Del amor y otros demonios
Es cierto que el cine no es una cuestión de intenciones sino de resultados concretos con forma de imágenes y sonidos plasmados en la pantalla, pero resulta imposible aproximarse a Abzurdah sin pensar que podría haber sido una película mucho mejor de lo que finalmente es.
Basado en el libro homónimo de Cielo Latini y adaptado por Alberto Rojas Apel (actor y colaborador artístico habitual de Ezequiel Acuña), el opus dos de Daniella Goggi (Vísperas) está protagonizado por Cielo (Eugenia “La China” Suárez, sorprendentemente bien en un rol física y emocionalmente demandante), una chica platense de 17 años que, a fines de los ’90, conoce por chat a Alejo (Esteban Lamothe), un muchacho bastante mayor que ella con el que inicia un tórrido romance.
El film mantiene un tono circunspecto y contenido, mostrando el devenir de la relación con naturalidad y una cuota de inocencia propia del carácter bautismal de la experiencia, al tiempo que la rutina de Alejo se mantiene en un ominoso fuera de campo. El idilio se rompe cuando él intente desplazarla de su vida negándose a verla primero e ignorándola después. A partir de ahí, ella empieza un proceso de obsesión que devendrá en la más lisa y llana locura y que culminará en una serie de trastornos alimenticios de los que, para colmo, ella parece sentirse orgullosa.
Abzurdah muestra el progresivo deterioro de su protagonista sin jamás juzgarla, dejándola ser en la pantalla y limitándose a retratar su accionar degenerativo, al tiempo que Alejo es siempre una contrafigura cubierta por un manto de misterio que nunca se convierte en una visión negativa. Así, entonces, el punto más interesante del film es la forma en la que acompaña a una mujer cuyas motivaciones esgrime pero no justifica, empujando al espectador hasta el incómodo lugar de intentar entender lo inentendible.
Sin embargo, sobre la última media hora, cierto atropello narrativo y algunas escenas dignas de telenovela mutan lo que hasta entonces era un relato de la obsesión enfermizo centrado en una chica al borde de la locura en otro radicalmente distinto, donde prima la divulgación antes que la historia. Así, el propio film se hice cargo de la parábola psicológica de Cielo, quien desde la adultez intenta evangelizar sobre los pesares de la bulimia. Las leyendas finales con estadísticas sobre los alcances del trastorno alimenticio dejan reverberando la sensación de engaño, de que todo lo bueno previamente construido en Abzurdah era apenas un vehículo, una introducción para una enseñanza con tono de autocrítica.