Los misterios del corazón humano
Notable debut de Milagros Mumenthaler.
La vida de tres hermanas, en la intimidad y en sus dificultades para la convivencia, es lo que cuenta Abrir puertas y ventanas , la sutil, delicada e inteligente opera prima de Milagros Mumenthaler, cuyo talento le permite contar con pocos elementos y un gran trabajo de puesta en escena la vida cotidiana de estas tres mujeres.
El talento de Mumenthaler está en la observación, en saber describir a través de miradas, silencios, algunos pocos comentarios y situaciones en apariencia cotidianas, todo lo que pasa en ese caserón que habitan las chicas y en el que vivían con su abuela, que ha fallecido poco tiempo atrás (de los padres se da mínima información).
Está Marina (María Canale), la mayor de las tres, que parece obsesionada tanto por su figura como por Francisco (Julián Tello) que vive y/o trabaja al lado. Es, además, la que debería llevar la organización del lugar. Sofía (Martina Juncadella), la del medio, es la más activa: estudia y trabaja, pero esa intensidad la trae al hogar, criticando a la hermana menor por “vaga” y explayándose en su idea de que Marina debe ser adoptada. La tercera hermana es Violeta (Ailín Salas), la hedonista del trío, que se pasa la película en ropa interior y tirada en camas y sillones, a veces sola y otras acompañada.
Mientras Marina flirtea con Francisco y Sofía discute con todas, será Violeta la que se aparecerá con una sorpresa que no vamos a revelar acá, pero que cambia el eje de la trama. De cualquier modo, Abrir puertas… no es una película para ver en busca de grandes acontecimientos. Con algo de puesta teatral (chejoviana, si se quiere), ya que tiene a la casa casi como único escenario, pero con un planteo totalmente cinematográfico en cuánto a captación de detalles y juegos de miradas, la película de Mumenthaler (cuyo cine es comparable al de Lucrecia Martel y Celina Murga) logra ser honesta y sensible, humana sin volverse sentimental (cuando las chicas escuchan canciones, como Back To Stay , por Bridget St. John) y hasta dura y violenta, sin por eso tornarse jamás cruel. Las chicas actúan, se equivocan, se pelean, pero no hay duda de que siempre lo hacen tratando de encontrar una manera para lidiar con lo que les sucede.
Hay pocas películas argentinas como Abrir puertas y ventanas , un filme sobre la ausencia, sobre el espacio y el silencio entre las personas, sobre los comportamientos humanas esbozados en unos pocos comentarios (no hay grandes discursos y la catarsis pasa por una lágrima escapada mientras se escucha una canción), sobre el crecimiento y sobre la compleja relación entre hermanas.
Como lo dice su acaso algo evidente título, es una película sobre salir al mundo, sobre el paso de la adolescencia a la adultez. Cada una, a su manera, encontrará las formas de salir de esa casa, de volver a conectar el pequeño mundo interior con el otro, misterioso, que las espera allá afuera.