Hambre de amor
Chica difícil, antisocial, que no funciona ni con sus amigas ni con familia. La dejó un amor y anda la deriva. Cielo es hermosa, pero no hay caso. Hasta que chateando conoce a Alejo, nueve años mayor. Y se enamora perdidamente. Alejo pasa a ser la obsesión, la única de esta chica de los bordes que no tiene otro centro de interés.
La vida pasa por Alejo, lo demás no cuenta. Y al no encontrar en él ni respuesta ni compañía, se sumerge en una angustia extrema. El alma primero y el cuerpo después le piden explicaciones a esa obstinación que es también empecinamiento y rebeldía. Y se lastima por fuera y se vuelve no sólo anoréxica sino referente de un grupo que lleva la enfermedad como estilo de vida y reclama su derecho a querer padecerla.
El film parte del texto autobiográfico de la platense Cielo Latini y aborda el tema con seriedad, sin exagerar ni mostrar patetismo o condescendencia. La historia está contada desde el punto de vista de Cielo. El amor obsesivo avanza sobre el cuerpo maltratado y hermoso de esta chica desconsolada que no encuentra rumbo ni refugio y que ve a los demás como verdugos de una vida que vomita comida y también ilusiones. El guión es monotemático, como siguiendo la cadencia de una dolencia que no da tregua.
Se ve con interés, no especula con su derrumbe y es más que bueno el trabajo de China Suárez, tan bella y tan frágil, una chica desvalida y desafiante, a la que ni siquiera se la puede ver fea cuando la enfermedad le va quitando todo. A veces, parece un thriller, otras veces un testimonio desolador, pero en general representa el gesto desesperado de una chica que gastó todo su hambre en el amor y que sólo parece alimentarse de obsesiones, rupturas y privaciones.