El demonio no muestra la cola
Puede establecerse como una ley: toda película de bajo presupuesto que recaude millones tendrá una segunda parte amplificada. Actividad paranormal fue el gran éxito del cine de terror de 2009. Una cámara casera en un dormitorio registraba los movimientos de un demonio ávido por poseer el alma de una mujer. No se veía casi nada: vaivenes de puertas, sombras que se deslizaban, ruidos y temblores.
La amplificación de Actividad paranormal 2 consiste en aumentar la cantidad de cámaras y personajes. Pero un detalle significativo: al revés de lo que ocurrió con la saga de El proyecto de la Bruja Blair y hasta cierto punto con Rec 2 , se respeta el principio de mostrar lo menos posible y mantener el terror siempre en el umbral de la expectativa.
Ahora son seis cámaras fijas en distintos puntos internos y externos de la casa más una cámara manual que manipulan los personajes. No es una secuela sino una precuela. La acción se ubica temporalmente antes que en la primera película. Aquí conocemos a la hermana menor de Katie, llamada Kristi, al esposo, al bebé de ambos, a la hija adolescente que el hombre tuvo con una esposa anterior y a una perra que va a ser fundamental en la trama. También aparecen una empleada doméstica latina supersticiosa, el novio de la adolescente y el novio de Katie.
Por efecto de esa proliferación, la trama humana se enriquece y el conflicto básico entre la incredulidad irónica de unos y las credulidad espantada de otros se matiza en terceras y cuartas posiciones. Ya no es un pareja sino toda una familia la que sufre el asedio de esa entidad demoníaca. No obstante, ante los ojos desnudos de las cámaras de vigilancia caseras, lo que se impone no es la vida íntima de las personas sino la presencia intimidante de los objetos.
Si por algo merecen ser vistas ambas películas es por ese poderoso reencantamiento de las cosas materiales que se logra con el simple recurso de enfocarlas fijamente. Lo que ya sabía un Stephen King, por ejemplo, cuando al principio de El resplandor describe la amenazante quietud de los cuchillos y tenedores en un cajón del armario, Actividad paranormal lo redescubre para los ojos manchados de sangre fácil de toda una generación.
El potencial perdido por repetir los recursos técnicos y los axiomas estéticos de la primera, se compensa por el virtuosismo “invisible” del nuevo director, Todd Williams ( Una mujer infiel ). Demuestra tener un enorme talento para coreografiar la casualidad e inyectarle dosis de humor mínimas y justísimas al relato. El resultado es una especie de negativo de película de terror, con la idea de que el demonio es tan real y tan concreto que no necesita ser mostrado.