Con un punto de vista mucho más liviano de lo acostumbrado en estos casos, se trata un hecho histórico que conmovió al pueblo armenio en 1915, el realizador Hernán Khourian aborda el genocidio armenio en manos del ejército turco qué, dicho sea de paso, nunca fue reconocido por ellos mismos, desde la mirada de los alumnos de la escuela primaria Jrimian, ubicada en Valentín Alsina.
Allí, enmarcado dentro de un taller de cine realizado en 2015, conmemorando el centenario, los chicos participan activamente del documental. Opinan del pasado de sus ancestros, y también el director les encarga la tarea de entrevistar a sus familiares para que cuenten lo que saben de sus antecesores, de quienes murieron, o los que se escaparon y huyeron a otros países, y de qué manera.
De tanto en tanto aparece en pantalla Ana Arzoumanian, que hace un tiempo escribió un libro sobre el tema y durante la película cuenta lo ocurrido en tierra armenia, como así también la diáspora provocada por los turcos.
Como recurso estético el director superpone imágenes un tanto traslúcidas, que considera importantes, sobre otras que generalmente son del alumnado. Algunos de ellos aportan fotos familiares, pero no se completa con imágenes de archivo o canciones típicas de la colectividad.
Así, entre morisquetas de los chicos, se narra una parte importante de la historia mundial, donde se alternan opiniones infantiles con las de los adultos sin profundizar demasiado, conformando un collage variopinto, desparejo y aséptico.