“Abrakadabra” es un viaje en el tiempo tan nacional como italiano, en manos de Luciano y Nicolás Onetti. Nuestros Coens nacionales alimentados a base de mate y terror italiano. Promete y asegura una producción a la altura de la memoria sobre aquellos clásicos cinéfilos con asesinos inciertos, colores chillones y cinematográfia más que osada para la época.
Aunque el año pasado su película “Los Olvidados” haya tenido comercialización masiva, los hermanos Onetti son reconocidos en el circuito de festivales de género internacionalmente por su estrecha relación con el terror italiano multicolor; Giallo para los amigos. Con su debut, “Sonno Profondo” en 2013, y “Francesca”dos años después, los Onetti se ganaron un buen recibido impacto no solo en nuestro país sino en Europa a fuerza de sus honestos y fieles homenajes al género. Sin ir más lejos, este último proyecto suyo ha tenido lugar en Sitges, uno de los festivales de género más importantes del planeta.
Desde el principio, “Abrakadabra” es un topetazo de estética. La cámara, las puestas de luces, los colores y todo el descomunal trabajo de sonido resultan en una abrumadora experiencia que promete transportar a cualquiera exactamente a la dimensión de sensaciones que los Onetti tanto disfrutan. La fotografía y la banda sonora fueron premiadas por el BARS con justicia, definitivamente dos de los pilares de la película. Lamentablemente lo que las rodea terminan de condenarla a seguir siendo un gustito para amantes del giallo, y ni siquiera para todos ellos.
Durante gran parte del film seguimos, como no podía ser de otra manera, una serie de asesinatos perpetrados por una figura misteriosa. Usualmente en grandes exponentes del género, cómo la trama y el protagonista van pasando de cuchillazo a cuchillazo termina siendo de mucha importancia para mantener el interés del espectador más allá del obvio espectáculo audiovisual. Pero en este caso, los Onetti terminan entregando un guion que se queda apenas en lo menos interesante del género. Ese es el caso con demasiados aspectos del film: las actuaciones, el clásico doblaje en post-producción de todos los diálogos, el montaje y especialmente el guion. Todos y cada uno de estos elementos individuales apenas llegan a la altura de ser ejemplos olvidables de un género con puntos altos tan excepcionales. Algunos incluso lo hacen bajo un evidente pretexto de imitación, no solo conformándose con imitar sino eligiendo aspectos de giallos “inferiores” para hacerlo.
Afortunadamente lo visual y sonoro están ahí para sostener todo el proyecto. Lo hacen de tal manera que incluso termina siendo por demás disfrutable, independientemente de la cantidad de asteriscos que uno le ponga. Admirable que proyectos de tan bajo presupuesto puedan reflejar de forma casi perfecta la ambiciosa visión de cineastas argentinos con alcance internacional. Pero entre todos los halagos que los Onetti se han ganado en su carrera, también se ganaron el que tengamos que pedirles algo más.