Con “Resident Evil: After Life” y “El juego del miedo 7” en la cartelera, llega la segunda parte de un filme que en 2007 utilizó sólo 15 mil dólares para alzarse con 160 millones de ganancia. El dato, más allá del dinero, destaca la novedad y aceptación que significó su estreno dentro del llamado terror psicológico, aquel que insinúa más de lo que muestra. Un eventual espíritu maligno se adueña de una casa y sus dueños, una pareja, coloca cámaras para dilucidar el misterio. Haciendo explícita la presencia fantasmal, apelando a la sorpresa como disparadora de la adrenalina, ubicando el pavor en las horas de falta de vigilia y contextualizando el relato en un ámbito cotidiano (reafirmando la moraleja “a cualquiera le puede pasar”), ambos filmes consiguen su objetivo supremo: asustar. Sólo que es difícil resolver la 2 si no se ha visto la 1.