Quiero que me trates suavemente
Basada en un caso real, con buen protagónico de la China Suárez, cuenta un enfermizo amor no correspondido.
Entre la lógica comercial y el drama real, Abzurdah encaja a la perfección en el andarivel de las películas YA (young adults) apuntadas a un público entre los 14 y 21 años. Películas que, últimamente, se destacan por tocar temas duros. Crudeza, más no cuento de hadas. Basada en un caso real, el de Cielo Latini, que contó su drama de anoréxica en un blog, que luego fue libro, best seller y ahora película homónima, Abzurdah bucea en la (ir)realidad de una enfermedad social, tal vez en sus causas.
El promisorio debut protagónico de la China Suárez como Cielo, y la enrarecida historia de amor que acentúa sus crisis, le permiten a Daniela Goggi (fundamental que dirija una mujer) escapar del cálculo marketinero, narrar.
Escenificada a comienzos de la década pasada, la película cuenta el infierno de Cielo, una joven de clase media alta que se enamora de Alejo (Lamothe), un oscuro personaje, 9 años mayor que ella, al que conoce en el chat, donde el sobrenombre de Cielo es Abzurdah.
Tras mantener un romance oculto, ella se obsesiona con Alejo, pero él vive en otro mundo, los une el deseo sexual. Si esta niña linda y sensual de clase acomodada ya mostraba la debilidad de su vínculos con padres y amigos, el desplante de Alejo termina por sumergirla en una realidad paralela. Una anorexia nerviosa empieza a guiar su vida social hacia una ilusión de libertad, delgadez y autoflagelación con la muerte rondando.
No es una historia feliz, y resulta difícil identificarse con alguno de los personajes. Al contrario que en la estadounidense Bajo la misma estrella, cuyos protagonistas aman aunque una enfermedad terminal les ponga plazos. Aquí, en el complejo mundo de Cielo, con la indolencia de Alejo, la frialdad exasperante de sus padres (Carrá y Spregelburd), su enfermedad es la falsa salida. ¿Qué atrae a los adolescentes? Los sucesivos desnudos de Suárez, el galán de conurbano que le toca seguido a Lamothe, esa pareja que pasa del “besito tierno” del chat a las heridas sin cura. Dolorosa historia juvenil, sin héroes, con la pantalla como espejo para la reflexión o el melodrama cruel.