Hace dos semanas había visto la versión / variación japonesa de “Paranormal Activity 2” (0, según los números de sus distribuidores locales) y no tenía muchas ganas de entrar a la sala a ver esta tercera entrega, de ninguna manera.
Sin embargo, cuando me fui acercando a mi butaca, noté que el clima era bastante distinto al esperado y que la gente vivía este estreno como una auténtica fiesta. Hey! No será mucho?! No, para nada. Lo entiendo en otro tipo de sagas, pero no en esta (creo que la temática es sombría y más contenida que otras de su especie). Eso, hasta hoy. Creo que esta “PA 3”, elige un registro distinto para contar su historia y le inyecta sangre nueva a la moribunda franquicia (creativamente hablando) de manera que la misma se fortalece y promete más entregas a corto plazo.
Para empezar, hay que saber que esta película es ochentosa. Muy ochentosa. De hecho, el material grabado que sustenta la acción está ambientado en 1988 y aparece en formato VHS simulado, lo que le da un look muy retro que le queda bien a la luz de los nuevos ajustes del guión. Para empezar, esta vez, entendemos que el dispositivo presentado (la camarita fija y los numeritos que marcan las horas de espera hasta que algo interesante pase) está optimizado. Es decir, hay más cámaras (ya veremos porqué) y un encuadre más flexible que permite abordar, por primera vez, el humor en esta saga. Elemento central en esta entrega que le da fuerza y naturalidad a un proyecto que parecía estar quedandose sin nafta. El combustible, esta vez, viene por establecer una sutil complicidad con la audiencia a través de guiños, humor negro, bromas pesadas y sexo inconcluso. Sí, esta vez, ellos serán ojos cómplices, más que frías máquinas de grabar. Lo cual, se celebra, y mucho.
Esta vez son responsables de la realización dos tipos que vienen del documentalismo, Henry Joost y Ariel Schulman, con un sólo título a cuestas ("Catfish") y el apoyo del guionista de la anterior, Christopher B Landon basado en los personajes creados por Oren Peli. Un mix, entre gente que ya transitó el escenario y otra que busca aportarle ideas nuevas.
La historia continúa la vida de las hermanitas Kristy (Sprague Grayden) y Katie (Idem Featherston, a quienes conocemo de sobra. Bue, no tanto. La primera (la más chica), está embarazada y Kristy le trae unas cajas de las que quiere deshacerse. Están llenas de cosas, entre ellas, un montón de cintas viejas, en un soporte… viejo (el glorioso VHS). Cuando el marido de Katie consiga una videoreproductora, comenzará a ver la primera de las esas grabaciones, que datan del año 1988.
En aquellos años, las chicas vivían con su madre, Julie (Lauren Bittener) y su novio, Dennis (Christopher Nicholas Smith). Están viviendo en una casa nueva y les va bien. Si bien a la madre de Julie no le gusta mucho Dennis (piensa que es un vago porque vive de filmar y editar bodas), todo anda bien en la familia hasta que las chicas (en especial la más pequeña) comienza a sentir la presencia de una entidad oscura en el hogar. Como Dennis es hombre de oficio en el tema y gran parte de los problemas se dan a la noche, él decide sembrar de cámaras la casa para registrar el movimiento familiar. Grande será la sorpresa de la familia cuando confirme que algo anda realmente mal y que las estrategias para afrontarlo no serán simples ni efectivas para evitarlo…
Hay que señalar que la historia, básicamente siempre es la misma. No vamos a pedir que de un vuelco a esta altura. Es un falso “found footage” (cintas encontradas) que plantea la presencia de espíritus alterando la vida de una familia en una casa. Eso está. Donde “Paranormal Activity” innova es en la manera de conectarse con el público. Deja de lado ese clima “solemne” de cámara fija y aburrida y ajusta el lente para que los miembros del grupo interactúen naturalmente y se ofrezcan más cercanos a la audiencia. Se juegan bromas, diálogos delirantes, aparece por primera vez la intimidad, en definitiva, predomina la ironía en muchas escenas, y la sala no contiene la respiración cuando las puertas de un armario se abren súbitamente: al contrario, se rién y mucho…
Todos estos cambios hacen la película más amena para quienes no captan y viven el espíritu de la saga. En ese sentido, hay como una apuesta a buscar atraer otro público, el que no es fanático del terror pero sí le gusta pasar un buen momento y divertirse. Hacia allí apuntan las armas. Quedarse tranquilos fans de la franquicia, todo está en orden, la esencia no se modificó. Mutó. Incorporó otra faceta y apuesta a seguir creciendo (en capítulos).
Si sos fanas del género, ir advertidos que no asusta tanto como quizás, las anteriores (y no sólo porque la idea se agotó, sino por la dirección del nuevo guión). En cambio, si no viste las anteriores, esta es la ideal para comenzar: es divertida, fácilmente digerible y tiene un poco de todo. Entretiene. Toda una novedad para la saga.