Que se puede decir de esta producción audiovisual, que es de todo menos una película, todo es tan descartable que si lo hubiesen hecho premeditadamente no podría ser peor.
Empecemos por las actuaciones, el naturalismo no le fue pedido a Tales de Mileto, eso seguro, pues destila antinaturalismo a ultranza. Pero esto para muchos sería un detalle.
Nada es creíble desde este rubro.
Continuemos con qué filmar, en tanto planos que se eligen, planos y contraplanos que se utilizan envejecen sin exagerar 125 años, con los personajes mirando a cámara, sin terminar de establecer si es una subjetiva o qué.
Todo para narrar una historia ya vista mil veces. Existe, pero en este caso es muy de todo menos atractiva, mínimamente confusa y simultáneamente previsible. Muy difícil de lograr, sin lugar a dudas. Pero es un filme argentino, único lugar en el mundo que se conjugo una gran recesión con hiperinflación, (no estoy hablando de la actual, esto es un DEJA VU). Pero esto es otro detalle.
Ni hablar de la utilización de la música, manipuladora sobre lo vacuo, incita a que prestemos atención sobre la nada absoluta, remarcando lo inexistente, además de utilizar los exabruptos sonoros para, en este caso, despertar al espectador. No es una mala banda de sonido, pero, sinó existiera, daría lo mismo, detalles al margen.
Empieza en 1951, el Gran Dante, un prestigioso mago, muere “accidentalmente” durante un arriesgado truco de magia. Va haber un acusado, un culpable.
Treinta y cinco años después su hijo Lorenzo, también mago, presenta un show en uno de los teatros más importantes de la ciudad. El mismo en el que murió su padre.
A partir de aquí comenzarán a sucederse una serie de asesinatos que intentarán incriminarlo. Lorenzo deberá descubrir quién y por qué busca involucrarlo.
Debería ser un thriller, pero tiene menos suspenso que Heidi, de hecho las imágenes también quieren ser escatológicas, truculentas, el punto es que el departamento de maquillaje logra que mueva a risa. Detallito.
Por último, la frutilla del postre, el filme supuestamente argentino, transcurre en los albores de la década de los ‘80, gobierno de facto. Los autos llevan patentes que recién vieron la luz durante el “gobierno” de Carlos I de Añillaco, después del salariazo. (¿Cómo no hubo?).
Hablada en italiano, pero los diarios están escritos en inglés, pero son simples pormenores, quien se fija.
Decididamente se puede decir que no es mala, es peor. ¿Existe esta calificación? Pues no prevalece la sensación de haberse aburrido, sino de haber perdido el tiempo. Y ya se sabe que se dice de lo que vale