Digamos que "Abrir y cerrar ventanas", no es un film que deba pasar desapercibido en nuestra cartelera. El año pasado su directora, Milagros Mumenthäler se alzó con el Leopardo dorado en Locarno (ópera prima) y su película, se llevó nada menos que el Astor del mismo metal en Mar del Plata 2011, entre muchos premios que ya ostenta. Esta historia, de neto corte teatral, encuadrada en un microclima enigmático y relajado, aborda la historia de tres hermanas adolescentes, que se quedan sin su última tutora (su abuela), habiendo perdido ya a sus padres.
Marina (María Canale), Violeta (Ailín Salas, una de las pacientes de la exitosa serie televisiva "En terapia") y Sofía (Martina Juncadella) son las tres chicas en cuestión. Al principio, parece que su manera de vincularse es particular, cosa que se confirma y profundiza a lo largo del relato. La historia transcurre en la casa de su abuela, en un verano intenso, y accedemos a ver el micromundo de las chicas, quienes deben sobrellevar el haberse quedado solas.
Cada una, intentará resolver sus angustias de distinta manera. La primera (Marina) es muy responsable, ordenada y la que claramente entiende mejor la situación que el grupo atraviesa. Sofía, en tanto, estudia y sale mucho, es bastante obsesiva con sus cosas (al igual que Violeta, la tercera en discordia) , tiene sospechas sobre el origen de una de sus hermanas y se muestra hostil y distante como rasgo distintivo. La última, el personaje jugado por Salas, es el más libre y desprejuiciado y el primero que traerá una nota de quiebre en la relación triangular.
Impresiona favorablemente la manera en que Mumenthäler registra y narra en espacios reducidos, sin generar sensación de encierro. A diferencia de otros films, se preocupa por subrayar el protagonismo del espacio, de manera que cada puerta, cada ventana, cada cuarto, esconde secretos y revelaciones y el lente está puesto en cada uno de esos lugares, para indicarnos algo. Los diálogos (descarnados, no olvidemos que son adolescentes solas), son fuertes y grafican sensaciones que van delineando la complejidad de un duelo que las tres resuelven, cada una a su manera.
Hay que advertir al espectador corriente, que la película se toma su tiempo para instalarse y desplegar todo su brillo. La primera media hora transcurre un poco lenta y si bien entendemos las razones que llevan a armar pacientemente el escenario, es innegable que este arranque tiene un tempo que a veces no se condice con lo que la platea espera. Una vez que el primer conflicto importante estalla, el film se vuelve intenso y las actuaciones comienzan a cobrar vuelo (Canale se lleva las palmas con su luminoso trabajo), pero nunca hay que perder de vista que estamos frente a un drama familiar comprometido, arriesgado y enigmático. Plato singular del que no todos gustan.
"Abrir y cerrar ventanas" es una cinta sólida y compleja (cuántos interrogantes se juegan!), recomendable a todas luces. Lejos del perfil comercial que cierto cine argentino trae, un film a tener en cuenta por aquellos espectadores curiosos y abiertos que quieran conocer una de las grandes revelaciones del cine nacional de este tiempo: Milagros Mumenthaler.