Hace un tiempo, cuando se empezaba a leer acerca de Academia de Vampiros, las notas hacían énfasis en que era como la “versión sexy” de la Saga Crepúsculo y se le volvería a dar vigor a los chupasangre con una mitología que los iba a acercar al universo de Harry Potter.
Habiendo visto la película uno puede pensar: que ganas de insultar el buen nombre de Harry e incluso el de Edward Cullen, porque nos encontramos ante la peor película de vampiros (mainstream) de la historia.
Al momento de analizar el film, este o cualquiera, hay que repasar todos los elementos que la componen: la dirección, la puesta en escena, el guión, las actuaciones, los efectos, etc. Bueno, resulta que en Academia de Vampiros no se puede destacar nada en alguno de esos departamentos.
Aquí nos encontramos con otro intento de los grandes estudios para capitalizar el espacio vacante que dejó Crepúsculo, y tal como sucedió con Hermosas Criaturas (2013) y Cazadores de sombras (2013), solo por nombrar las más recientes adaptaciones de novelas sobrenaturales para jóvenes adultos, se volvió a fracasar.
Pasa que esta vez se puede hacer más hincapié porque tenemos a vampiros como protagonistas, lo que da indicio a que el género parece que está llegando a su fin, aunque sea en el cine.
¿Sexy y vigorizante? Eso se puede encontrar en la serie True Blood o incluso en el melodrama The Vampire Diaries, porque aquí no hay nada de eso, el director Mark Stephen Waters, quien había hecho un gran trabajo con la genial Mean Girls (2004) no genera climas ni intriga ni logra que el espectador se pueda conectar con alguno de los insoportables personajes en lo que es, tal vez, el peor casting del cine reciente.
A las pobres e ignotas actrices Zoey Deutch y Lucy Fry les tocó encarnar los nefastos roles principales y se siembra la duda de que si son ellas pésimas actuando o si el guión es tan malo que no pudieron remarla ni un poco. Sus futuros papeles lo determinarán.
Y hablando de guión, no solo es inconexo y con giros inexplicables sino también desde el minuto uno bombardea al espectador con tanta información sobre ese universo que a no ser que se haya leído los libros es imposible procesar rápido como para meterte en la historia.
Todo esto sumado a unos efectos especiales muy cuestionables, hacen que el espectador no quiera visitar nunca más esta versión infame de un (muy falso) Hogwarts y extrañar en demasía a Robert Pattinson y Kristen Stewart, y eso es decir demasiado.