Luego de realizar cortometrajes ganadores en varios festivales, la cineasta argentino-suiza Milagros Mumenthaler arriba a su primer largo, Abrir puertas y ventanas, que de alguna manera prosigue con esa tónica festivalera. Su film ya se alzó con importantes premios en Locarno y en Mar del Plata, entre otras distinciones. ¿Las razones? en primer término una buena manufactura y actuaciones valiosas, pero acaso también por introducirse en un siempre
fascinante mundo femenino, que suele tener buena recepción en las muestras internacionales. Sea como fuere, se trata de una película atrayente, surcada por sutiles matices e interesantes climas, en una impronta cotidiana con muchos toques sensoriales. En medio de esta estética asoman tres hermanas jóvenes, que deben reacomodar su vida en un caserón suburbano. La pérdida de su abuela les acarrea movilización, confusión y conflictos, pero a regañadientes darán pasos relacionados con el título del film.
Melancólica (al compás de las intimistas y bellas canciones que se entrelazan con el espíritu del film), algo estática, y con un guión que podría haber crecido a la par de sus personajes, Abrir puertas y ventanas logra fundamentalmente convicción a través de su trío protagónico, en especial por Maria Canale, quien alcanza a transmitir una compleja gama de sensaciones.