso llega a pagarle más que a Min. Ésta, y otras acciones que hacen a la señora de la casa una persona demasiado crédula, es el caldo de cultivo para que los Kim vayan apoderándose de la casa paso a paso y uno a uno. Hablar más de Parasite (2019) sería arruinar la experiencia y la sorpresa que conlleva el film y como el guion del propio Bon Joon-Ho, en conjunto con Han Jin-won, nos va llevando de la mano hacia senderos que nos interpelan de manera personal; pasando de la comedia negra casi costumbrista a un thriller sin respiro con toques de horror, pero siempre haciendo foco en la crítica social. Todos es perfecto en el film de Bong, desde las actuaciones (mención especial siempre al actor fetiche Song Kang-ho, haciendo de padre de los Kim), la música extradiegética que acompaña la acción en momentos en que la tensión va en aumento o el drama se acopia en la pantalla, así como también las decisiones con respecto a la fotografía: hay momentos donde una simple línea en una ventana separa a los pobres de los acaudalados. Hay varios momentos donde Bong recurre a ciertos elementos en donde se nos subraya la diferencia de clases, escaleras o caminos que suben y bajan, los colores e iluminación que se eligen para representar el ambiente de las dos familias, sumamente diferentes, etc. En síntesis, Parasite (2019) es todo lo que se dice que es, una obra sumamente completa donde el entretenimiento enmascara un mensaje que sumamente actual y que transgrede toda cultura, como lo es la lucha de clases y como el el que tiene menos recursos es pobre no por falta de educación, sino por falta de recursos; y como el más pudiente puede ser lo más despreciable, aunque también, lo más naif y crédulo que se podría esperar. Al fin y al cabo, las dos partes terminan necesitándose para subsistir, una más que otra en diferentes situaciones. Por ende, el momento de la vida en el que se desarrollan las acciones y sus posteriores consecuencias, nos darán a entender quien es más parásito que el otro.
El Gran Combo: Rápidas, imprudentes… y electropop! El nuevo film Matías Szulanski nos lleva a una recorrida por los bajos mundos del narcotráfico y la delincuencia en una anacronía llena de luces de neón. Ya desde Pendeja, Payasa y Gorda (2017) y Astrogauchos (2019) se puede decir que Matías Szulanski es un realizador a tener en cuenta. Su humor ácido, junto a personajes desalmados llenos de egoísmo y recursos anacrónicos a la trama, hacen un cóctel explosivo en los films del realizador y guionista argentino. En El Gran Combo (2019) asistimos a una vorágine de poco más de una hora en la que diversos personajes tejen tramas individuales y divididas en capítulos independientes (en apariencia) para, luego, desembocar en una sola, recurso que puede tener como adalid contemporáneo a Quentin Tarantino. Pero el ritmo vertiginoso del film de Szulanski también se apoya en una fotografía plagada de luces de neón y tufillo a década de los 80, mezclando «flippers» con planos que homenajean a las historias de gangsters de Guy Ritchie. La trama es sencilla pero eficaz: La Princesita le encarga al Bastardo comercializar su producto característico (la «rosa», una droga muy potente, casi emulando a la celeste de Breaking Bad) pero las cosas no salen según lo planeado. Por otro lado, Yolanda contrata a Nicki Nicole para realizar un trabajo aparentemente sencillo y ella, a su vez, suma a una vieja amiga Rocío Ro-Ro para que la ayude. Todas las historias se complican y entrelazan en algún punto, casi al final. La banda de sonido electropop, personajes femeninos empoderados, una trama sencilla y efectiva, unida a una duración en el que la acción y la tensión no aflojan, hacen de El Gran Combo (2019) eso mismo, un GRAN COMBO EXPLOSIVO.